El gran pescador

Autor: Padre José Alcázar Godoy

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Juan Gómez volvía en su botecito con el ánimo henchido de gozo tras la pesca realizada ese amanecer. Se había levantado temprano, porque le gustaba oler la frescura de la mañana y tocar con sus manos la espuma de plata de la mar. Juan había pescado dos atunes brillantes de sol.

Al llegar al muelle, Salomon Witti, banquero norteamericano, master en dirección de empresas, que disfrutaba unos días de descanso, lo vio y le dijo:
- ¿Cuánto tiempo tardó en pescarlos?
- Sólo un poco, dijo Juan Gómez.
Mr. Witti añadió:
- ¿Por qué no permanece más tiempo y saca más pescado?
- Pues porque ya tengo lo suficiente para satisfacer las necesidades más inmediatas de mi familia, contestó Juan.
- ¿Y qué hace con el resto del tiempo?

El pescador mexicano contestó: Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, me echo la siesta con mi señora María y voy todas las noches al pueblito donde tomo vino y toco la guitarra con mis amigos. Como ve, tengo una vida divertida y ocupada.

- Mr. Salomon Witti, viendo las inmensas posibilidades empresariales, abrió su sabiduría y le enseño así: 
- Soy master por Harvard y podría ayudarle. Deje que le explique. Debería gastar más tiempo en la pesca. Con los ingresos podría comprar un bote más grande, luego varios barcos y, eventualmente, tendría una flota de botes pesqueros.

En lugar de vender el pescado a un intermediario debería abrir su propia procesadora. Controlaría así la producción y la distribución, saldría de este “pinche” pueblo para ir a la ciudad de México, luego a Los Angeles y después a Nueva York, donde manejaría su empresa en expansión.
El pescador mexicano le preguntó nuevamente:
- ¿Pero, ¿cuánto tiempo tarda todo eso?
- Pues entre 15 y 20 años, dijo muy seguro Salomon Witti.
- ¿Y luego qué?
El americano se rió, añadiendo que esa era la mejor parte:
- Cuando llegue el momento, anunciaría una oferta de acciones, se volvería rico y ganaría millones de dólares.
- ¿Millones, y... luego qué?
- Luego -replicó Mr. Witti- ya se podría retirar. Se marcharía a un pueblito de la costa donde pudiera dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus hijos, echar la siesta con su mujer e ir todas las noches al pueblo a tomar vino y tocar la guitarra con sus amigos.