El valle de los Budas

Autor: Padre José Alcázar Godoy

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En el valle de los Budas había dos montañas sagradas, y, en lo alto de cada una, un Buda.

El primer Buda defendía el deseo como ley que regía el mundo. Cuantos lo escuchaban, ascendían su montaña para entregarse a las más inimaginables dichas que el ser humano pudiera experimentar.

El segundo Buda hablaba del sacrificio y defendía la austeridad como norma suprema de felicidad, pero quienes oían su voz no podían desprenderse de sus añoranzas y aspiraciones más íntimas; por eso estaba solo.

Transcurrieron mil lunas y mil soles, el vacío se llenó, el gozo saturó los sentidos y el conocimiento la sabiduría, y, cuando el primer Buda terminó su último discurso, todos los oyentes, hombres y mujeres, encontrando satisfechos sus deseos, descendieron por la vertiente de la montaña desencantados y tristes. 

Una vez en el valle, los caminantes vieron al segundo Buda. Sostenía que la única forma de consolar su vacío era a través del vacío. Movidos por la curiosidad, subieron por la montaña sagrada. Al llegar a la cumbre, el Buda, mirándolos, sonrió sin articular palabra alguna. Entonces experimentaron una energía misteriosa llenando su tremendo vacío, colmatando su pensamiento y satisfaciendo su imaginación.

En la cumbre de la primera montaña, el primer Buda llenaba el deseo; en la segunda, el otro Buda lo vaciaba.

Así es el destino de los hombres en busca de su plenitud: deseo y vacío, vaciamiento y felicidad.