Comentarios a la Summa Teológica

Virtud Cardinal: La justicia

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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La más excelente de las virtudes cardinales, después de la prudencia, es la justicia y su importancia es enorme y de necesidad absoluta para la paz individual, familiar, social y mundial. La justicia establece el orden de los hombres con Dios y con los demás hombres; prohíbe el fraude y la mentira; ordena la sencillez, la veracidad y la gratitud y pone orden entre la sociedad y los ciudadanos. Da a cada uno lo suyo, lo que estrictamente le corresponde. Y la sociedad y la autoridad, por la justicia distributiva, lo suyo a los individuos. Y aunque, según santo Tomás, la paz es fruto de la caridad, como la justicia pone orden entre los hombres, y la paz, según san Agustín, es la tranquilidad del orden, prepara, por la remoción de los obstáculos, el reinado de la paz y del bienestar. 

DIVERSAS ESPECIES DE JUSTICIA Y VIRTUDES DERIVADAS

Hay varias especies de justicia: La legal, es la que tributa el individuo a la sociedad. La distributiva, es la que ofrece la comunidad a cada persona. Y la conmutativa, entre las personas que se dan mutuamente lo que a cada una corresponde. De la justicia se derivan y originan otras virtudes: la religión, respecto a Dios; la piedad, a los padres; el respeto y la obediencia, a los superiores; la gratitud, que recompensa los beneficios recibidos; la "vindicta", o el castigo justo, con el que se reparan las injurias inferidas a una persona o a la sociedad; la veracidad, en orden a la verdad; la fidelidad a las promesas; y la simplicidad, en las palabras y en los actos. Y en el trato con los prójimos, la afabilidad; en la moderación en el amor a las riquezas, la liberalidad; y para no aferrarse a la letra de la ley, y seguir su espíritu, la epiqueya. 

LA JUSTICIA SOCIAL

La justicia social coincide con la legal, aunque con influjo de la distributiva. Y la justicia internacional, que rige el derecho entre los pueblos y se basa en el derecho de gentes, se rige por la justicia legal, la distributiva y la conmutativa, y por las transacciones comerciales y contratos entre las naciones. 

La justicia vindicativa

La justicia vindicativa, es propia de la conmutativa, que regula las penas que se deben imponer a los que transgreden las leyes, si la ejerce la autoridad pública; y si la ejercen los individuos, la vindicta o castigo justo. Santa Teresa nos da testimonio leve de lo mucho que ama obrar en justicia, ella y sus corresponsales, como atestigua la carta dirigida al “Rey don Felipe II: Madrid. Ávila, 4 de diciembre de 1577.

La gracia del Espíritu Santo esté siempre con vuestra majestad, amén. Yo estoy muy convencida de que nuestra Señora ha querido valerse de vuestra majestad y tomarle para el remedio de su Orden, y por eso no puedo dejar de acudir a vuestra majestad con los asuntos de ella. Por amor de nuestro Señor suplico a vuestra Majestad perdone tanto atrevimiento. Ya creo que tiene vuestra majestad noticia de que estas monjas de la Encarnación han conseguido llevarme allí, pensando que habría algún remedio para librarse de los frailes, que ciertamente son un gran estorbo para el recogimiento y la oración que buscan, y tienen toda la culpa de la falta de la misma en aquella casa. Mientras ellos las confiesen y las visiten, mi llegada allí --al menos duradera-- no sirve para nada, y así lo he dicho siempre al visitador dominico, y él lo tenía muy asumido. Para conseguir algún remedio, mientras Dios hacía esto, instalé en una casa a un fraile descalzo, tan gran siervo de nuestro Señor, que las tiene muy edificadas, con otro compañero, y asombrada está la ciudad del grandísimo fruto que allí ha conseguido, y por eso lo tienen por santo, y en mi opinión lo es y lo ha sido toda su vida. Informado de esto el nuncio anterior y del daño que hacían los del "paño", por larga información que le llevaron los de la ciudad, envió un decreto de excomunión para que los devolvieran allí (pues los calzados los habían echado con muchos denuestos y escándalo de la ciudad), y ordenando, bajo pena de excomunión, que no fuera allí ninguno del "paño" a negociar ni a decir misa, ni a confesar, sino los descalzos y los clérigos. Con esto ha estado bien la casa hasta que murió el nuncio, porque han vuelto los calzados y así ha vuelto la inquietud, sin haber presentado la facultad que tienen para poderlo hacer. Y ahora, un fraile que vino a absolver a las monjas, las ha causado tantas molestias y tan sin orden ni justicia, que están muy afligidas, y castigadas con las penas que antes tenían, según me han dicho. Y además, éste les ha quitado los confesores (porque dicen que le han hecho vicario provincial, y debe de ser porque tiene más cualidades para hacer mártires que otros), y los tiene presos en su monasterio, y descerrajaron las celdas, y les quitaron los papeles que tenían.

