El amor matrimonial

Autor: Padre José Alcázar Godoy

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Ayer me rozaste y el amor se despertó. Se despertó un niño perfumado con jazmín que embriagó mi corazón. Y, cuando el niño se incorporó, se hizo hombre y me propuso el matrimonio. 

Yo mojé la pluma de mi esperanza en sus venas, escribí un luminoso poema de mil palabras encendidas y accedí a su petición. Entonces pude comprobar la fuerza del amor matrimonial viniendo a llenar mi solitaria vida. Pude entender que el amor que no busca más que la revelación de su propio misterio no es amor, sino un espejismo que refleja la misma falsedad. Pude, finalmente, sumergirme espiritualmente en esta corriente fugaz que nos integra cuando amamos, y al mismo tiempo nos diluye como la bruma cuando no sabemos querer.

Desde entonces fui la mujer de un marido bienamado que todas las noches dormía junto a mí, convirtiéndose, al despertar, en un tierno infante. 
Pero cada día, ese niño se transformaba con el sol de la mañana en un apuesto joven que volvía a conquistarme con la fuerza de su primer amor.