El sufrimiento y la felicidad

Autor: Padre José Alcázar Godoy

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Cierto día, Buda, sentado sobre la flor del loto, enseñaba la necesidad de suprimir el sufrimiento para alcanzar la felicidad. El dolor, al oírlo, se quedó muy triste, porque ya nadie lo querría.


Poco después pasó por allí un joven lleno de caridad, y viendo llorar al dolor se le enterneció el corazón, lo tomó de la mano y lo convirtió en su amigo inseparable. Ese joven se llamaba Jesús.


Cuando Jesús comenzó a predicar, los oyentes se contagiaron de su felicidad. Por primera vez en la historia, el dolor se alegraba viendo que él también podía dar algún fruto, pues Jesús decía que no habría felicidad sin cruz. Incluso murió en ella abrazado a su amigo el dolor, pero con el corazón inmerso en la alegría.


Buda se asombró al constatar que Jesús y él buscaban lo mismo: la felicidad. Sin embargo, mientras él eliminaba el sufrimiento por la vía de la renuncia y de la meditación, Jesús lo asumía para sanar el pecado y traer la salvación.


Al final, ni uno ni otro erradicaron el dolor del mundo. Buda no pudo; Jesús no quiso. 


Hoy, la felicidad toma la mano del sufrimiento para que no se encuentre solo; por eso los místicos son felices, pase lo que pase.