Los cristianos, estrellas para el mundo paganizado

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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1.- Cuando Isaías contempla radiante de alegría, el regreso de los hijos desterrados de Israel a la ciudad luminosa, embriagado de lirismo, proclama el Cántico de gloria a la Jerusalén de los tiempos mesiánicos, una de las más altas cimas de la poesía hebrea, e incluso universal, que describe la presencia del Señor en medio de su pueblo, llenándolo de luz. 

2. Pero los que hoy vienen al resplandor de la aurora que inunda Jerusalén, son también los magos, representantes de los pueblos todos, todas las gentes. "Los tesoros del mar", (los habitantes del Mediterráneo), nosotros también. Madián y Efa (los del Golfo de Akaba), y los de Sabá (el Yemen actual), convertidos todos por la fe en hijos de Abraham, van llegando con la ofrenda de sus productos preciosos de oro incienso y mirra, cantando las glorias del Señor. Isaías 60,1. El Profeta no ha querido hacer un relato histórico, sino anunciar con poesía, el triunfo del Señor y de su Mesías, que se ha manifestado a los gentiles. 

3. Mateo utiliza el episodio de los Magos, una leyenda con base sólida, para narrar una manifestación extraordinaria que guía a los Magos a descubrir al Rey de los judíos. Después de haber contado la genealogía de Jesús, como hijo del hombre, Mateo ratifica su categoría de Hijo de Dios, utilizando a los Magos como figuras teológicas. Los magos, como paganos, desconocen la Escritura. Y el evangelista introduce una dialéctica que estará presente en todo su evangelio. Mientras los doctores de la Ley, expertos en las escrituras, no reconocen al Mesías, lo buscan los paganos. Jesús, rechazado por el pueblo elegido, es adorado por los gentiles. Y Dios, que no hace acepción de personas, les acepta y se les manifiesta. 

El particularismo judío cede el paso al universalismo de la salvación que se ofrece a todos. Primero los pastores, los incultos, después los sabios, los magos. Jesús satisface todas las esperanzas de todos los hombres, judíos o griegos, romanos o persas, o babilonios. Marginados, pobres, socialmente despreciados, y los cultos y poderosos. Jesús es el rey que todos esperan, pero un rey humilde y oculto. Quien lo encuentra se llena de alegría, lo adora como rey de su vida y se entrega a él, como los magos. Los regalos que le ofrecen, son los productos de un país oriental, propios de los reyes.

4. Es verdad que nos parece que Dios calla, y esta es la noche, pero hay que saber que habla distinto lenguaje y no con palabras humanas. Después de haber hablado por los profetas, nos ha hablado por Cristo y se ha quedado mudo, (San Juan de la Cruz). Es urgente perder la rudeza y corteza que incapacita para entrar en su onda. Hay que tener sensibilidad para captar el lenguaje de Dios, y después, ser dóciles a su mensaje y estar dispuestos a soportar la Noche de la fe, que la purifica. Y hacerse espaldas unos a otros. Dios llama a tres para que se ayuden en la noche. Ese es el sentido de la dirección espiritual y el vivir la fe en comunidad. 

Hay que acrecentar la confianza en Dios. La estrella se oculta porque ella no produce la fe; ésta es fruto de la palabra, que está en Jerusalén. Como los magos, hay practicar la humildad buscando y preguntando. Y después perseverando. Nos trazamos metas muy altas movidos por el entusiasmo de unos momentos de euforia y después vamos perdiendo gas hasta desinflarnos por completo. 

5. Los Evangelistas vieron cumplida la profecía de Isaías, al nacer el Sol de Justicia. "Reyes que buscáis estrellas, No busquéis estrellas ya, porque donde el Sol está, no tienen luz las estrellas". Ha nacido el Sol que a todos nos atrae, mientras no queme demasiado. Pero el Sol ha nacido para iluminar a todo hombre de esta tierra y quemar los pecados. Buscar sólo el calorcillo dulce sin experimentar su quemadura, arrastra hacia la tibieza y mediocridad y ahuyenta de la excelencia y de la santidad. Hoy hacen falta muchos santos y sobramos muchos tibios y mediocres. De ellos nunca se escribirá nada. Como de los cobardes. 