Está todo el lugar muy escandalizado de que, sin ser prelado ni demostrando con qué derecho hace esto (porque ellos están sometidos al comisario apostólico, el padre Gracián), se atreven a tanto, estando este lugar tan cerca de donde reside vuestra majestad, que ni parece que temen que hay justicia ni a Dios. A mí me tiene muy lastimada verlos en sus manos, cosa que hace días que deseaban, y preferiría que estuvieran entre moros, porque quizá tendrían más piedad. Y este fraile tan siervo de Dios está tan flaco de lo mucho que ha padecido, que temo por su vida.

Por amor de nuestro Señor suplico a vuestra majestad mande que le rescaten rápidamente, y que se disponga que no padezcan tanto con los del "paño" todos estos pobres descalzos, pues ellos no hacen más que callar y padecer y merecer mucho; pero se escandaliza a los pueblos. Que este mismo que está aquí, tuvo este verano preso en Toledo a fray Antonio de Jesús -que es un bendito viejo, el primero de todos los descalzos- sin ninguna causa, y así van diciendo que los ha de destruir, porque lo ha mandado el Tostado. Dios sea bendito, porque los que habían de ser instrumentos para evitar que sea ofendido, lo sean de tantos pecados, y cada día lo harán peor, si vuestra majestad no manda poner remedio; no se en qué se vamos a parar, porque ningún otro tenemos en la tierra que nos defienda.

Quiera nuestro Señor que su Majestad nos dure muchos años. Yo espero en él que nos hará esta merced, pues se ve tan solo de quien mire por su honra. Constantemente se lo suplicamos todas estas siervas de vuestra majestad y yo. Fecha en San José de Ávila a 4 de diciembre de 1577. Indigna sierva y súbdita de vuestra majestad, Teresa de Jesús, Carmelita. 

LA INJUSTICIA

Santo Tomás, siguiendo el orden de Aristóteles, a quien él designa como el Filósofo, trata de la injusticia, después de haber estudiado la justicia. Cuando hablamos de la relación fe –razón no podemos olvidar que la fe estudiada por Santo Tomás busca siempre apoyarse en la razón, en su caso, en la máxima autoridad científica de su tiempo, el Filósofo Aristóteles, que fue la causa de algunos errores que todavía pululan en el Aquitanense, no imputables a la fe, sino a la escasa luz de la ciencia de su tiempo, que hizo errar a Santo Tomás, como en el caso de la creación del alma humana, y que pone de manifiesto la importancia que el Santo atribuía a la ciencia, representada por Aristóteles, 322 antes de Cristo. Pues bien, Santo Tomás, siguiendo al Filósofo, enseña que la injusticia consiste en la violación de la virtud cardinal de la justicia, habitualmente, o de manera actual. La injusticia es interna, cuando se comete en el ámbito interno de la conciencia, como el juicio temerario; cuando se comete en el foro social es externa, como la calumnia o la difamación; puede ser también mental, verbal o real; positiva, como robar; o negativa, como no restituir; puede ser injuriosa sin causar daño externo, como el juicio temerario, en cuyo caso es simple; y perjudicial, si causa daño a la persona injuriada. 

CIMIENTOS FIRMES

En Ex 20, 13, nos ha conminado la palabra de Dios la prohibición de las principales injusticias contra el prójimo, cuyos mandamientos son de cumplimiento necesario para alcanzar la salvación. "Los injustos no alcanzarán el reino de Dios (1 Cor 6, 9). 

Es necesario comenzar la vida cristiana con buenos cimientos, no sea que buscando lo más perfecto equivocadamente, pierdan eficacia los principios de la razón, de la justicia y del derecho natural. Hay que cumplir esto sin omitir aquello, pero comenzando por esto, que es lo ordenado por Dios para todos los hombres. 

Al prójimo se le puede perjudicar en el alma y en el cuerpo; también en sus personas a él vinculadas; se le puede perjudicar en sus bienes externos, por el robo o la retención injusta; en su fama y honor, bien cuando está ausente, por la murmuración, y por la calumnia; o cuando está presente, con burlas, injurias y contumelias. "No juzguéis y no seréis juzgados; porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midiereis se os medirá. ¿Cómo ves la paja en el ojo de tu hermano, y no ves la viga en el tuyo?" (Mt 7, 1). 

SANTO TOMAS CON CICERON Y OTRA VEZ CON ARISTOTELES

También es pecado contra la justicia la sospecha temeraria, Santo Tomás, siguiendo a Cicerón, da razón de los orígenes de la sospecha temeraria, que se funda en ligeros indicios: 

1º) porque uno es malo y por eso piensa mal, como dice la Escritura: "El necio..., a todos juzga necios" (Ecle 10, 3). 

2º) Porque quiere mal al otro, pues cuando alguien desprecia, odia, se irrita o envidia a otro, piensa mal de él con indicios ligeros. 

3º) Por la larga experiencia del mal, porque dice Aristóteles, que los ancianos son muy suspicaces, porque han experimentado muchos defectos de otros (2-2, 60, 3).