Caminos de felicidad

Autor: Jesús Failde González

 

Hace tiempo que sueño y veo entre sueños un camino hacia la felicidad, lo sueño cada noche y lo sigo viendo al despertar. En el camino me encuentro siempre con algunos animales, sobre todo perros que me recuerdan a los que me han acompañado en mi vida….Zaquím, Linda, Betty, Will y también gatos como Salomón o Mafalda. También algunas serpientes conocidas como Cascabel, Víbora, Anaconda, etc.; se paran al verme y me hablan con su lenguaje, me piden caricias y juegos sin fin queriéndome dar su sabiduría y astucia.

Están los árboles y las plantas, verdes, frondosos, llenos de flores, con sus miles de cualidades, y que me llaman a acercarme a ellos, a notar su savia, su fuerza, su vida llena de esplendor.

Está la luz, la luz del amanecer, de la noche con la luna y las miles de estrellas radiantes y dueñas del cielo, del infinito que sabe a eternidad. Pasan también extraños personajes que me miran con mirada profunda contándome su vida en medio del camino, necesitados de compañía, comprensión y tantas cosas más…..hay laderas, campos abiertos, casas, a lo lejos el mar azul con sus miles de habitantes entre sus olas, lagos, océanos, ríos de vida y misterios sin fin.

Pasa toda  mi vida, con todo detalle de circunstancias y hechos, con mis muchos errores, con mis aciertos, recordando a tantas personas que a través del tiempo, la providencia, la naturaleza; mis guías y protectores espirituales han ido haciéndome conocer, y sus huellas perduran como sus experiencias en mi corazón.

Qué poco cuesta hacer felices a las personas y cuánto buscamos nuestra propia felicidad. Nos perdemos en mil y una cuestiones, pero el camino sigue estando ahí a cada instante aunque nos perdamos entre la oscuridad de esos vacíos que a veces sentimos, como si entre las laderas y campos abiertos nos perdiésemos en los bosques buscando salidas.

Perdemos nuestra conexión, formamos un mundo, todo un universo a nuestro entorno, nuestro propio reflejo se pierde y aunque todo nos habla permanecemos inmóviles; esperamos milagros y nuestra mente es como una máquina que gira sin parar. Buscamos, gemimos, lloramos, nos sentimos resentidos de nuestras soledades, sufrimientos, enfermedad.

Intentemos saltar hacia liberarnos de tantas esclavitudes que podemos arrastrar, observemos los mensajes que nos trae cada día aunque nos parezca extraño nuestro caminar.

Entre tantos senderos, el cielo, la tierra y la voz sublime de Dios al despertar, el amor rozaremos a ráfagas de vientos, tormentas y el más allá. Entre susurros, dudas y no se sabe cuántas cosas más entraremos por siempre en los caminos de felicidad.