Discurso sobre la Suma Teológica de Santo Tomas de Aquino

El Verbo Encarnado

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

Sitio Web del Padre

 

 

Santo Tomás comienza la tercera parte de la Suma con el tratado del Verbo encarnado y estudia la conveniencia, la necesidad y el motivo de la encarnación. El misterio de la Encarnación consiste en la unión de la naturaleza humana con la divina en la persona del Verbo de Dios. Dios formó una concreta naturaleza humana en las entrañas de la Virgen María y la hizo subsistir en la persona divina del Verbo. Por esta unión hipostática de la persona divina del Verbo con la naturaleza humana, Cristo, que es verdadero Dios, es también verdadero hombre. El hombre cayó en la tentación del diablo "Seréis como dioses, por rebeldía y Dios se hará hombre por obediencia, para hacer al hombre Dios.

CONVENIENCIA Y MOTIVO DE LA ENCARNACION

La Encarnación del Verbo fue convenientísima, porque siendo Dios el Bien sumo es propio de El difundirse en grado sumo, lo que consigue asumiendo una naturaleza creada y humana y elevándola a la unión personal con El. Al encarnarse Dios, se hace patente su bondad infinita, que no despreció la humana naturaleza; su misericordia, que remediaba nuestra miseria; su justicia, que exigió la sangre de Cristo para redimir a la humanidad pecadora; su sabiduría, que supo unir la misericordia con la justicia; su poder infinito, porque es imposible realizar gesta mayor que la encarnación del Verbo, al juntar en ella lo finito con lo infinito. Dios, Juez Supremo, pudo haber perdonado el pecado gratuitamente, o pudo haber exigido una reparación congrua, con lo cual, según Santo Tomás, no hubiera obrado contra la justicia porque El no tiene superior, y cuando obra con misericordia, hace algo que está por encima de la justicia. Quiso unir la justicia con la misericordia. Santo Tomás de Villanueva, lo expresa así: "Muchos medios he intentado y buscado para que los hombres dejen la vanidad y me sigan, y ninguno sirve de nada; uno sólo resta para convencerlos, que es darles a entender cómo infinitamente los amo, haciéndome hombre".

LA REPARACION

La Encarnación del Verbo no fue absolutamente necesaria para reparar el pecado de la humanidad. Pero sí fue absolutamente necesaria la Encarnación del Verbo, o de cualquiera de las tres personas divinas, para reparar el pecado con satisfacción condigna, es decir, con estricta justicia, porque la humanidad no podía pagar la deuda infinita del pecado, pues los actos de un ser finito no son infinitos y, por tanto no hay igualdad entre lo que se paga y lo que se debe. Sólo Dios podía pagar una deuda infinita, con satisfacción vicaria, siendo a la vez hombre. 

MOTIVACION DEL HOMBRE

Con la Encarnación del Verbo, se acrecienta nuestra fe, esperanza y caridad, y nos impulsa a obrar rectamente ejemplarizados por sus virtudes: "El Verbo se encarnó, dice el Catecismo de la IC, 459, para ser nuestro modelo de santidad: "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí..." (Mt 11,29). "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí" (Jn 14,6). Y el Padre, en el monte de la Transfiguración, ordena: "Escuchadle". El es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado". (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (Mc 8,34). 

PARA HACERNOS DIOSES

Dios nos ha hecho partícipes de la divinidad por la gracia santificante. "Dios se hizo hombre para hacer al hombre Dios", dice San Agustín. Y, por la Encarnación del Verbo es vencido el diablo, y dignificada la humana naturaleza, "reconoce, ¡oh cristiano!, tu dignidad, y, hecho partícipe de la divina naturaleza, no quieras volver a la vileza de tu antigua condición" (san León Magno); nos libra de la presunción y de la soberbia al ver a Cristo anonadado y nos borra el pecado con su sacrificio. "El se manifestó para quitar los pecados. El Padre lo envió como propiciación por los pecados" (Jn 4, 10).