Los hijos son una bendición.

Autor: Josefa Romo Garlito

 

 

Se acercó un obrero autónomo a mi casa acompañado de su hijo mozo. Le dije: ¡Qué bien está usted con su
hijo! “Si no fuera por su ayuda, habría tenido ya que dejar el oficio”- respondió-. Los hijos son una bendición de Dios’. ¿Hay algo más hermoso en la vida, después de la sonrisa o el sueño de un niño, que el rostro complacido de su mamá?
Experimento que nada en el mundo es comparable al gozo de una madre: mis hijos son fuente de mi primera sonrisa por la mañana, fortaleza en mi sufrimiento, mi esperanza y una razón fuerte para vivir. ¡Qué triste una casa sin hijos! Muchos que no tienen niños se hacen padres y madres en sentido espiritual; pero sin hijos corporales o espirituales no hay peso en el
corazón ni gozo verdadero. Una mujer sin hijos vive en la estrechez del egoísmo, ahogado su instinto maternal.
¿Cuál será la razón de las ciegas ideologías retorcidas, mal llamadas progresistas, que presentan la antinatalidad como progreso, lo contrario de lo que ellas son? Un pueblo sin niños, ¿no es un pueblo abocado a la ruina? Les sucede como a la hormiga cuando se muere la cigarra: se vuelven neurasténicos y fallecen de tristeza y soledad. Cuando yo era niña,
los corros infantiles alegraban el pueblo. Hoy las niñas no cantan, los niños no corretean y los viejos se vuelven más viejos de tantos bostezos. Los niños, como ciertas aves, están en peligro de extinción. ¿Y eso es progreso? ¡Qué tonta se pone la gente cuando se deja comer el coco por ideologías que no dejan pensar.