Papá y mamá: ¡Ustedes son los principales educadores de sus hijos!

Autor: Adolfo Castañeda

Fuente: Vida Humana Internacional

 

 

Los padres, nos enseñan la recta razón y el Magisterio de la Iglesia Católica, deben ser los primeros y principales educadores de sus hijos. Y lo son precisamente por ser padres, es decir, en su ministerio de educar a sus hijos, los padres continúan su misión de darles la vida. Por "procreación" la Iglesia entiende no sólo el proceso biológico de engendrar una nueva vida, sino también el de educarla, ya que se trata de una persona humana y la persona humana está compuesta de alma y cuerpo. 

El documento Sexualidad humana: Verdad y significado, publicado por el Pontificio Consejo para la Familia en 1995, trata el tema de cómo los padres deben educar a sus hijos correctamente en la castidad y en la sexualidad humana. Aunque ese no es el tema que directamente nos concierne aquí, nos referiremos a él debido a que este documento reafirma mucho el hecho de que Dios ha dispuesto que los padres sean los primeros y principales educadores de sus hijos. Esta nobilísima vocación no se limita, por supuesto, al ámbito de la sexualidad humana, sino que abarca la totalidad de la persona. Recomendamos encarecidamente a todos, especialmente a los padres de familia, que obtengan este magnífico documento. 

Animados por la enseñanza de Sexualidad humana: Verdad y significado, queremos decirles a todos los padres de familia: ¡Ustedes sí pueden y deben educar a sus hijos! No se dejen intimidar por lo que digan otros, sea el gobierno o la sociedad, ni tampoco por sus propias debilidades o limitaciones. Dios mismo les ha dado este encargo y por tanto Él mismo los ha capacitado para realizarlo. ¿Necesitan ayuda? ¡Claro que sí! ¿No la necesitamos todos para, por ejemplo, crecer en la fe, a pesar de ser esta un don de Dios? Pidan la ayuda de Dios y de la Iglesia. Humildemente, Vida Humana Internacional también les ofrece su ayuda. ¡No tengan miedo! 

Sexualidad humana: Verdad y significado también nos enseña que "los padres conocen de una manera única a los propios hijos en su irrepetible singularidad y, por experiencia, poseen los secretos y los recursos del amor verdadero" y que por lo tanto "la familia es la primera escuela de las virtudes sociales, que todas las sociedades necesitan". Por lo tanto, los padres como educadores, "difícilmente puedan ser sustituídos, salvo por graves razones de incapacidad física o moral". 

El documento también nos enseña que la Iglesia y el Estado comparten la misión educativa de los padres, pero según el principio de subsidiaridad. Este principio significa aquí que los padres delegan en la escuela (religiosa o pública) su misión educativa, no para que la escuela los sustituya, sino para que la escuela los ayude en esta tarea. Es decir, para que la escuela respete los valores de los padres y "actúe en nombre de ellos, con su consenso y, en cierta medida, incluso por encargo suyo". 

Si vamos a la Biblia, al Libro del Deuteronomio, en los capítulos 4 y 6, encontramos que Moisés, después de darles los Mandamientos al Pueblo de Dios, se dirige primeramente a los padres de familia, diciéndoles que les enseñen estos Mandamientos a sus hijos. Observemos que no se dirige primero a los maestros, ni a los gobernantes, ni a los jueces, ni a los profetas, ni a los sacerdotes, sino a los padres. Los padres son los primeros educadores de sus hijos, sus primeros sacerdotes, sus primeros pastores y sus primeros guías espirituales. Precisamente el documento Sexualidad humana: Verdad y significado habla de la ayuda que los padres les deben dar a sus hijos para que descubran su vocación. La escuela está ahí, no para sustituir a los padres, sino para ayudar a los padres en su tarea educativa. Por lo tanto, es responsabilidad de los padres el estar bien formados, sobre todo en religión y en moral, para, con su ejemplo y con su palabra, formar a sus hijos. 

Lamentablemente, nuestra sociedad hoy en día no está respetando este deber y este derecho de los padres de ser los primeros y principales educadores de sus hijos. Incluso, hay algunos que se atreven a burlarse de los padres o a denigrarlos diciendo: "Los padres no están preparados". Ello es una falta contra el Cuarto Mandamiento, que nos ordena honrar a los padres. Si en efecto los padres no están bien preparados, ¿cuál debe ser nuestra actitud ante esa realidad? Nuestra actitud no debe ser ni la burla, ni el desdén, ni la sustitución, sino la ayuda sincera, correcta y respetuosa. 

