Mi subida al Monte Sinaí

Autor: Iraida Yocham

 

Nuestras vidas están repletas de momentos especiales, que bien valen la pena compartir, porque pueden llevar una bonita enseñanza a la vida de nuestros semejantes y la otra noche, compartía uno de esos momentos con un amigo y decidí compartirlo hoy con ustedes....
Tuvimos la dicha todos de contemplar el final y el nacimiento de un nuevo milenio y ese año jubilar del 2000, para nosotros marcaba un paréntesis sin igual en nuestra Iglesia....
Siempre soñé con visitar Tierra Santa y en nuestro grupo de oración se organizó una peregrinación Jubilar comenzando en Roma, Tierra Santa, Egipto (Monte Sinaí), Milagros Eucarísticos en Italia y Medjugorie....
La subida al Monte Sinaí fue el comienzo formal de nuestra peregrinación y a esta experiencia me quiero referir hoy....
Al cruzar la frontera de Israel con Egipto, todo cambia y como que nos metemos de lleno en el Antiguo Testamento... nosotros cómodamente instalados en ómnibus y contemplando aquel paisaje tan árido, todo del mismo color arena, menos el cielo. Una y otra vez meditaba acerca de aquel pueblo judío caminando en aquel sol abrasador por el desierto... los profetas antes que ellos y luego José con María y el Niño huyendo hacia esta tierra.... como se formó nuestra religión en esta aridez?... solo Dios pudo hacerlo..! Allí hay dos 
extremos: el calor de día y el frío de noche que penetra hasta los huesos.... el comienzo de la subida 
comenzaba a la una de la madrugada lo cual no entendíamos, todos equipados con linternas y bien calzados para una dura subida. La primera hora del trayecto se hizo en camello, en plena oscuridad, y siempre
temerosos de los precipicios... mi amiga Ely temía que su camello fuera bizco!! Por cierto que el montar un camello puede ser muy novedoso... pero es lo más incomodo que he montado!!!
Nuestro grupo casi cuarenta, no recuerdo el número exacto, se componía de varias edades, y ansiosos todos de la gran aventura que íbamos a correr con Dios... creo que había un pequeño Moisés en cada uno de nosotros...!
Luego de esa larga hora montados en los camellos, comenzamos la ascensión muy entusiasmados y dispuestos a comernos el monte..! Teníamos que subir aproximadamente setenciento cincuenta escalones, así nos dijeron... yo me imaginé una escalera normal... pero no fué así. Hace cientos de años unos monjes ermitaños, se dieron a la tarea de trazar un sendero hasta la cima y esta escalera rustica no era tal escalera. Cada escalón media el doble o más de un escalón normal y el sendero era bien desigual, por lo que había que sortear entre las piedras... empezamos a cansarnos como es de esperar y entonces comenzamos a convertirnos en verdaderos peregrinos; cuando uno de nosotros se agotaba, el que estaba más cercano le tendía la mano o lo esperaba a que recobrara fuerzas... así poco a poco, logramos llegar a la cima exactamente a las 6:00 am, justo a recoger el regalo más precioso que Dios puede haberle dado al hombre.... el despertar de un nuevo día..! Llegamos llenos de júbilo, se nos olvidó el cansancio, pues a nuestros alrededor podíamos contemplar el paisaje mas hermoso y espectacular, reservado parece que solo para los ojos de Dios; eran un interminable rosario de montañas y los colores cambiaban a medida que el sol iba saliendo.
El Padre Saul, nuestro sacerdote experto en las montañas de sur América, había subido con agilidad
en sandalias...!!! si lo que oyen, en sandalias de cuero "a lo San Francisco"!! Se nos adelantó porque
quería esperarnos en la cima con el banquete celestial...
Justo cuando el sol se levantaba como una bola de fuego, todo se volvió color dorado, el Padre Saúl elevaba la Sagrada Hostia y los rayos del sol naciente bañaron la sagrada forma que centelleaba y aquel monte acostumbrado a la grandeza de Dios, se estremeció con aquel encuentro del cuerpo y la sangre de Jesús con el Sol..! La emoción no nos cabía en el pecho... la unción era grande... irrumpimos en alabanzas y cánticos... el shofar se hizo oír como un grito de triunfo al universo.!
Unos jóvenes judíos se unieron a nosotros en alabanzas y allí no hubo diferencias de credos, solo una adoración al Dios que nos creó...y sorprendidos por el uso del shofar (cuerno en forma de espiral usada por los antiguos).
La bajada fue mas fácil y con el gozo que saltaba en nuestros corazones, hubiéramos subido de nuevo el monte si era necesario...!
Ahora voy a la moraleja de todo esto, que no es precisamente narrar la bonita experiencia de un viaje inolvidable....
Nosotros, el pueblo de Dios, caminamos muchas veces en confusión y oscuridad montados en el camello de las dudas y del temor.... como el comienzo de nuestro viaje.
El camino es largo y se nos hace casi imposible llegar a la cima de nuestras aspiraciones y nuestro encuentro con la paz, con la verdad y con Dios...
Pero nuestro caminar nunca lo hacemos solos, aunque así lo parezca. 
Siempre habrá personas que nos tenderán su mano de una forma u otra... otras que nos darán un 
empujón para que caigamos en el precipicio y otras veces nos montaremos en un camello bizco que cogerá mal la ruta... lo importante es escalar... escalar...porque algo muy hermoso nos espera y cuando creamos que ya no podemos más, nuestro Padre Celestial proveerá los medios para nuestra llegada. Cuando El que es todo amor y misericordia, contemplé a sus hijos luchar por alcanzarlo, ustedes no creen que El no va a correr presuroso a nuestro encuentro?
Entonces como aquella mañana que el Sol besó a Dios... así nuestro Padre nos premiará..!!
Continuemos subiendo cada escalón... porque es un escalón menos que nos separa de El...!!!

"A menos que dejemos de confiar en Dios,
nunca seremos derrotados". Romanos 8:37