Discurso sobre la Suma Teológica de Santo Tomas de Aquino

Misterios de la vida de Cristo

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

Sitio Web del Padre

 

 

EL NACIMIENTO DE CRISTO

Santo Tomás dedica en la Suma Teológica, 25 cuestiones a los misterios de la Vida de Cristo, de la cuestión 35 a la  59.  Hoy vamos a estudiar la 35 a la 39, que tratan del nacimiento de Cristo, su manifestación a los pastores y a los magos, de la circuncisión y del bautismo. En la cuestión 35,1, ad 3, dice santo Tomás, respondiendo a la dificultad de si María es madre de la naturaleza humana o de la Persona divina: "La naturaleza -dice- no empieza a existir; es más bien la persona la que existe en alguna naturaleza. Porque la naturaleza se define por lo que un ser existe, y la persona por lo que tiene una subsistencia... Consiguientemente en Cristo hay dos nacimientos, correspondientes a sus dos naturalezas, divina y humana: uno eterno y divino, en el que nace del Padre, y otro temporal y humano, en el que nace de la Madre". En uno y otro nacimiento el que nace es la Persona Divina. “La Bienaventurada Virgen María es verdadera y natural Madre de Cristo. El cuerpo de Cristo no cayó del cielo, como dijo el hereje Valentino, sino tomado de la Virgen Madre y engendrado de su purísima sangre”.

 

NACIMIENTO HUMANO

Cuando nace de la Madre, María miraba y remiraba al Niño, siendo niño humano y Persona Divina, que era su Creador y su hijo. Lo abrazaba casi con miedo de romperlo, cantaba, reía, rezaba, se le llenaban los ojos de lágrimas. A San Pablo le escuchamos que el nacimiento de Cristo es la epifanía de los atributos más característicos de Dios: "Ha aparecido la bondad de Dios y su Amor al hombre" (Ti 3, 4). En efecto, Dios es amor y el amor se manifiesta en bondad. Dios es bueno, y la bondad ama. Dios es bondad y amor y nos lo manifiesta en un Niño. "Dios ha derramado copiosamente el Espíritu Santo sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador". Ha sido una lluvia torrencial de amor y de misericordia para limpiarnos de nuestros pecados. "Ya somos herederos de la vida eterna en esperanza". "El nos pastoreará con el poder de Yave". 

 

COMO TODOS LOS NIÑOS

Hemos sido buscados por Dios por medio de un Niño. "Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer" Gál 4,4. Dios ha querido nacer de una mujer. El Hijo de Dios ha querido asumir el proceso biológico humano como todos los hombres, nacer llorando, pasar largos ratos durmiendo, someterse a todas las necesidades fisiológicas, depender de su madre, como todos nosotros. Despertó al Niño Jesús el parloteo de los pastores. Unos le cogieron en brazos, otros le acariciaron, y El correspondía con una sonrisa. Ha querido ser acunado por su madre, y recibir bellos y encendidos piropos, ser cubierto de besos mientras le da de mamar y le mece. San José también lo toma en sus brazos con naturalidad y con un cariño inmenso agradeciendo, loco de alegría, la gran vocación y confianza privilegiada que ha recibido del Padre. Pero no están siempre en adoración del Niño. Hay que hacer cosas, limpiar el establo, encender el fuego, preparar comida, lavar los pañales del Niño, atender con cariño a los pastores y a los vecinos que fueron llegando también poco a poco.

MANIFESTACIÓN A LOS PASTORES.

Anunció el ángel a los pastores: "Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres a quienes Dios ama" (Lc 2, 14). Salieron corriendo los pastores después de oir al ángel que les había anunciado la gran alegría que sería también para todo el pueblo: "Os ha nacido un salvador, que es Cristo Señor, en la ciudad de David. Encontraréis un niño envuelto en pañales reclinado en un pesebre" (Lc 2, 11). Corrían los pastores transfigurados, con una alegría interior que no habían experimentado nunca. "Y encontraron a María, a José y al Niño acostado en un pesebre". (Ib 16) En la gruta apenas había luz. Dios se abajó hasta el polvo y el estiércol. Es el Camino, y no puede andar. Es la Verdad, y no puede hablar. Es la Vida, y si no mama a los pechos de su madre, se muere. Los pastores con sus regalos, miraban con la boca abierta, no queriendo perderse ni un solo detalle. María descubrió los pañales y apareció la carita rosada. Todos querían tocarle. No entendían, pero se sentían felices. Y les contaron lo que los ángeles les habían dicho del Niño, y María se alegraba y sonreía escuchándoles. "Y pensaba y pensaba estas cosas guardándolas en su corazón" (Ib 19). Dios nos ha amado tanto que se ha hecho tan pequeño. Dios se ha eclipsado en un bebé. Ya no es la zarza que arde...ni el Sinaí llameante. Es como si el sol se hubiera encerrado en una bombillita chiquita. "Se eclipsó en el Niño, Dios". "Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer".

