El Niño crecia y se llenaba de sabiduria

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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1. La fiesta de hoy nos introduce en la intimidad de la Sagrada Familia en la que se desarrolló y creció el Hijo de Dios hecho hombre. Esta fiesta pretende evocar las virtudes domésticas que reinaban en el hogar de Jesús: fidelidad, trabajo, honradez, obediencia, respeto mutuo entre los padres y el hijo... practicarlas y pedir que sigan teniendo vigencia en nuestras familias en el tercer milenio.

2. La abnegación y los desvelos de los hijos por sus padres son hasta tal punto un deber de gratitud que forman parte de uno de los diez mandamientos principales de la ley por cuanto que en los padres vive Dios, sin cuya acción no puede nacer ningún hombre nuevo. Engendrar y traer hijos al mundo es un acontecimiento que sólo es posible con Dios. Por eso en el cuarto mandamiento el amor agradecido a los padres es inseparable de la gratitud debida a Dios. 

3. San Pablo señala la unidad del amor en la familia: «Sobrellevaos mutuamente y perdonaos». El amor es el único vínculo que mantiene unida a la familia por encima de todas las tensiones. Y esto no en plano de la simpatía natural, sino que «todo lo que de palabra y de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús y en acción de gracias a Dios Padre». El amor recíproco de los padres se señala diferenciado: a los maridos se les recomienda el amor como el que Cristo tiene a su Iglesia, según la carta a los Efesios, sin despotismo ni complejo de superioridad; ¡cuánto dolor de las esposas maltratadas en extremos dramáticos y crueles se ha puesto de manifiesto este año!; y a las mujeres, la correspondencia a ese amor. El amor mutuo entre padres e hijos se fundamenta con una psicología insólitamente profunda: la obediencia de los hijos a los padres «le gusta al Señor», que ha dado ejemplo de esta obediencia (Lc 2,51). El comportamiento de los padres, se fundamenta con precisión: «No exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos». La autoridad paterna ha de ser tal que fomente en los hijos el coraje de vivir, lo que pertenece a la esencia de la «autoridad», que en su sentido etimológico significa «fomento y estímulo», más que potestad. El delicado tejido de amor mutuo diferenciado no puede romperse: la Sagrada Familia es el ejemplo que todas las familias deben seguir. Jesús como todo niño tuvo una familia que lo crió. Tuvo un padre y una madre humanos, un ambiente vital en el que pudo crecer y forjar su naturaleza hasta llegar a ser un adulto, que lo modeló y preparó para realizar su misión. 

4. Jesús quiso compartir la vida de un hogar humano. El es quien quiere interceder para que los novios sientan la presencia de Dios en la vivencia de su amor mutuo y para que se preparen santamente para su matrimonio. El quien debe iluminar y consolar a las familias desunidas, a los esposos que se ven precisados a vivir separados a causa del trabajo, a los hijos de los divorciados, a los hogares sin hijos y a los que lloran la muerte de sus familiares. Cada niño lleva los rasgos del Niño Dios: el pequeño palestino y el pequeño israelí, el bebé estadounidense y el afgano el hijo del hutu y el hijo del tutsi, todos, todos…. El libro del Eclesiástico describe este deber muy concretamente y a la vez con suma delicadeza. Los padres ancianos, aunque «su mente flaquee», deben ser cuidados y tratados con respeto, y no abochornados por el hijo «mientras es fuerte». El que no honra a sus padres, no experimentará ninguna alegría de sus propios hijos. En cambio, la piedad para con los padres será tenida en cuenta para obtener el perdón de los propios pecados. «El que honra a su madre, honra a Dios»."El que honra a su padre expía sus pecados. El que respeta a su madre acumula tesoros" Eclesiástico 3,3. Buena lección para la sociedad nuestra. Si este mundo se enfoca como un jardín de placeres, con la finalidad de pasarlo bomba, y como estación término, todo se explica. 

6. El hecho de que Dios haya decidido hacerse hombre, nacer en una familia pobre y humilde y vivir entre nosotros en un hogar humano, debe ser un motivo para seguir su ejemplo y el de toda su santa Familia. Ejemplo que hemos de dar los cristianos tanto más, cuanto que vivimos en un mundo materialista, que ha sustituido la fe por el placer, la esperanza por el dinero, la adoración de Dios por la adoración del hombre.

7. Si vemos con los ojos del evangelio, hemos de rectificar muchas valores de mentalidad y de convivencia: "Sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente, perdonándoos, como el Señor os ha perdonado. Y por encima de todo, el amor, la Palabra, la Eucaristía... Hijos, obedeced a vuestros padres, que eso le gusta al Señor. Padres, no seáis posesivos, para que no se desanimen vuestros hijos" Colosenses 3,12. Tampoco les sobreprotejáis en exceso, porque se quedarán enanos, no crecerán y estarán necesitando a todas horas y en todos los problemas, el paraguas de papá, la sombrilla de mamá. ¡Yo bendigo el día en que el Obispo, a mis veinticuatro años, me nombró párroco y tuve necesidad de sacarme las castañas del fuego con mis propias manos!

