El Redentor se está muriendo de Amor

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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¿Qué pluma se atreverá
a hurgar en el misterio
sin desfallecer?

¿Qué lengua podrá narrar
la agonía oculta,
el volcán en hervor
de un Dios embriagado,
de un Dios en locura,
de un Dios surcado 
de árboles de sangre? 
¿Qué ojos llorarán bastante?

Sin túnica y hecho una llaga, 
de la cabeza a los pies,
entenebrecido de lepra negra,
callado bajo los látigos verdugos

ensombrecido por un mar
de nubes negras,
saboreando hieles negras, 

zarandeado en ciclón
por todos los túneles negros
danzando en torno a la cruz negra,
todas las injusticias, las hipocresías, 
las soberbias, los crímenes negros, 
los espasmos de la noche negra;
negra noche, oscura noche
de un cosmos en tinieblas.

Y el grito del ajusticiado
Desgarrando el fino aire que él hizo
Que rompía los corazones
De los que lo veían aterrados

Inundando con las olas 
De amargura a María, Su Madre
Y a Juan y a Magdalena
Y a Juan Pablo, que de Mel Gibson: 
“Es como fue…”, ha dicho.

Las manos ateridas crucificadas
siguen bendiciendo.

El olor de la sangre, 
dolor de sangre que mana
A chorros, a borbollones
A gritos desgarrados,
No clama como la de Abel 
venganza. Clama Perdón

Los pies, raíces secas,
Ya no pueden caminar
en busca de rotas ovejas.

Sus ojos tumefactos 
por la lluvia de sangre, 
Por el torrente salvador de la sangre,
Están derramando, diluviando
mares de lágrimas 
dolorosas de amor,
y me siguen mirando.

Se está muriendo de amor,
Jadea el latido de Dios,
Que, muriéndose de amor,
hinca una saeta de oro
de amor misericordioso,
en el corazón del universo.