Es triste ver cómo hasta en el mismo ámbito de la Iglesia hay algunos que se comportan así. En vez de una pastoral de la sustitución, hay que desarrollar una pastoral de la ayuda y de la capacitación de los padres. 

Los padres también se enfrentan a una sociedad hedonista y consumista e, incluso, muchas veces hostil a ellos y a la familia. ¿Qué dice sobre esto el documento Sexualidad humana: Verdad y significado? La Iglesia en este documento está consciente de que vivimos en una sociedad que se basa en producir y disfrutar usando a las personas como si fueran cosas. Con esta mentalidad se introducen, por ejemplo, programas de "educación" sexual en las escuelas que son contrarios a los valores morales y "a menudo contra el parecer y las mismas protestas de muchos padres". Ante esta situación los padres deben buscar la enseñanza y el apoyo de la Iglesia, asociarse a otros padres y reivindicar sus derechos por ellos mismos. Es decir, los padres no deben tener miedo de enfrentar a aquellos que, en vez de enseñar lo correcto (matemáticas, ciencias, lenguaje, religión, valores cívicos, etc) a sus hijos (sea en escuelas públicas o católicas), están transmitiéndoles cosas dañinas, sobre todo en esta área tan delicada de la sexualidad humana. Los padres deben buscar todos los medios legítimos y legales para luchar, sobre todo unidos en asociaciones de padres, por los derechos suyos y de sus hijos a una educación verdaderamente humana y cristiana y para que se elimine la "educación" sexual hedonista de las escuelas y cualquier otra enseñanza dañina. 

Veamos ahora, por medio de un tema concreto, cómo la Iglesia aborda la forma en que los padres deben transmitir a sus hijos una visión correcta del matrimonio. Precisamente Sexualidad humana: Verdad y significado también desarrolla el tema de cómo los padres deben educar a sus hijos para una correcta elección y vivencia de su vocación en la vida: el matrimonio o la virginidad por el Reino de Dios, ambas son vocaciones a la santidad, y con respecto a ambas, la familia tiene un papel decisivo en su desarrollo. 

¿Qué dice el documento sobre el papel de los padres en la vocación de sus hijos al matrimonio? El documento dice que la mejor preparación para el matrimonio es la formación en el amor verdadero. Y es en la familia donde los hijos pueden aprender la grandeza de este amor y de la sexualidad en un contexto cristiano. Es decir, aprenden que un verdadero matrimonio cristiano "no es el resultado de conveniencias ni de la mera atracción sexual". Como el matrimonio es una vocación, éste requiere que se medite bien la elección del cónyuge, que ambos esposos se comprometan ante Dios y que pidan su ayuda constantemente. 

¿Cómo pueden los padres, según este documento, formar a sus hijos en el amor verdadero? Para formar a sus hijos en el amor verdadero los padres deben tomar como punto de partida su propio amor conyugal, no sólo en el sentido de darles un buen ejemplo a sus hijos, eso es lo principal, sino también en el sentido de tener una visión grande, digna y bella del matrimonio según Dios lo ha creado. El verdadero amor conyugal y el matrimonio vienen de Dios y no son resultados de la casualidad o de la evolución, ni un mero invento de la sociedad, sino de la sabiduría de Dios para realizar en la humanidad su plan de amor. 

Los padres deben inculcarle a sus hijos, con su ejemplo y sus enseñanzas, la grandeza de este amor conyugal y sus características. El amor conyugal verdadero tiene cuatro características: humano (sensible y espiritual), total, fiel y fecundo. Estas características se fundamentan en el hecho de que la unión matrimonial entre el hombre y la mujer es tan íntima que éstos llegan a ser una sola carne (Génesis 2:24). 

Esta unión matrimonial ha sido elevada por Cristo a sacramento, signo visible de su amor por la Iglesia. Mediante el Sacramento del Matrimonio, la sexualidad es colocada en el camino de la santidad y se refuerza más aún la unidad indisoluble del matrimonio. 

La familia surge de esa comunión matrimonial entre el hombre y la mujer, y por esa misma razón la familia también es una comunión de personas. Es decir, la comunión de los esposos se prolonga en los hijos. La familia, como comunidad de personas, tiene cierta semejanza con la Santísima Trinidad. Es decir, así como el Espíritu Santo es el amor infinito que procede eternamente como persona divina entre el Padre y el Hijo; así los hijos proceden del amor entre el padre y la madre, a semejanza del amor divino. La familia, pues, debe reflejar en su vida el amor que las personas divinas se tienen entre sí en el seno de la Trinidad. De esa manera los hijos crecerán sanos y felices y al mismo tiempo crecerán en la madurez del amor verdadero. 


Papá y mamá: ¡Adelante y no tengan miedo!