La Pasion de Cristo de Mel Gibson 

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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Como algunos lectores me han pedido el parecer sobre La Pasión de Mel Gibbson, trataré de exponerlo sumariamente para no defraudar a nadie. Ante todo, vaya por delante, que juzgo que la película llega en un momento oportuno para golpear el clima del hedonismo, la huida del sufrimiento, el abandono de los compromisos en aras de hacer cada cual lo que le da la gana, la negación de la cruz, llamada molesta porque lo es, e innecesaria por ignorar el misterio del sufrimiento, como instrumento purificador, reparador, meritorio y madurador de la persona. Los efectos son muy elocuentes. Ya en el rodaje hubo conversiones entre los actores, regularización de matrimonios, rompimiento de adulterios y reconciliación con la práctica católica. 
La pedagogía divina despierta el recuerdo de su pasión cuando el mundo se enfría para motivarlo a su amor. Siempre ha obrado así: Fijémonos en los últimos siglos: Ocurrió ya en el XVI, con la venerable María de Jesús Agreda, en el XVII, con Santa Margarita de Alacoque en 1673 : "El divino Corazón se me presentó con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas y una cruz que significaba que, desde los primeros instantes de su Encarnación quedó plantado en el la cruz, quedando lleno, de todas las amarguras que debían producirle las humillaciones, la pobreza, el dolor, y el menosprecio que su Humanidad iba a sufrir durante toda su vida y en su Pasión": "Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegios, desprecios, indiferencia e ingratitud, aún en el mismo sacramento de mi amor. Y a comienzos del XIX con la venerable Catalita Emmerik, de la cual hablaré después. 

Alguien ha publicado un estudio interesante comparando esta película con la de Passolini, la del Cristo marxista. De mí puedo decir que he visto ambas varias veces. La de éste me dejó frió. La de aquél, vigorizado. En Passollini predomina la imaginación, la tendencia del ideal de su autor, ateo y marxista, y la frialdad. En Gibbson la calidez, la información, el estudio, la documentación exhaustiva de los Evangelios y de los documentos de quienes han vivido carismáticamente la Pasión, fundamentalmente la alemana venerable Catalina Emmerich, y la española venerable María de Jesús Agreda. 

LA FLAGELACIÓN
Una de las escenas más criticadas de la Pasión de Gibbson es la flagelación y ciertamente es una secuencia larga y dura. Con gran acierto comienza la película con un texto de Isaías 53, que forma parte del Cántico del siervo de Yahvé. Si se lee esta profecía desde el capítulo 42 se comprende mejor la película, pues el Director la ha tenido presente evidentemente, como anticipo de todo lo que sucedió en la Pasión de Jesucristo. El Justo derrama su Sangre por todos nosotros pecadores. Todos quisiéramos poder borrar esta escena tremenda y horrible de la historia humana, pero si se quiere conocer la realidad, no la podemos obviar y la verá corta quien haya leído además «La amarga Pasión de Nuestro Señor Jesucristo», según las visiones de Catalina, que transcribió el notable escritor y poeta alemán, Klemens Von Brentano, podrá ver la fuente de la inspiración de Mel Gibbson, después de los evangelios y del profeta Isaías. Klemens Brentano, visitó a la vidente y ella supo que era el hombre elegido por Dios para poner negro sobre blanco el relato de sus visiones. Se convirtió Brentano y permaneció al pie de la cama de la vidente trasladando los relatos desde 1818 a 1824. Con ellos preparó la edición que se convirtió en un bestseller mundial. Alguien me ha observado que parece raro que los romanos se mostraran con tal sadismo y crueldad en la flagelación. Este reparo nos remite al evangelio que dice que, tras las tentaciones en el desierto, el demonio se marchó para volver otra vez. Ya está aquí, esta es la hora del poder de las tinieblas, que la película destaca en el más fiero de los sayones que tiene el mismo rostro del niño deforme y monstruoso en brazos de la mujer andrógina que representa al demonio en toda la pasión; a parte de lo que aclara Catalina Emmerik en la descripción de la flagelación: “Eran seis hombres morenos, dice, malhechores de la frontera de Egipto, condenados por sus crímenes a trabajar, y los más perversos hacían el oficio de verdugos en el Pretorio. 
Dieron puñetazos al Señor, le arrastraron con las cuerdas y lo ataron brutalmente a la columna. No se puede expresar con qué barbarie esos perros furiosos arrastraron a Jesús. El Hijo de Dios temblaba y se retorcía como un gusano. Sus gemidos dulces y claros se oían como una oración en medio del ruido de los golpes. Algunos alguaciles de los príncipes de los sacerdotes daban dinero a los verdugos, y les trajeron un cántaro de una bebida espesa y roja para emborracharlos. La sangre del Salvador corría por el suelo. Por todas partes se oían las injurias y las burlas. Los golpes rasgaron todo el cuerpo de Jesús; su sangre saltó y ellos tenían los brazos manchados. Jesús gemía, oraba y se estremecía. Otros verdugos pegaron a Jesús con correas, que tenían en las puntas unos garfios de hierro, con los que le arrancaban la carne a cada golpe. La horrible flagelación había durado tres cuartos de hora. Un extranjero se precipitó sobre la columna con una navaja, gritando: "¡Parad! No le matéis". Los verdugos se pararon sorprendidos; cortó las cuerdas y se escondió entre la multitud. Jesús cayó, casi sin conocimiento al suelo, bañado en sangre. 

