Discurso sobre la Suma Teológica de Santo Tomas de Aquino

El Sacramento del matrimonio

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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Para conocer el pensamiento de Santo Tomás, además del tratado del compilador del Suplemento, contamos hoy con la "Summa contra gentes", los "comentarios a las Epístolas de San Pablo" y la exposición a los "Éticos" de Aristóteles del mismo Santo Tomás. Desde estas fuentes pues, damos su cuerpo de doctrina. 

Enseña Santo Tomás que el matrimonio es de derecho natural y de derecho divino positivo, como leemos en el Génesis: "Creó Dios al hombre a imagen suya, hombre y mujer los creó, los bendijo y les dijo: Creced y multiplicaos y llenad la tierra´ (Gn 1, 27). La exclamación de Adán, ante Eva recién creada: “´¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Hembra, porque la han sacado del Hombre. Por eso el hombre abandona padre y madre, se junta con su mujer y se hacen una sola carne", brotó de los labios del primer hombre movido por inspiración del Espíritu Santo y con ella declaró que el vínculo matrimonial es indisoluble, como enseña el Concilio de Trento. "Que esto significa una unión indefectible de sus vidas, el Señor mismo lo demuestra recordando cuál fue en el principio, el plan del Creador: De manera que ya no son dos sino una sola carne" (Mt 19, 6) (CIC 1605). 

DIVORCIO, POBREZA
Cuando hoy se busca el divorcio, no se admite la riqueza de la gracia de Cristo y se cae en la pobreza de lo antiguo, con pretexto de modernidad. Cuando la autoridad, aunque sea legítima, legisla contra la ley natural, deja de ser legítima, porque el legislador no puede suplantar la ley natural: "Serán los dos una sola carne" en comunidad de amor, para continuar la creación y propagar la fe desde la verdadera iglesia doméstica". 

El término bíblico "carne" no evoca sólo el aspecto físico del hombre, sino también su identidad global de espíritu y cuerpo. Lo que los esposos realizan no es únicamente un encuentro corporal; es, además, una verdadera unidad de sus personas. Se trata de una unidad tan profunda que, de alguna manera, los convierte en un reflejo del "Nosotros" de las tres Personas divinas en la historia (Juan Pablo II, Carta a las familias, 8).

EL PLAN DEL CREADOR
Así se comprende el gran reto que plantea el debate de Jesús con los fariseos. La ley de Moisés permitía el repudio. Jesús pasando va al núcleo del designio de Dios. Moisés hace una concesión a la "dureza del corazón". Pero Jesús no se resigna a esa dureza. El ha venido a eliminarla y a ofrecer al hombre, con la redención, la fuerza necesaria para vencer las resistencias del pecado? Jesús les dice: "Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer" (Mc 10, 6). Hombre y mujer. El hombre solo está incompleto, por tanto, insatisfecho. Con la mujer está el hombre completo. Algún día pondré de relieve la narración de maravilla que ofrece Torrente Ballester en su novela Don Juan, que pone de manifiesto la carencia de Adán sin Eva y su satisfacción cuando Dios se la entrega. Pero también dice el texto sagrado que creó al hombre a su imagen y semejanza. Esto tiene que ser explicado de varias maneras. A semejanza de Dios, el hombre es espíritu como él, por tanto con capacidad de entender y de amar. Sólo después de la Encarnación, será semejante a Dios en la corporeidad del Hijo, que otorgará al hombre la gracia esponsal por la que él se hace Esposo de la Iglesia y de toda la humanidad llamada a integrarse en él como Cabeza, y de ahí arranca la indisolubilidad del matrimonio, como realidad y signo en el mundo, de la unión con Dios, a la cual todos los hombres están vocacionados, en lo que consiste su fidelidad suprema, consumadas las significaciones. Con lo que se verificará la semejanza con Dios, que no vive solo sino en la familia trinitaria. Sólo Jesús, que conoce al Padre "desde el principio", y conoce también al hombre "desde el principio", es, a la vez, el revelador del Padre y el revelador del hombre al hombre, como señala la Gaudium et spes,22. Por eso, siguiendo sus huellas, la Iglesia tiene la tarea de testimoniar en la historia este designio originario. La teología moderna de los sacramentos también entiende la sexualidad de una manera más positiva que en la moral tradicional, influenciada por el montanismo, poco amigo del cuerpo y entiende el amor corporal de los esposos como el lugar en el que pueden experimentar a Dios más intensamente. Esta visión sacramental del amor sexual es más acorde con la psicología actual, dado que en la sexualidad también está la trascendencia, pues se orienta al misterio del amor infinito de Dios. Según Walter Schubart hay una conexión entre el espíritu de Dios y el amor de los esposos, y allí se percibe el brote de la unidad divina, y dice: “La unidad divina se hace visible en la duplicidad humana. Cada acto de amor es un paso hacia la perfección, un preludio de la refundición entre Dios y el mundo. Cuando se encuentran dos amantes se cierra en un lugar del cosmos la herida del aislamiento”. La unidad añorada por Adán, señalada por el Creador: “El Señor Dios se dijo: <No está bien que el hombre esté solo>” (Gn 1,18). 

