El aprendiz de asceta

Autor: Padre José Alcázar Godoy

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Había una vez un monasterio muy rico por la cantidad de ofrendas de los habitantes del lugar, quienes consideraban santos a sus monjes y deseaban asegurarles el sustento.

Cierto día, se acercó un muchacho al monasterio, pues conocía la fama de sus monjes y quería ser asceta.

- “¿Quieres vivir como un asceta?”, le preguntó el maestro.

- “¡Oh, sí, vivir como un asceta, eso es lo que deseo; pero, ¿qué es vivir como un asceta?”, respondió el niño.

- “Es rechazar toda codicia y apetencia sensual, es desprenderte del afecto, vestirte con ceniza y abrazar el sufrimiento, pues cuanto mayor sea tu vacío, mejor albergarás al misterio”, replicó el monje.

- “Mis padres son pobres y he venido sin nada al monasterio, mi corazón es joven y virgen mi cuerpo, conozco el hambre y el dolor arropa mis sueños; ¿es esto ser asceta, maestro?”

- “¡Oh, no, eso no es ser asceta. Al conocimiento se llega cuando teniendo dinero lo tratas con desprecio, cuando arrancas del corazón la vanidad y el consuelo, dominas el deseo y curtes con ayuno tu cuerpo. Así se alcanza la ascesis, querido hijo”.

Al caer la noche, el maestro rezó con el niño las últimas oraciones del día y le condujo a su celda, allí lo recostó sobre un mullido colchón, cerró la puerta y lo besó con ternura; luego se marchó a su estancia y se tendió a dormir en el suelo, al lado de una cama sobre la que había un mullido colchón.