6 .- Cantemos al Señor ante quien "se postrarán todos los reyes de la tierra y le ofrecerán sus dones, y supliquémosle que todos los pueblos le sirvan, para que por nuestra oración libre al pobre que clama, y al afligido que no tiene quien le proteja, y para que el pobre y el indigente sean acogidos por él" Salmo 71. Cantemos al Señor, sí, pero nuestro canto mejor son nuestras virtudes, el amor pone la música, la inmolación la letra. Inmolación que empieza por cosas chiquitas y va subiendo hacia las mayores en virtud de la fuerza de la gracia y del entrene personal. 

7. Los magos vieron una estrella en el cielo y este suceso los sacó de su país: "Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarle” Mateo 2,1. Cuando el pueblo de Israel estaba en los campos de Moab, y Balac, su rey, exigió a Balaam, que profetizara contra Israel, lo único que consiguió fue que Balaam bendijere a aquel pueblo. De entre los largos capítulos, destaca este texto: “Veo una estrella que se destaca de Jacob” (Nm 24,17). Doce siglos han de pasar para que esa estrella llegue hoy a ser vista por los Magos. Han de madurar los tiempos. Hemos de saber esperar con paciencia a que aparezca la estrella. Como los Magos, hemos de recorrer dolorosamente y pacientemente el camino de la fe. Un día comenzamos a buscar, a caminar... Después, la luz ha ido palideciendo, hasta llegar a desaparecer. Sentimos la tentación de regresar a Egipto. Nos tentaban las ollas de carne. La vida fácil, el camino trillado. Y titubeamos. Hemos de proceder como los Magos: Consultar a los especialistas de la Palabra porque sólo en ella encontramos sentido a nuestra vida. Y coraje para vivir. Estos nos dicen que hay que ir a Belén. Como los magos hemos de prestar la obediencia de la fe. Cuando Abraham fue llamado a salir de su tierra, lo dejó todo (Gn 12,1). Había encontrado la perla preciosa. Hay que seguir la estrella con prontitud, venciendo el qué dirán, con generosidad, con alegría y amor, con perseverancia. 

8 Herodes, que teme que le quiten el reino, se sobresaltó. Cuando en vez de servir desde el cargo que se tiene, y seguramente se ambicionó y se buscó, uno se sirve del cargo del que tomó posesión, y como posee el cargo, y no sabe ni quiere vivir sin él, se sobresalta ante cualquier atisbo de superación, suplantación. Hasta los tres tenores sobornan al coro para que sólo sobresalgan los tres, sin que nadie los eclipse. La vida se hace amarga y la amargura repercute en los demás, porque no se tiene paz. 9. La noche y el mundo del mal nos rodean. Los peligros son más inminentes, las tentaciones se presentan más atractivas e insinuantes. Herodes, nuevo Faraón, nos quiere hacer esclavos suyos. Los Magos avisados en lo más profundo de su ser, desbaratan las trampas, aceptan la Palabra que les ofrecen, y vuelve a hacerse de día. En medio de la oscuridad de la Noche, sale de nuevo la estrella. Al fin, hemos llegado a Belén. Lo sabemos por la alegría interior que nos invade: "Se llenaron de gozo". Como quien ha encontrado la perla y el tesoro. En Belén adoramos y ofrecemos a Cristo nuestra vida, unidos a su Sacrificio. 10. "Y se marcharon a su tierra por otro camino". No podemos vivir como antes. Hemos de tomar otro camino. El camino del amor y de la fidelidad, del sacrificio y de la abnegación, del trabajo de cada día bien hecho, de la paciencia en las contradicciones y de la afabilidad y justicia en el trato con nuestros hermanos. El camino de la compasión activa con todos los que sufren. Y nos hemos de convertir en Epifanía para nuestros hermanos por la predicación, los sacramentos, la vida. En la cultura del consumismo que la formidable publicidad fomenta acentuando el materialismo, los cristianos debemos privilegiar la primacía del espíritu y de las actividades espirituales, como la contemplación, el amor, la fidelidad, el ejemplo=testimonio, convirtiéndonos en estrellas de justicia y fidelidad para el mundo pagano en tinieblas. 11. Cada creyente ha de acoger la invitación de los ángeles que anuncian incesantemente: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor» (Lc 2,14). De este modo, el tiempo de Navidad será el corazón palpitante que introducirá en la vida de la Iglesia la abundancia de los dones del Espíritu para una nueva evangelización". Manifestemos nuestra gratitud a Dios Omnipotente y al Espíritu Creador por la Sangre derramada por Jesucristo a Quien sea dada toda gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amen.