El gusano

Autor: Padre José Alcázar Godoy

Sitio Web del Padre

 

 

Cierto día, Lino se acercó al río para pescar. Revolvió entre el barro de la orilla y sacó un suculento gusano que serviría de cebo para los peces.
El gusano, aterrorizado, habló así:
- ¡No, por favor, ten piedad de mí! ¡Quiero vivir, ten misericordia de mi familia!
El pescador le contestó:
- Ven gusano, ven a mi anzuelo que necesito peces para mis hijos; ellos tienen que comer y alimentarse. Ven gusanito, darás tu vida por mis hijos.


El gusano trataba con angustia de zafarse de los dedos del pescador, aunque el forcejeo resultaba imposible. A Paulino le preocupaba el alimento de sus hijos; al gusano, su propia vida. 


Paulino proponía algo ajeno a la voluntad del gusano, engañándole con verdades que eran auténticas mentiras, pues intentaba convencerlo, con argumentos de peso, para que diera gustosamente su vida por un ideal que él nunca había deseado. Así le decía :
- No te preocupes, gusano, tu vida será útil. Debes estar contento, porque harás mucho bien. Tu muerte no es crucial cuando es para un bien general. El pescado dará de comer a mis hijos. También tus hijos, gusanos, admirarán tu altruismo y seguirán tu camino, y ofrecerán sus vidas a los hijos de mis hijos. ¿No te parece una entrega maravillosa?


A lo que el gusano respondió:
- Dices palabras hermosas, pero vacías de contenido para mí, porque lo que deseo es ser yo mismo y tú me lo estás impidiendo por un falso ideal. ¡No hay mayor ideal que el que se elige libremente, aunque conlleve la muerte! Y no hay mentira más denigrante que una verdad impuesta que se revela poco a poco por temor a ser rechazada. Tú me has arrebatado de mi familia, mi esposa llora desconsolada, mis hijitos perderán a su padre, padecerán hambre y morirán de dolor. Es preferible mi vida con su miseria que mi muerte para la grandeza de tu casa. No puedes arrebatar mi felicidad en favor de tu colectividad.

El gusano miró a Lino y no vio en él al pescador, sino a un pecador. Este lo apretó contra el anzuelo y lo mató. Sirvió para pescar un gran pez que alimentó a su familia. Mientras todos saboreaban el pescado durante la cena, nadie pudo imaginar lo que se había urdido a orillas del río.