Discurso sobre la Suma Teológica de Santo Tomas de Aquino

Infinitud de Dios

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

Sitio Web del Padre

 

 

En todos los textos de la Escritura que se refieren a la incomprensibilidad del poder,

sabiduría, bondad y grandeza de Dios, como leemos en el libro de los Salmos: "Grande es el Señor y muy famoso, es incalculable su grandeza... su inmensa bondad (51144,3,7); "Nuestro Señor es grande y poderoso, su sabiduría no tiene medida" (lb 146,7), encontramos implícitamente afirmada la infinitud de Dios.

Cuando Yahvé revela a Moisés: “Yo soy el que Soy”, quiere decir, soy el ser que existe por si mismo, el que no recibe el ser de otro ser, que soy el Ser Subsistente. Eso es el Infinito.

El infinito es aquel ser que no tiene fin, que carece de límites. Si Dios es la perfección absoluta es porque es Acto Puro que, porque siempre está en acto, nunca pasa de potencia a acto. Mis ojos cerrados no están en acto de ver sino en potencia de ver cuando los abra a la luz. Pues bien, Dios siempre tiene los ojos abiertos, en acto. Cuando dice Jesús: "'Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo…, está diciendo que mi Padre y Yo siempre estamos en acto, en acción. "Tu guardián no duerme, ni reposa; no duerme, ni reposa el Guardián de Israel". ­

 

          EN LA INMENSIDAD DE DIOS

Según el Magisterio de la Iglesia ""Dios es inmenso. Incomprensible, infinito en su entendimiento y en su volu1tad y en toda perfección'" (Vaticano I, D 1782). Porque es incomprensible, por mucho empeño que el hombre ponga en comprenderlo, no lo va a conseguir. Considero de una enorme agudeza la formulación del Anónimo inglés, en "la nube del no saber" en la que afirma que Dios puede ser amado, pero no pensado. Puede ser aprehendido por el amor, pero nunca por el pensamiento. Por eso, aunque a veces puede ser bueno pensar en la misericordia y dignidad de Dios y puede darnos alguna luz, debe ser abandonado en la nube del olvido, hiriendo la espesa nube del no-conocer con los dardos agudos del amor ardiente. El pensamiento, según la filosofía aristotélica, recibe, y así ocurre que, cuando recibimos algún archivo que no cabe en nuestro buzón, se bloquea el correo y no es capaz de entrar en el Outlook. Por eso dirá San Juan de la Cruz en "llama de amor viva leída hoy": "Porque como Dios es impensable, no cabe en la imaginación". El amor en cambio, que no recibe sino da, como Dios es infinito es también infinita su capacidad de recibir nuestro amor. Por eso el mismo santo doctor enseña que "es gran negocio para el alma ejercitar mucho el amor para que, consumándose en breve, no se detenga acá a allá sin ver a Dios" (Llama de amor viva 1.34).

EL INFINITO RELATIVO  

Sólo cuando hablamos coloquialmente atribuimos lo infinito a los actos de las criaturas, seres no subsistentes, que por ser obra del Creador, se llaman criaturas. Me explico, un delineante, por ejemplo, podrá diseñar una línea que puede ser prolongada

Infinitamente, pero esa línea en el momento en que ha sido trazada, no es infinita, aunque su prolongación no tenga término en el tiempo y en el espacio. Estoy hablando del infinito relativo, que se designa con otro vocablo, indefinido. El indefinido no tiene límites en potencia, pero los tiene en acto. No es éste el concepto de infinito que atribuimos a Dios, sino el infinito ahora y siempre, es decir, infinito en acto, infinito actual absoluto, porque Dios es el Ser Subsistente con perfección absoluta.  

Para expresarlo más claramente. Un pintor genial tiene infinitas posibilidades, potencias, de expresar su talento. Estas potencias y capacidades, son infinitas mientras actúa en su obra, pero, cuando la acaba, todas sus posibilidades indefinidas, o relativamente infinitas, han llegado a su fin.  

El Acto Puro en cambio, actúa simultáneamente todas sus posibilidades, que son infinitas, y de él nace todo lo grande y todo lo bello y todo lo bueno y todo lo verdadero y todo lo perfecto que ha sido, es y será o podría ser, sin límite ni condición. Sólo El es. Sólo Dios es Acto Puro: “Soy el que soy”.

 

DIOS ES MISTERIO  

"Al revelar su nombre misterioso de Yahvé, Dios dice quién es y cómo se debe llamar. Este Nombre Divino es misterioso porque Dios es Misterio. Es a la vez un Nombre revelado y como la resistencia a tomar un nombre propio, y por eso mismo expresa mejor a Dios como lo que El es, infinitamente por encima de todo lo que podemos comprender o decir, es el "Dios escondido" (15 45, 15), su nombre es inefable (13, 18), y es el Dios que se acerca a los hombres" (CCIC 206). "Dios trasciende el mundo y la historia. El es quien ha hecho el cielo y la tierra: "Ellos perecen, mas tú quedas, todos ellos corno la ropa se desgastan, pero tú siempre eres el mismo, no tienen fin tus

años" (Sal 102, 27-28). En él "no hay cambios ni sombras de mutaciones" (St 1,17). El es "El que es", desde siempre y para siempre y por eso permanece fiel a sí mismo y a sus promesas", "Yo soy el que es; tú eres la que no eres", dijo Dios a Santa Catalina de Sena. "Por tanto, la revelación del Nombre inefable “Yo soy el que soy”, contiene la verdad Que sólo Dios ES: Dios es la plenitud del Ser y de toda perfección, sin origen y sin fin. Todas las criaturas han recibido de El todo su ser y su poseer. El solo es su ser mismo y es por sí mismo todo lo que es" (Le 212-214). Preguntó en el locutorio del Carmelo en Granada a la hermana Ana el Padre Fray Juan de la Cruz:

- Hermana, ¿quiere decirme qué es Dios?