 

MARIA, LA MUJER CONTEMPLATIVA

Y después, cuando todos se fueron, y se quedaron solos, María pensaba. María es una mujer contemplativa, como se deduce de las palabras del Evangelio: "María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" Lc 2,16. María sabe leer los signos de los tiempos y los signos de Dios. María pensaba. Escuchaba a los pastores y ahora medita en su corazón, contempla. La contemplación no es un discurso teológico con premisas, conclusiones, exégesis. La contemplación acerca intuitivamente a la divinidad, es integradora, afectiva, unificante. Cuando María contempla, admira, se asombra, alaba, se enternece, glorifica, agradece, se ofrece, se entrega. Sale de sí misma. Esto es el éxtasis que se abisma en la "profundidad de la riqueza, de la sabiduría y ciencia de Dios y comprende cuán insondables son sus pensamientos, y cuán indescifrables sus caminos" (Rm 11,33). La contemplación la convierte en una mujer madura y llena de grandeza, inalterable y equilibrada, viviendo en la atmósfera de paz que el mismo Dios le contagia. Tiene en Dios clavada la mirada y el corazón, en frase de Pablo VI.  Dios habló a Abraham y a Moisés y envió a los Profetas para que hablaran a nuestros padres. Ahora, en esta etapa final nos ha hablado por su Hijo (Hb 1,1). Cuando nace el Hijo de Dios, hablan los ángeles, los pastores, los reyes venidos de Oriente. Hablarán Simeón y Ana en el templo. Sólo María calla, absorta en el misterio. Sólo la Madre guarda silencio. Es el éxodo de sí misma que la vuelve llena de madurez y de grandeza. Mientras el que piensa, piensa y habla mucho, el contemplativo guarda silencio. En su interior no hay diálogo, pero hay una corriente viva y palpitante: En María se cumple la maravillosa estrofa de san Juan de la Cruz: "Quedéme y olvidéme - el rostro recliné sobre el Amado - cesó todo y dejéme - dejando mi cuidado - entre las azucenas olvidado". María tiene clavada en Dios la mirada y el corazón.        

 

LA MANIFESTACIÓN A LOS MAGOS.

Con el Cántico de gloria entonado por Isaías en el capítulo 60, 1 ss a la futura Jerusalén de los tiempos mesiánicos, sencillo, lírico y metafórico a la vez, llegamos probablemente a una de las más altas cimas de la poesía hebrea, e incluso universal. Más que pintar la futura Jerusalén nos describe la transparente presencia de Yahve en medio de su pueblo. Vuelven a la ciudad luminosa los desterrados. Pero vienen también hoy, los reyes, los pueblos todos, todas las gentes. "Los tesoros del mar" de la Profecía, son los habitantes del Mediterráneo. Madián y Efa son el actual Golfo de Akaba y del Yemen (Sabá), con sus ricas producciones de oro e incienso. Todos son hijos de Abraham por la fe. Los evangelistas vieron el cumplimiento de esta profecía en el nacimiento del Sol de Justicia. "Reyes que buscáis estrellas, No busquéis estrellas ya, porque donde el Sol está, no tienen luz las estrellas". Pero el Sol ha nacido para iluminar a todo hombre de esta tierra y quemar los pecados.

 

LA PEREGRINACION DE LA FE

Los Magos, son paradigma del recorrido del camino de la fe. Vieron una estrella en el cielo y este hecho los sacó de su país. Los Magos consultan a los especialistas de la Palabra de Dios "interrogan por el lugar de su nacimiento, creen y buscan, como para significar a los que caminan en la fe y desean la visión", dice citando a San Agustín, Santo Tomás. En la palabra de Dios encuentra sentido la vida. Estos, interpretando las Escrituras, dicen que hay que ir a Belén. Como Abraham. Han encontrado la perla preciosa. "Los judíos fueron semejantes a los obreros del arca de Noé, que procuraron medios de salvación a otros y ellos perecieron en el diluvio; como las piedras miliarias, que señalan el camino y no se mueven, así fueron los doctores".

 

LA ETERNA LUCHA

Pero ahí están la noche y el mundo del mal, que acechan y rodean. Se acentúan los peligros y las tentaciones. Herodes, nuevo Faraón, quiere hacer esclavos suyos a los hombres. Los Magos avisados en lo más profundo de su ser, desbaratan las trampas, aceptan la Palabra que les ofrecen. Cuando se llega a Belén se experimenta e invade la alegría interior. En Belén se adora a Cristo. Y se le ofrecen dones. La historia de Jesús entre los hombres acaba de empezar.  "Y se marcharon a su tierra por otro camino". No se puede vivir como antes de ir a Belén. El que ha ido a Belén ha de tomar otro camino. El camino del amor y de la fidelidad.

