Una mirada a María.

Autor: Josefa Romo Garlito

 

 

Llena de hermosura y radiante se nos presenta María, a la que los católicos le dedicamos entero, mayo. Son
multitudes las que acuden en el mes de las flores a sus santuarios- muchísimos, esparcidos por el mundo-.
Hasta en la India hay uno muy importante, Vailankanni , “el Lourdes del Este”. Anualmente lo visitan 20 millones de peregrinos de toda la India y del Sudoeste asiático, gran parte de ellos, hindúes y musulmanes.
En Hispanoamérica sobresale Guadalupe; en Zaragoza, El Pilar; en Andalucía destaca el Rocío, en donde se cuentan por cifras millonarias los fieles que la veneran bajo esa advocación. De muchos sitios, es la Patrona: De Valencia, la Virgen de los Desamparados; de Madrid, la Almudena; de Asturias, la Virgen de Covadonga, la “Santina”; de Barcelona, la de
Montserrat o la “Moreneta”; de Cáceres, la Virgen de la Montaña; de Sevilla, la Macarena ... Son muchas las
mujeres que llevan su nombre: María, Rosario, Carmen, etc. El mariscal Hindenburg, que no era católico, tenía un cuadro de la Inmaculada presidiendo su despacho. Para cuantos se sorprendían, su respuesta era idéntica: “La Inmaculada es el modelo de todas las virtudes que necesitamos para nuestra vida”.
Efectivamente, estamos necesitaos de espejos en donde mirarnos, ahora, sobre todo, en que la corrupción moral ensucia y salpica tanto. Es necesario poner la mirada en María y contemplar su pureza virginal, su pudor y su modestia, su humildad y su paciencia, su fidelidad y fortaleza, su caridad exquisita, su obediencia, su sinceridad, su alegría siempre nueva,
etc. Ella, la sola, la toda, la siempre de Dios, es nuestra Aurora.