Discurso sobre la Suma Teológica de Santo Tomas de Aquino

La Virtud de la Verdad

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

Sitio Web del Padre

 

 

VIRTUDES POTENCIALES

Siguiendo el orden que Santo Tomás imprime a la Suma, señalamos en la virtud cardinal de la justicia un plantel de virtudes potenciales que son aquellas que, arrancando de la justicia, no la pueden completar y por eso las designamos con el apelativo de potenciales. Una de ellas es la Veracidad que, Santo Tomás, según los datos de Aristóteles y de san Agustín, la define como la virtud que facilita que el hombre diga siempre la verdad y que se manifieste exteriormente, en palabras y en obras, tal como es interiormente, pues si la finalidad de la palabra es comunicar a los demás el propio pensamiento y los sentimientos del alma, si la expresión no coincide con lo significado, se violenta el orden natural de las cosas, impuesto y ordenado por Dios, autor de la naturaleza y se pervierte el orden social.

En efecto, siendo el hombre ser sociable debe a los demás lo que es necesario para la conservación de la sociedad. Y si los hombres no se fiaran unos de otros, la vida social se haría imposible. Por eso decir la verdad es un deber. Jesús dijo de sí mismo que era la Verdad. Que el Espíritu Santo es el Espíritu de verdad, y la verdad os hará libres, son todas expresiones de la Verdad. Por el contrario, el demonio es el padre de la mentira (Jn 8, 44).

PARTES INTEGRANTES DE LA VERACIDAD

Llamamos partes integrantes aquellas virtudes que completan y perfeccionan la virtud principal que integran, y que la constituyen en tal. Integrantes de la virtud de la veracidad son la fidelidad al cumplimiento de lo prometido, y la simplicidad, contraria de la doblez, por la que el hombre se manifiesta de modo contrario a lo que piensa o siente. Ya el octavo mandamiento prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo y este precepto moral deriva de la vocación del pueblo santo de ser testigo de su Dios, que es y que quiere la verdad. Las ofensas a la verdad expresan, mediante palabras o acciones, un rechazo a comprometerse con la rectitud moral y constituyen infidelidades básicas frente a Dios y socavan las bases de la Alianza. El Antiguo Testamento proclama que Dios es fuente de toda verdad. Su Palabra es verdad. Su ley es verdad. ‘Tu verdad, de edad en edad’, dice el Salmo. Como Dios es el ‘Veraz’, como profesa la carta a los Romanos 3, 4, los miembros de su pueblo son llamados a vivir en la verdad (Sal 119, 30).

DOCTRINA DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA

En Jesucristo la verdad de Dios se manifestó en plenitud. ‘Lleno de gracia y de verdad’ (Jn 1, 14), él es la ‘luz del mundo’ (Jn 8, 12), la Verdad (Jn 14, 6). El que cree en él, no permanece en las tinieblas (Jn 12, 46). El discípulo de Jesús, ‘permanece en su palabra’, para conocer ‘la verdad que hace libre’ (Jn 8, 31) y que santifica (Jn 17, 17). Seguir a Jesús es vivir del ‘Espíritu de verdad’ (Jn 14, 17) que el Padre envía en su nombre (Jn 14, 26) y que conduce ‘a la verdad completa’ (Jn 16, 13). Jesús enseña a sus discípulos el amor incondicional de la verdad: ‘Sea vuestro lenguaje: «sí, sí»; «no, no»’ (Mt 5, 37).

EN BUSCA DE LA VERDAD.

“¿Tu verdad? No, la verdad. / Y ven conmigo a buscarla”, cantó Machado. El hombre busca naturalmente la verdad. Está obligado a honrarla y atestiguarla: ‘Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas..., se ven impulsados, por su misma naturaleza, a buscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo, sobre todo con respecto a la verdad religiosa. Están obligados también a adherirse a la verdad una vez que la han conocido y a ordenar toda su vida según sus exigencias”, proclama la Dignitatis Humanae 2. La verdad como rectitud de la acción y de la palabra humana, se llama veracidad, sinceridad o franqueza. La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse veraz en los propios actos y en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía. ‘Los hombres no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen la verdad’ dice Santo Tomás, en 2-2, 109, 3 ad 1. La virtud de la veracidad da justamente al prójimo lo que le es debido; observa un justo medio entre lo que debe ser expresado y el secreto que debe ser guardado, es decir, implica la honradez y la discreción. En justicia, ‘un hombre debe honestamente a otro la manifestación de la verdad’ (Santo Tomás 2-2, 109, 3). El discípulo de Cristo acepta ‘vivir en la verdad’, es decir, en la simplicidad de una vida conforme al ejemplo del Señor y permaneciendo en su Verdad. ‘Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad’ (1 Jn 1, 6).

TAMBIÉN LA VERACIDAD INFORMATIVA

Las libertades informativas constituyen uno de los principales valores de las sociedades democráticas. El ciudadano es políticamente libre si tiene a su alcance el conocimiento suficiente de lo que ocurre en el mundo. Sólo con elementos que le permitan un juicio racional, puede tomar decisiones propias, siendo consciente de las causas y consecuencias de sus actos. La veracidad en la información actúa como un límite interno, como un elemento inmanente a la misma y sin el cual no es que la información quede desprotegida, es que deja de ser información. Junto a este límite interno hay otros externos que la propia Constitución española establece expresamente, como son el respeto al honor, intimidad, propia imagen y los demás derechos y deberes fundamentales. La veracidad en la información, es una tendencia del informador hacia la recta averiguación y contrastación suficiente de los hechos y debe ser la exigencia diligente del periodista. La pluralidad de medios de comunicación contribuye a que el propio ciudadano contraste las diferentes versiones que le proporcionan sobre lo que ocurre. Por eso no es legítimo el monopolio.

VICIOS CONTRA LA VERACIDAD

Se oponen a la veracidad por defecto la mentira, la simulación, la hipocresía y la jactancia. Y por exceso, la violación de secretos, y las manifestaciones indiscretas e imprudentes de verdades que deberían permanecer ocultas, para evitar conflictos, pleitos, división de familias y enemistades entre amigos. Con pretexto de veracidad se puede pecar contra otras diferentes virtudes, manifestando espontáneamente lo que se piensa o se siente, dando rienda suelta a la lengua, con conciencia errónea de que se es muy claro, jactándose de un vicio, que se pretende justificar, no se cómo, de virtud y cualidad buena, sin ninguna necesidad, faltando a la prudencia, a la educación y cortesía o a otras virtudes, porque donde sobran palabras, no faltarán pecados. Con lo cual se hace difícil la vida social y comunitaria y hasta imposible, porque hay que ir con pies de plomo para sortear las indiscreciones y las jactancias. Ser veraces y sinceros no es sinónimo de ser descorteses y groseros. Ni la amistad, que exige veracidad, por comunidad más reducida y confidencial, se puede considerar patente de corso para el insulto o la ordinariez irreflexiva, agria e intemperante. Antes de tirar la basura, observa quién pasa por la rúa.

Tampoco se puede considerar virtud de veracidad alabarse a sí mismo sin motivo, aunque no se falte a la verdad, ni publicar sus defectos como vanagloriándose de ellos. Como lo denuncia Isaías: "Su descaro testimonia contra ellos, publican sus pecados, no los ocultan: ¡ay de ellos que se acarrean su desgracia! (3, 9).