Justicia distributiva con la Iglesia

Autor: Josefa Romo Garlito

 

 

¿Nos hemos extrañado de la afirmación de la Vicepresidenta el día 13 de noviembre en televisión, de que la Iglesia tiene que financiarse sola? Las palabras de De la Vega, no me parecen razonables, sino exponente de la sumisión del Ejecutivo a sus socios radicales y fruto de la ira por el apoyo de los obispos a la manifestación de las familias. El sentimiento, podría comprenderlo; pero la amenaza me recuerda a los gobiernos totalitarios que padeció Europa en el siglo XX.

Como digo a mis hijos, la Iglesia no necesita limosnas del Gobierno, sino justicia distributiva. Mire usted: La Iglesia católica cumple, desde siglos, una función social importantísima, siendo subsidiaria del Estado en Educación y Solidaridad. Así que lo que le paga por estas tareas, se lo debe, y debería estarle agradecido por el ahorro que le consigue. Si las migajas que le asigna a la Iglesia procedentes de la libre contribución de los católicos en el IRPF, dejaran, como en Alemania por ejemplo, de ser migajas y se aumentara la cuota, ni falta que haría que el Estado nos ayudara en algo a pagarnos los curas. Otra cosa que no se debe olvidar: la deuda no prescrita con la Iglesia por las desamortizaciones de Mendizábal. Con
la disculpa de las deficientes arcas públicas, el  Estado la desposeyó de muchos de sus bienes, y se obligó, a cambio, a una aportación económica constante a esta Institución. El Estado se quedó con importantes obras de arte, edificios, etc. . Creo que la Iglesia no debe renunciar a recibir lo que le corresponde en justicia, y no pagárselo sería un robo.