 

LA CIRCUNCISIÓN

Al imponerle al Niño el Nombre, al ser circuncidado, José ejerció el derecho y el deber del padre. Así se lo había mandado el ángel: "Al cumplirse los ocho días, cuando tocaba circuncidar al Niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción" Lc 2,21. El nombre “Jesús” significa Dios que salva de todo mal. A todos los hombres, de todos los males, que en el fondo, son privación de la plenitud de la vida verdadera, corporal, espiritual, psicológica, moral. Nos libra del error y la ignorancia, nos fortalece para superar el dolor. Y nos sigue librando hoy y ahora, en la Eucaristía, donde "tiene piedad y nos bendice, e ilumina su rostro sobre nosotros" Sal 66. Ahora ha comenzado el mundo nuevo, la etapa salvífica de Dios Amor Misericordioso, la sangre redentora de la circuncisión ya es inicio del sangriento calvario, en el que ha de ser bautizado por el bien de sus hermanos, el hermanito más pequeño, aunque es el mayor y el primogénito.

        

EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL JORDÁN.

"Mirad a mi siervo a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre El he puesto mi espíritu". "Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre El. Y vino una voz del cielo que decía: Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto". Son dos textos luminosamente coincidentes: Dice Isaías: Sobre El he puesto mi Espíritu. Dicen los sinópticos: "El Espíritu bajaba como una paloma y se posaba sobre El". Dice Isaías: "Este es mi elegido, a quien prefiero. Y los sinópticos: Este es el amado, mi predilecto" (Mt).

 

PROGRESO EN LA REVELACION

Entre Isaías y los sinópticos hay una diferencia: Isaías dice: "Mi siervo". Los evangelios dicen: éste es "mi Hijo". Hay pues un progreso de Revelación en el Evangelio: El Padre revela al Hijo, que viene a revelar al Padre. El Siervo de Yahve viene a realizar una misión trascendental: Renovar la alianza de Dios con Israel. Para ello el autor sagrado se sirve de la terminología propia de la creación: "Yo te he formado y te he hecho", como al primer hombre. Ahora comienza un Mundo Nuevo, una creación Nueva, un Orden Nuevo de cosas a través de la alianza Nueva con su pueblo, que culminará con el Bautismo de sangre de la Cruz, que anuncia ya el Bautismo en el Jordán. Desde ahora todo será nuevo. Y así como en la Creación el espíritu se cernía sobre las aguas (Gn, 1,2), en la nueva creación que comienza hoy, el Espíritu se posa sobre Jesús.

 

SACERDOTE, PROFETA Y REY

Como Sacerdote, Profeta y Rey, su actuación será muy distinta de las de los de su tiempo. No actuará con procedimientos militares, ni con gritos en las plazas, ni con legalismo humano. Implantará el derecho y la justicia, no como los entendemos hoy impregnados de legalismo y sociología, sino con una actividad salvífica a todos los niveles, según los designios de Dios. Es decir, transformando la interioridad de los hombres, uno a uno, reavivando la mecha a punto de extinguirse, haciendo la revolución verdadera querida por Dios con las armas de la paz, por la acción dinámica del Espíritu que le anima, en mansedumbre y humildad.

 

HACER LO QUE DIOS QUIERE

A Juan que le dice a Jesús: "Soy yo el que necesito que Tú me bautices", responde Jesús: "Debemos cumplir lo que Dios quiere". La obsesión de Jesús es hacer la voluntad del Padre. Y ese debe ser el programa de todo cristiano. El Bautismo de Jesús culmina con una teofanía. Se abre el cielo, desciende el Espíritu sobre Jesús, y el Padre proclama la filiación de Jesús y su Amor por El. Está allí la Familia Trinitaria presente y actuante. Es un momento imponente y trascendente. El Padre y el Espíritu presentan las credenciales de Jesús ante Israel y ante el mundo.

        

COMIENZA LA MISION DEL SIERVO DOLIENTE

"El bautismo de Jesús es la inauguración de su misión de Siervo Doliente. Se deja contar entre los pecadores; es ya el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; anticipa ya el bautismo de su muerte sangrienta; por amor acepta el bautismo de muerte para la remisión de los pecados. Así es como manará de El el Espíritu para toda la humanidad. En su bautismo se abren los cielos, que el pecado de Adán había cerrado. Y la aguas fueron santificadas por el descenso de Jesús y del Espíritu como preludio de la nueva creación. Por el bautismo el cristiano se asimila sacramentalmente a Cristo que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección. Debemos entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con Jesús para subir con El, renacer del agua y del Espíritu en hijos amados del Padre y vivir una vida nueva" (CIC 536).