Juan Pablo Magno, luchador de raza. (sexta parte)

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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FOGUEADO Y ACRISOLADO EN LA PRUEBA. EL ATENTADO 

Temblaron en el Kremlin cuando Karol Wojtyla fue elegido como Obispo de Roma. Y Berlinguer, jefe del PC italiano, exclamó: "La que se nos viene encima". El líder del KGB, Yuri Andrópov, advirtió al Politburó soviético del peligro que se avecinaba con esta elección. Les conocía bien; sus métodos, sus mentiras, su propaganda poderosa, su filosofía, sus crímenes; pero también, sus pies de barro. Le temieron y, no estaban fuera de sus maquinaciones y prácticas, los asesinatos. Su primera visita pastoral a Polonia fue el detonante. Decidieron liquidarle. Pero hay en el cielo una Madre de la que nos habla el Apocalipsis 12,1: "Apareció en el cielo una magnífica señal: una mujer envuelta en el sol, con la luna bajo sus pies y en la cabeza una corona de doce estrellas. Apareció en el cielo otra señal: un gran dragón rojo, que se quedó delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera". 

Leyendo el capítulo 17 del Apocalipsis, encontramos la clave y el paralelismo de las visiones de Fátima y de su mensaje: Allí hay un dragón vestido lujosamente, que pretende devorar al niño cuando nazca, y una mujer vestida de sol; aquí el Kremlin, una nomenclatura derrochadora y una tiranía basada en el ateismo militante, ensoberbecido y ambicioso de invasión universal, y de exterminio feroz de seres humanos. Sólo a Stalin, el que preguntó por las divisiones del Papa, se le atribuyen cien millones de muertos. Allí, en Babilonia cae el dragón, que es Nerón en Roma, la ciudad de los siete montes: Palatino, Capitolio, Aventino, Celio, Esquilino, Viminal y Quirinal. "El dragón peleará contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es el Señor de señores y Rey de Reyes". Aquí, al final mi Corazón Inmaculado triunfará". Ha caído el marxismo-comunismo.

ELEGIDOS Y DEPOSITARIOS DE LA PROFECÍA 
A sólo unos metros del lugar donde se les apareció la Virgen en 1917, Francisco y Jacinta Marto, fueron beatificados el 13 de mayo de 2000 por Juan Pablo II. Sentada en un segundo plano, Sor Lucía dos Santos, tuvo la alegría de ver la confirmación solemne de lo que la Señora les había anunciado. Bajo un bellísimo sol primaveral, un millón de peregrinos asistieron a la emocionante ceremonia en la que Juan Pablo II citó una curiosa alabanza de Jesús: “Yo te bendigo, Padre, porque escondiste estas verdades a los sabios e inteligentes, y las revelaste a los pequeñuelos”. Fue exactamente lo que sucedió en Fátima en 1917, para sorpresa de los pastorcillos, de las autoridades eclesiásticas y del mundo entero. 

LA MANO QUE DESVIO EL PROYECTIL
El Secretario de Estado del Vaticano desveló ante el mundo, por encargo del Papa, que en 1917, la Virgen profetizó ante los niños que “un obispo vestido de blanco caerá por tierra como muerto bajo los tiros de un arma de fuego”. Cuando se produjo el atentado, Juan Pablo II ya conocía este tercer secreto, pues se lo había revelado Lucía, la única superviviente de las apariciones, lo que explica las tres peregrinaciones de gratitud a la Virgen de Fátima y que la bala encontrada en su vientre, esté en la corona de la imagen de la Virgen. “Una mano disparó, Otra guió el proyectil.” Para el Papa, la mano de la Virgen le salvó la vida aquel día de primavera. El 13 de mayo de 1982, Juan Pablo II dijo que había ido para agradecer a Santa María que me haya conservado la vida. 

FÁTIMA, VINCULADA A LA HISTORIA DE LA IGLESIA.
Fátima está vinculada no sólo al atentado, sino a la historia de la Iglesia y del mundo en este siglo. En Fátima, en 1917, la Virgen realizó signos excepcionales y confió un mensaje a los pastorcillos. En el mismo año de la Revolución bolchevique, María anunciaba persecuciones y, al fin, la conversión de Rusia. Juan Pablo II, en una encíclica ha dedicado un capítulo dedicado a Fátima para celebrar el cumplimiento de la profecía que vaticinaba la resurrección de la Iglesia del Silencio. En una visión cristiana de la historia, todo esto es tremendamente sugestivo: la Providencia es la que, en la época más secularizada de la historia cristiana, está dirigiendo en otra dirección el imperio del ateísmo, aunque es un cambio todavía trabajoso, a menudo lleno de sufrimiento. 

