Trinomio padre-profesor-alumno

Autor: Josefa Romo Garlito  

 

 

Ha comenzado el curso escolar. Alumnos y profesores están en marcha; pero la educación no es cosa exclusiva del colegio, sino de padres y profesores unidos, sin olvidar la participación  del alumno, sin cuya voluntad positiva – hay que ganársela- poco o nada pueden hacer los educadores. En la tarea educativa es inexcusable la buena relación de los padres con los profesores y, en especial, con el tutor del hijo. Es necesario que los unos y los otros se escuchen y que el alumno vea que no se contradicen. Cuando el alumno ve que padres y profesores miran en la misma dirección, hay mucho ganado. 

El tutor es pieza clave en la educación. Visitarle es un deber  de  los padres, que tienen derecho a un permiso laboral para tratar con él sobre la marcha de su hijo.  El tutor, que debe guarda secreto profesional,  debe tratar de ganarse la confianza de los padres, cosa fácil si éstos ven en él,  interés y calor humano. ¿Dificultades? Hay padres que tapan al

hijo; y quizá  algún tutor  no sepa  actuar con libertad cuando la acción tutorial está orientada  por un pedagogo que se desenvuelve en planos ideológicos. Lo importante en las tutorías no es que los alumnos hagan test o rellenen papeles. Lo esencial es la transmisión de  valores humanos,  la orientación personal y la promoción del esfuerzo en el estudio. La misión del Colegio no es sólo impartir conocimientos y habilidades académicas,  sino, sobre todo, la de forjar personas  que sepan dar un sentido a su vida y

ser felices; enseñar a pensar, a respetar a todos (no todo), a ser solidarios, esforzados, buenos hijos y excelentes ciudadanos. ¿Y la política? En lo que tiene de partidista, a un lado.