Familia en cambio

Autor: Josefa Romo Garlito 

Ha habido cambio de ministros y hasta algún ministerio nuevo; pero nada para la familia, cuyo concepto y funciones se pretende cambiar. Quieren meternos la idea de que la familia está desfasada, y la apodan “tradicional”; pero es y seguirá siendo la “comunidad indisoluble de amor y de vida, fundada en la donación esponsal del varón a la mujer y de la mujer al varón y, por ello, esencialmente abierta al don de la vida: a los hijos” (Cardenal Rouco). Pero ahora mandan las ideas de minorías “progresista”. A los hijos se les pretende desvincular de los padres y, para ello, a los padres se les desautoriza: que no puedan propinar al hijo díscolo un cachete para su educación, que las adolescentes puedan abortar sin decírselo siquiera. Nunca se confundió, hasta ahora, un “soplamoco”, en tantos casos necesario, con el maltrato, ni se puso en entredicho la vinculación de las adolescentes con sus padres en lo que pueda afectar a su salud. Para remate de desafuero: la madre podrá matar impunemente a su hijo cuando vive en su seno, pues a la vida del pequeño le quitarán protección jurídica y hasta la del padre, como si no fuera persona sino una cosa de la propiedad de la madre. ¿Eso es el progresismo? Y todavía más: si el niño llega a nacer, no importa que le dejen huérfano de padre vivo: está proclamado como “progresista” el divorcio sin causa. Nuestra sociedad está enferma y lo que un enfermo necesita es, en primer lugar, un diagnóstico. Nuestra sociedad está enferma de egoísmo y de superficialidad, cultivo apropiado para las ideologías “progresistas” que la conducen a su desestructuración sin que nos enteremos.