Domenico del Río ha escrito: “Es posible que Wojtyla, en su viaje a Fátima, piense en el cumplimiento de la profecía de Maximiliano Kolbe: Un día veréis la imagen de la Inmaculada sobre el pináculo más alto del Kremlin. Pero para esto ha sido necesario mucho dolor, mucho sufrimiento. En uno de sus poemas, Juan Pablo II, pone en boca de San Estanislao dirigiéndose a un rey de Polonia: “Mi palabra no te ha convertido, mi sangre te convertirá". 

LA DIMENSION DEL SUFRIMIENTO
En la visión universal de su propia misión, el Papa une su experiencia de sufrimiento a una dimensión mundial. En su pontificado, se pueden ver dos momentos. El primero es el del profeta que grita al mundo, agita el evangelio por encima de las masas, quiere remover la tierra para acercarla a Dios. Ahora, su voz no se alza ya con tanta sonoridad, en sus discursos ha abandonado el grito. Las condenas siguen siendo duras contra los ídolos del mundo contra las injusticias, contra la guerra. 
Pero se ha atenuado la vehemencia física. Juan Pablo II quiere siempre convertir al mundo, pero, como su San Estanislao, confía más en el sufrimiento que en la palabra. La sangre, piensa el Papa, contiene más capacidad de redención. "Al principio de mi pontificado, me dijo el cardenal Wyszynski: Si el Señor te ha llamado, debes introducir a la Iglesia en el tercer milenio"... "con la oración, con diversas iniciativas, pero he visto que no basta: era necesario introducirla en el sufrimiento" dijo el 29 de mayo de 1994. Después de la rotura de la cabeza del fémur, dijo: "Con estas pequeñas cruces también se gobierna la Iglesia". Diez años después del atentado de la plaza de San Pedro, Juan Pablo II volvió a Fátima, no sólo a agradecer a la Virgen que le salvase de la muerte, sino a celebrar el cumplimiento de las profecías marianas y la resurrección del cristianismo en el Este europeo. 

UNA MUJER VESTIDA DE SOL 
“Por designio divino -afirmó el Papa- vino del Cielo a esta tierra, "una Mujer vestida de sol" en busca de los pequeñuelos privilegiados del Padre. Les habla con corazón de madre, les invita a ofrecerse como víctimas de reparación y se ofrece Ella misma para llevarlos ante Dios. Fue entonces cuando de sus manos maternas salió una luz que los penetró íntimamente, haciéndoles sentirse inmersos en Dios”. Francisco exclamaba: "Nosotros ardíamos en aquella luz”. Tres niños que no sabían leer ni escribir dieron testimonio de su fe arriesgando sus vidas. Es la beatificación de los más jóvenes cristianos de la historia de la Iglesia, exceptuando a algunos mártires. 

Desde que el 13 de mayo de 1917 la Virgen se apareciera a los tres niños que cuidaban el ganado en las montañas, las apariciones, que se reiteraron los siguientes días 13 hasta octubre, han convertido a Fátima en uno de los primeros santuarios marianos del mundo, en el que se suceden las manifestaciones de fe y la solicitud de curaciones y milagros. Fátima es un testimonio de fe, que nos recuerda que el sentimiento de lo sagrado y la auténtica religiosidad rebasan los estrechos límites de nuestra menguada racionalidad. La atracción que Fátima ha ejercido sobre todo el ancho ámbito de la Cristiandad se ha visto acrecentada por la existencia de los tres secretos de los que fue depositaria la única superviviente de las apariciones, Sor Lucía. 
El primero anunciaba el final de la Primera Gran Guerra y el estallido de una segunda aún más atroz. El segundo presagiaba la caída del comunismo en Rusia y la conversión de la nación que tanto habla contribuido a la difusión del ateísmo. Quedaba el tercer secreto en secreto. 

EL TERCER SECRETO DE FATIMA 
El cardenal Sodano leyó un texto en el que anunciaba su revelación y desvelaba que se refiere a la lucha de los sistemas ateos contra el cristianismo y al sufrimiento de los testigos de la fe en el siglo XX. Concretamente, contiene también una referencia al atentado sufrido por el Papa y del que, según el testimonio de los videntes, celosamente guardado durante décadas, sería librado por la intercesión de la Virgen. Juan Pablo II ha sido testigo y protagonista de la triple revelación de María a los pastorcitos. El ha vivido los horrores del nazismo y de la gran guerra europea en su Polonia natal. Más tarde, ya desde el ejercicio del Pontificado, contribuyó decisivamente al derrumbamiento del comunismo soviético. Además, la tercera parte del secreto le concernía 
personalmente. Aunque no ha llegado la hora del balance final, todo el que contemple el impresionante legado de su Pontificado desde la correcta perspectiva, no puede dejar de reconocer que se trata de uno de los Papas más trascendentales en la historia de la Iglesia. 

