Ojos limpios

Autor: Josefa Romo Garlito

 

 

Cada día se eliminan cientos de vidas humanas ante nuestra pasividad, ¡Qué contradicción! Hay, por ejemplo, quienes se llenan la boca hablando de solidaridad con los pobres, pero vuelven el rostro cuando se topan con un harapiento; quienes no toleran un cachete a un niño, pero promueven la violencia del aborto homicida. Con respecto al aborto, ¿ es éste la
solución al problema de algunas mujeres, o se trata de una injusticia? Además de cargarse una vida, expone a la madre a importantes riesgos físicos y psicológicos, mientras los abortorios se lavan las manos y se siguen forrando. Los que promueven medidas para resarcir a las que no se les ha permitido abortar, ¿ tardarán en exigir, también, el infanticidio? ¿Por qué se ponen los pelos de punta al pensar en esto, y en el aborto no? ¿Acaso no se trata del mismo ser? ¿Porque sea más diminuto? Muchas veces, ni eso. El aborto es la mayor contradicción: la madre conduce, al patíbulo, al hijo,
a quien debe defender, ella que debe ser castillo y fortaleza de su niño. Matar no elimina el problema de pobreza de la madre ni le quita la angustia, sino que la incrementa.¿ Y en caso de violación? ¿Perseguir, como Herodes, al niño? ¿ No será al injusto agresor al que habría que perseguir? Ante situaciones dramáticas, por parte de las autoridades, mejores ayudas médicas, psicológicas o económicas y mayor facilidad para la adopción. No digamos que somos justos, si despreciamos la vida del más débil. Hay que curar al enfermo, no eliminarle; hay que ayudar a la madre embarazada, no
suprimir el fruto de sus entrañas, se le buscara o no. Aquí es en donde reside el progreso.