8. Dios crea al hombre y a la mujer y les imprime la vocación, y con ella, la capacidad y responsabilidad del amor y de la comunión, a imagen de la Trinidad, de cuyo amor el matrimonio es la expresión y la prolongación. El amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano, en alma y cuerpo. Por eso el matrimonio de los bautizados adquiere el carácter de un gran signo, o, como dice San Pablo, "un misterio grande", que se convierte en el símbolo real de la alianza nueva y eterna en la sangre de Cristo. "Un misterio grande en orden a Cristo y a la Iglesia".

9. El Espíritu del Señor renueva el corazón y hace al hombre y a la mujer capaces de amarse, como Cristo nos amó. Por el poder de la gracia alcanza el amor su plenitud en la caridad conyugal, modo propio y específico con el que los esposos están llamados a vivir la misma caridad de Cristo, que se da y se ofrece en la cruz. 

10. Pero el amor de los esposos no se agota en ellos mismos, sino que les hace cooperadores de Dios del don de la vida a otras personas humanas. Cuando los esposos se convierten en padres reciben de Dios una nueva responsabilidad, y su amor paterno se convierte en signo visible del amor de Dios, de quien proviene toda paternidad. 

11. De este amor proviene la familia y en ella nacen un conjunto de relaciones, padres-hijos-hermanos, mediante las cuales toda persona humana es introducida en la familia humana, y en la familia de Dios, la Iglesia, que encuentra en la familia, nacida del sacramento, su cuna y el lugar donde se anuncia el evangelio de la manera más eficaz y duradera. La Iglesia doméstica.

12. La Sagrada Familia también, como la familia de hoy, tuvo que afrontar y convivir con grandes problemas; con una dramática situación en cada uno de sus miembros: un padre que biológicamente no lo era; una madre que no era esposa plena; y un hijo que rebasaba la dependencia natural. A la Sagrada Familia deben acudir las familias de hoy para aprender a vivir el amor y el sacrificio, conscientes de que la gracia del sacramento del matrimonio fortalece a los esposos para sacrificarse el uno por el otro, y ambos por los hijos. 

13. "Este será como una bandera discutida. Y a ti una espada te traspasará el alma" Lucas 2, 22. Desde esa profecía dolorosa hay que contemplar las dificultades que hoy encuentra la familia: Equivocada independencia de los esposos entre sí; intercambio aberrante de parejas; casos raros de parejas de hecho; ambigüedad ante la autoridad sobre los hijos; dificultades para transmitir los valores humanos y cristianos. El divorcio, el aborto, el recurso cada vez más frecuente a la esterilización, la mentalidad anticonceptiva, de tantas formas utilizada y normalmente justificada. Las uniones de hecho - de deshecho.

14. Para obviar estas y otras dificultades, es precisa e indispensable una catequesis clara y positiva, el recurso a la austeridad, la ascesis constante propia de una vida cristiana llena y contagiante, y la oración incesante para que no el Señor nos deje caer en la tentación. Difícilmente superarán los cristianos de hoy todas esas asechanzas, sin el recurso a la intercesión de la Sagrada Familia y al establecimiento en el propio hogar de aquel clima humano y celestial, feliz y sencillo, pero también lleno de pruebas y privaciones, de candor y del sudor del trabajo y también de poesía, en el ambiente de Nazaret.

¡Nazaret!
Centro de Dios.
Centro del mundo.
Fuego que baja a encender 
corazones que se den, 
en total consumación, 
a El, a El, a El.

15. Y la hondura y honradez, la lealtad y la fe, que se respira en la Casita de José:

Casita de José:
horas de paz y amor,
Casita de José:
horas de duda y dolor.

Casita de José:
prudencia y fidelidad.
Casita de José:
muerte dichosa, 
final enamorado,
flor que se abre 
al color de otro cielo 
y de otra tierra 
y de otra casa nueva, 
de jaspe turquesa.

16. En 1964, el Papa Pablo VI visitó Nazaret, emocionado. Allí pronunció una bellísima alocución, en la que recogió, resumiendo, estas tres lecciones: El silencio, la vida familiar, el trabajo. 

17. José lleva una vida de sobresalto: "Coge al Niño y a su madre y vete a Egipto. Herodes quiere matar al Niño". ¡A José le había anunciado el ángel que su Niño venía a salvar y ahora tiene que salvarlo él, qué misterio y que prueba de fe! Jesús Niño que ha tenido que huir, va aprendiendo también que será ejecutado en la cruz, como los malhechores. "Nosotros morimos con razón, pero éste ¿qué mal ha hecho?". 

18. Jesús, José y María, sed el consuelo y la fuerza de todas las familias de la tierra para que sean trasuntos fieles de vuestra Sagrada Familia. Visitadnos ahora y hacednos fuertes con la gracia de la Eucaristía. Amén.