Después de la bellísima ceremonia de la beatificación de Francisco y Jacinta, el Papa de las sorpresas, añadió la revelación del tercer secreto de Fátima que le concernía personalmente. El Obispo vestido de blanco en la visión del 13 de julio de 1917, que caminaba hacia la Cruz entre los cadáveres de los mártires, y caía como muerto bajo los disparos de un arma de fuego es el propio Juan Pablo II. Así se comprende mejor el homenaje ecuménico, que había dedicado a todos los mártires del siglo XX, en el Coliseo. El entre todos y delante de todos. Juan Pablo II ofreció a la Virgen de Fátima el anillo que le regaló el cardenal Wyszynski cuando fue elegido Papa, y juzgó llegada la hora de revelar el secreto en el mismo lugar donde la Virgen lo confió a los tres pastorcillos, acompañado por Sor Lucía, a la que prodigó muestras de afecto. Pero lo que parecía un breve mensaje de felicitación y despedida, se convirtió en algo mucho más sorprendente cuando el cardenal señaló que el agradecimiento del Papa a la Virgen de Fátima por su protección a lo largo del pontificado está relacionada con el tercer secreto, escrito por Sor Lucía. 

PARALELISMO ENTRE FATIMA Y LA BIBLIA
Pronunció el Cardenal Sodano: «El tercer Secreto es una visión profética comparable a las de la Sagrada Escritura, que no describe con sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetiza y condensa sobre un mismo fondo, hechos que se prolongan en el tiempo en una sucesión y con una duración no precisadas». El paralelismo entre Fátima y la Biblia, después de una ceremonia en la que se habían leído fragmentos acerca del dragón contra la mujer «vestida de Sol» y adornada por «una corona de doce estrellas», sumió a la multitud en un silencio atónito. «La visión de Fátima tiene que ver sobre todo con la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos, y describe el inmenso sufrimiento de los testigos de la fe del último siglo. 

Es un interminable Vía Crucis dirigido por los Papas del siglo XX. La visión fue un secreto que los dos pastorcillos más jóvenes beatificados, se llevaron a la tumba, y que su prima Lucía dos Santos conservó sola durante largos años hasta que, a finales de 1943, el obispo de Leiría, José Alves Correia da Silva, quien había logrado ya la revelación de los dos primeros secretos en 1941, la visitó en el convento de las Doroteas de Tuy donde la vidente padecía una grave pleuresía con peligro de muerte y consiguió que lo escribiera en un papel. 

LOS CONOCEDORES DEL SECRETO 
Aunque Sor Lucia se resistía, al fin, escribió el secreto en una sencilla hoja de papel que dobló en cuatro partes y luego lacró. El 9 de enero de 1944, la vidente envió una carta al obispo de Leiría confirmándole que había cumplido su orden. Monseñor Correia da Silva no quiso abrir el sobre sellado que contenía el secreto, sino que lo guardó cuidadosamente. El 8 de diciembre de 1945, lo metió dentro de otro sobre, también lacrado, en el que escribió: «Para entregar a Su Eminencia el Señor Cardenal D. Manuel, Patriarca de Lisboa, después de mi muerte». 

El sobre llegó al Vaticano en abril de 1957, en la etapa final del pontificado de Pío XII, fallecido en octubre de 1958, quien probablemente no lo leyó. Su sucesor, Juan XXIII solicitó el texto y lo recibió el 17 de agosto de 1959 en Castelgandolfo, donde lo leyó junto a su confesor y pidió la ayuda de un monseñor portugués, Paulo José Tavares, después obispo de Macao, para que le explicase el sentido del texto. Como sor Lucía había indicado que el secreto no se hiciese público antes de 1960, a menos que ella falleciese con anterioridad a esa fecha, muchísima gente esperaba su revelación el 13 de mayo de aquel año. Juan XXIII les decepcionó. 

Ahora que se conoce el contenido, resulta más fácil comprender por qué en una ocasión el Papa bueno cortó de raíz la curiosidad del cardenal Silvio Oddi, que deseaba conocer los motivos de la negativa a hacerlo público, repitiéndole por dos veces: “No me hables de eso”. Lo mismo hizo Pablo VI, Juan Pablo I, e incluso el propio Juan Pablo II a lo largo de 21 años de pontificado. Sólo ahora, cruzado el umbral del Tercer Milenio, cumplido el viaje a Jerusalén, mientras el cardenal proseguía su lectura en excelente portugués, Juan Pablo II mantenía un silencio y un recogimiento intensos, mirando de vez en cuando hacia la dulce imagen blanca de la Señora colocada sobre un trono de claveles también blancos. El Sumo Pontífice, dijo el Cardenal Sodano, me ha encargado daros una noticia. El objetivo de su venida a Fátima ha sido la beatificación de los dos pastorcillos. Sin embargo, quiere atribuir también a esta peregrinación suya, el valor de un renovado gesto de gratitud hacia la Virgen por la protección que le ha dispensado durante estos años de pontificado. Es una protección que parece que guarde relación también con la llamada "tercera parte" del secreto de Fátima.