LA CARTA A LOS EFESIOS Afirma santo Tomás: "Se dice en la carta a los Efesios: Este sacramento es grande"; luego es sacramento". Y aunque el matrimonio no se asemeje a la pasión de Cristo en cuanto al sufrimiento, se le parece en la caridad, que es la que impulsó a Cristo a padecer por la Iglesia. La unión de Cristo con la Iglesia no es la cosa contenida en este sacramento, sino la cosa significada". El matrimonio pues, en la Nueva Ley es sacramento, por tanto confiere la gracia santificante y el derecho permanente de recibir las gracias actuales que ayuden a los cónyuges a cumplir los fines del matrimonio. 

SANTO TOMÁS DIFIERE DE MELCHOR CANO
Se distanció Santo Tomás de Melchor Cano en la determinación de la forma del sacramento del matrimonio: "las palabras, dice, con que se manifiesta el consentimiento matrimonial, son la forma del sacramento; no es la bendición del sacerdote, que sólo constituye un sacramental". Por tanto los ministros son los propios contrayentes. 

Entre bautizados no puede haber contrato matrimonial válido, que no sea sacramento. Pío XI en la Encíclica Casti connubii, dice: "Los fieles al prestar el consentimiento matrimonial se abren al tesoro de la gracia sacramental, de donde sacarán energías sobrenaturales para cumplir sus oficios y deberes fiel, santa y constantemente mientras vivan". 

EL MATRIMONIO: UNION DE CRISTO CON LA IGLESIA
Hemos visto que el matrimonio simboliza la unión perpetua de Cristo con la Iglesia le compete la indisolubilidad. Pero hay otra razón que la exige: el matrimonio es ordenado al bien de los hijos. En una sociedad en la que una encuesta del Centro de Investigaciones Científicas, revela el dato de que la mayoría está por la ambición del dinero y posponen el valor del matrimonio y de la familia; que prefieren el placer inmediato, con lo que se desgajan de la ley natural, impresa en el corazón de los hombres por el Creador, y por tanto responde a las aspiraciones más hondas del hombre y está al servicio de su persona y de su felicidad, hay que proclamar la indisolubilidad del matrimonio como querida por Dios, y el divorcio, como tolerado por Moisés "por la terquedad de vuestro corazón", como ya hemos dicho. Si Moisés toleró el acta de repudio, fue porque el hombre estaba aún desposeído de la gracia de Jesús que, con ella ha venido a perfeccionar la Ley y a posibilitar su cumplimiento. 

ANULACION DEL MATRIMONIO
Cuando la Iglesia disuelve el matrimonio ratificado y no consumado, lo que no sería matrimonio no sólo fisiológicamente, sino en toda su plenitud psicológica, por causa de patología humana, no separa, sino declara que no había matrimonio.