Como un rayo contestó la carmelita:

- Dios es lo que Él se quiere"

San Juan quedó alborozado. Dios es un Ser infinito, infinito en cada una de sus infinitas perfecciones.

 

DOBLAR LAS RODILLAS  

La idea de la infinitud es un misterio. Misteriosos son también y manifestaciones de la infinitud divina- los secretos de la naturaleza y de la gracia. No debemos medir los misterios restringiéndolos y limitándolos a nuestra comprensión y a nuestros parámetros, sino doblando nuestras rodillas ante la plenitud, superabundancia, fluir

inagotable y vehemente trepidación del Espíritu de que nos habla el libro de los Hechos producida en Pentecostés (Hch 2,2). La humillación de Jesucristo es una demostración de infinitud de Su amor. "Me amó y se entregó por mí". Lo que entre los humanos c puede ser considerado como derroche, en Dios es propio y conveniente, porque sus recursos son ilimitados. Porque Dios es infinito, hace lo mejor, lo más santo y lo más prudente. Nada excede sus propios poderes y recursos. Dios obra a lo Dios. Para Dios no hay nada imposibles. Y sigue siendo tan rico, magnífico e infinito después de haber realizado una obra de infinita generosidad corno antes de haberla hecho.  

Dios hace siempre obras grandes. Si el Verbo de Dios se hubiera encarnado por una solo persona, le habríamos alabado por habernos dado una prueba de su amor y magnanimidad. Al descender del cielo para salvar a quienes podría haber librado sin tanta humillación y derramamiento de sangre, nos ofrece la manifestación más coherente de su infinitud. Que Dios permita que innumerables semillas sean sembradas para ser pisadas junto al camino, o para secarse sobre las piedras o para morir entre espinas, y que sólo una cantidad determinada arraigue en tierra buena, nos hace exclamar con San Pablo: "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios, cuán incomprensibles san sus juicios e inescrutables sus caminos!" (Rom 11,33).  

La Creación tan hermosa, grandiosa, estupenda, proclama un Creador infinito, que podría hacer mil mundos más hermosos, con una armonía más rica y más plena y un orden más elevado y más noble. En ese orden admirable y portentoso del universo brilla la infinita justicia distributiva de Dios. El, que ha destinado a cada ser una naturaleza y una misión para conseguir el fin último, que es la manifestación de su bondad infinita, de su sabiduría insondable, y de su belleza inmensa, ha otorgado a cada uno las propiedades de su naturaleza, lo ha situado en su jerarquía, y ha repartido sus dones y sus gracias, ministerios y carismas, con la riqueza que corresponde a su fin, para que todos puedan dar su nota propia en el universo, que construya la armonía y la felicidad. Y todo ello, no porque Dios deba nada a las cosas creadas, sino porque lo debe a su Infinita justicia que, por ser una perfección, ha de estar en Dios, que es la perfección absoluta infinitamente. Así lo testifica San Dionisio: "Se comprueba que la justicia de Dios es infinita, cuando se ve que da a todos los seres lo que les corresponde según la dignidad de cada uno, y que conserva la naturaleza de cada ser en su propio sitio y con su propia fuerza". En la infinitud de su grandeza ha disminuido su propia gloria y ha herido y deformado su propia belleza ante sus criaturas, con la inefable condescendencia de su Encarnación.

LA FIGURA DEL PADRE

Según el lenguaje del análisis transaccional, el concepto “padre” queda convertido en el censor crítico y pesquisidor negativo que nos amenaza. y nos castiga. Lo peor nos ocurre si, al llamar Padre al Dios infinito, como nos ha revelado su Hijo Jesús, el concepto “padre” programado en nuestro cerebro, el Infinito Padre, queda transaccionalizado en el "padre" que nos impone mandamientos, amenazas y castigos. Entonces, esos mandatos no nos liberan, sino que nos esclavizan, porque son mandatos de un dios falso, traslación de la que Niethzche dijo: “Si es verdad que Dios ha creado a los hombres a su imagen y semejanza, le ha salido bien, porque los hombres han creado un dios a su imagen y semejanza”. Le han trasladado hasta sus propios defectos. Ese es el Dios en el que los ateos dicen no creer. Es el dios de las batallas, el dios de los ejércitos y de las guerras, el dios que causa rechazo, o sentimientos de culpabilidad. En la contemplación silenciosa y larga hemos de aprender que Dios es Amor y Amor Infinito. Amor fiel que no falla aunque el hombre falle. Amor que permanece es eterno y no tiene fin. Amor Infinito. El amor creado que más se aproxima a ese amor infinito es al amor de la madre; para ella todos los hijos son los mejores, los más lindos y a todos perdona ya todos defiende y siempre comprende. Pienso que cuando Jesús creaba la parábola grandiosa del hijo pródigo, tuvo que dibujar una familia incompleta, porque le habría resultado difícil hacer creíble la imagen del hijo pequeño huyendo de casa si, junto al Padre, hubiera estado la Madre.