EL OBISPO VESTIDO DE BLANCO 
Según la interpretación de los pastorcillos, confirmada por Sor Lucía, el "Obispo vestido de blanco" es el Papa. También él, caminando con fatiga hacia la Cruz entre los cadáveres de los martirizados, obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y numerosos laicos, cae a tierra como muerto, bajo los disparos de arma de fuego. Después del atentado del 13 de mayo de 1981, vio con claridad que "una mano materna desvió la trayectoria de la bala", permitiendo al "Papa agonizante" detenerse "a las puertas de la muerte". Los acontecimientos de 1989 han llevado, tanto en la Unión Soviética como en numerosos Países del Este, a su caída. Juan Pablo Magno se declara milagro de María: “Santo Padre, -le dijeron en Brasil-: Agradecemos a Dios, sus trece años de pontificado”. Y contestó, tres años de pontificado y diez de milagro. El ha acertado a cumplir plenamente el deseo de la Virgen, cuyos resultados se han visto con el derrumbamiento del marxismo y la conversión de Rusia. 

NO FUE EL PAPA QUIEN REVELO EL SECRETO
El cardenal Sodano anunció la próxima difusión de las revelaciones de la Virgen, pues Juan Pablo II ha pedido a la Congregación para la Doctrina de la Fe que lo haga público en los próximos días. La protección a la que se alude en el misterio se plasmó de modo especial en el atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981 en la plaza de San Pedro del Vaticano, cuando fue tiroteado por el turco Ali Agca, cayó gravísimamente herido. «El Papa, caminando penosamente hacia la Cruz entre los cadáveres de los martirizados cae por tierra como muerto bajo los tiros de un arma de fuego». Si no fue el Juan Pablo II quien desveló el tercer secreto de Fátima es porque era él el protagonista y porque se trataba de una revelación particular. Durante la homilía, el millón de personas que asistió a la ceremonia sí oyó al pontífice confirmar lo que ya se conocía: las muertes prematuras de Jacinta y Francisco, la existencia del infierno, el final de la Primera Guerra Mundial y el comienzo de la segunda. Y que el mensaje de la Virgen es un llamamiento a la conversión. 

LLAMAMIENTO A LA CONVERSION
«Si se escuchan mis peticiones -dice la Señora-, Rusia se convertirá y habrá paz. De lo contrario, Rusia propagará sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia; muchos justos serán martirizados; el Santo Padre sufrirá mucho y muchas naciones serán suprimidas. Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará. El Papa consagrará Rusia a mi Corazón Inmaculado, ésta se convertirá y el mundo tendrá un período de paz». 

La consagración pedida por la Virgen fue efectuada por Juan Pablo II el 25 de marzo de 1984. Meses después, Gorbachov llegaba al poder, ponía en marcha la ‘perestroika’ y Rusia volvía a nacer de sus cenizas. Los fieles se llenaban de lágrimas y rezaban devotamente. Cansado, exhausto, tembloroso, pero alegre, Karol Wojtyla se marchó de Portugal, satisfecho de haber descubierto en Fátima el gran misterio que la Iglesia se negaba a desvelar. El Papa dijo en su homilía: "Cuántas víctimas hay que lamentar en el curso del último siglo. Mi pensamiento va a los horrores de las grandes guerras, a los campos de concentración y de exterminio, a los gulags, a la limpieza étnica y las persecuciones, al terrorismo, a los raptos, a la droga, a los atentados contra la vida y contra la familia". Había banderas portuguesas, polacas, españolas, pero el mayor símbolo iconográfico era el retrato de los dos pastorcillos en la fachada monumental de la basílica. La misa fue concelebrada por más de mil sacerdotes y decenas de obispos y cardenales. El Papa hizo la confirmación de la existencia del infierno cuando dijo que Jacinta "quedó tan afectada por la visión del infierno, que la Virgen le mostró en la aparición del 13 de julio, que todas las mortificaciones y penitencias les parecían poca cosa para salvar a los pecadores". Y terminó: "Expreso mi reconocimiento a la beata Jacinta por los sacrificios y rezos hechos para el Papa, al que vio sufrir". Con esas últimas palabras confirmó la revelación de la Virgen de que el sucesor de San Pedro sufriría mucho a final de siglo. Pero sobrevive al intento de asesinato, e inserta en la corona de la Virgen de Fátima la bala y entrega a la de Chestokova, su solideo ensangrentado.