Vi a la Virgen Santísima en un éxtasis continuo durante la flagelación. Ella vio y sufrió con un amor y un dolor indecibles todo lo que sufría su Hijo. Salían de su boca leves quejidos y sus ojos estaban bañados en lágrimas. Las santas mujeres, temblando de dolor y de inquietud, rodeaban a la Virgen y lloraban. Magdalena, pálida y abatida de dolor, tenía los cabellos en desorden debajo de su velo. La cara de la Virgen estaba pálida y desencajada, sus ojos enrojecidos por las lágrimas. 
Cuando Jesús cayó al pie de la columna, vi a Claudia Procla, mujer de Pilatos, enviar a la Madre de Dios grandes piezas de tela. María viendo a su Hijo despedazado, conducido por los soldados, extendió las manos hacia Él y siguió con los ojos las huellas ensangrentadas de sus pies. María y Magdalena se acercaron al sitio donde Jesús había sido azotado y limpiaron la sangre de Jesús con el lienzo de Claudia Procla. Eran las nueve de la mañana cuando acabó la flagelación”. Por su parte la venerable María de Jesús de Agreda habla de cinco mil ciento quince azotes desde la planta de los pies hasta la cabeza. 

UN CINEASTA CREYENTE
¡Hay tanta distancia de lo vivo a lo muerto, como de un óleo de una marina a la bravura del mar encrespado! Jesús querría que hubieran tenido razón los estetas y yo también, pero la realidad le pidió la inmolación cruenta, que nos anuncian los evangelios, pero que ya habían anunciado los profetas, en especial Isaías, de una manera más dramática sin comparación que Mel Gibbson, aunque éste ha podido utilizar herramientas más eficaces. Passolini es un cineasta. Mel Gibbson, un creyente cineasta con un dominio insuperable, detallista, buscador de los símbolos, estudioso en profundidad, que golpea nuestra fe adormecida entre silencios, Cristos entre claveles y Vírgenes adorables que, aunque creados para atacar la Reforma, no han sido capaces de impedir que ésta nos devorara y nos hipnotizara dejándonos muellemente en un “dolce far niente”. Yo no hubiera querido haber visto nunca a un Jesús triturado, sin figura, sin parecer hombre, exhausto, ante quien se aparta el rostro, pero hasta ahí le llevó la justicia, la misericordia y el amor. No hay prueba mayor de amor que dar la vida por el que ama y Dios es amor infinito y el pecado es una ofensa infinita. No lo podíamos pagar; pudo haber condonado el pecado; pudo haber exigido una reparación congrua, pero eligió lo más duro para él, encarnarse y pagar él, lo cual es más digno para los hombres y uniendo la justicia con la misericordia, demostrarnos su amor hasta el extremo; ¿cómo hubiéramos sabido los hombres que Dios nos ama tanto si, después de habernos creado y darnos un mundo tan maravilloso, no nos hubiera recreado haciendo un mundo nuevo y una tierra nueva muriendo tan cruelmente?

EL PATIO DE NAZARET
En cuanto a la crueldad y al sadismo con que se califica a Gibbson. Saber ver la ternura de los flash-back, aquella tierna escena de María ante la caída de su Hijo retrocediendo con ansia presurosa en vuelo de vestidos a abrazar a su Niño caído en el suelo del patio de Nazaret; o aquella del sonoro kadós del ritornello del sermón de la Bienaventuranzas; o aquella otra del rodar de las piedras de las manos de los hipócritas dispuestos a apedrear a la adúltera, cazada como una bestia, y los trazos firmes del arameo en la tierra, el lavatorio de los pies a los discípulos, la consagración del pan y del vino referido a la crucifixión en el mismo momento en que Cristo en la Cruz se está desangrando; el rostro amable de Jesús contrastando con el iracundo, ensoberbecido y sarcástico de los pontífices y la verdad de Pilato: su plato de lentejas. No olvidemos que vivimos en trance de confusión cuyo origen es la maldad, la cobardía, la ignorancia culpable y la necedad a que conduce el pensamiento débil. Nuestra sociedad puede verse muy reflejada en la película y ésta es la razón principal del rechazo. Rompe el espejo.