Domingo XXX Tiempo Ordinario, Ciclo A

Dios quiere que todos los hombres se salven

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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EL HOMBRE ES MAS GRANDE QUE EL MISMO, PERO SOLO LO HACE GRANDE EL AMOR.

1. "El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros, conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación" Salmo 66,2. 

2. .- "El primer servicio que la Iglesia puede prestar a cada hombre y a la humanidad entera en el mundo actual, el cual está conociendo grandes conquistas, pero parece haber perdido el sentido de las realidades últimas y de la misma existencia es dar a conocer a Cristo". Porque "Cristo Redentor revela plenamente el hombre al mismo hombre", el mejor servicio que podemos hacerle al hombre es ponerlo en contacto con Cristo, para que su luz le descubra su grandeza. 

3. .- "Si tu prójimo grita a mí yo lo escucharé, porque yo soy compasivo. Se encenderá mi ira..."Éxodo 22,21. Dios prohíbe perjudicar a los desamparados. Cuando el autor sagrado escribe el Éxodo no hay ninguna ley organizada de seguridad social, y la ley de Dios se adelanta a la ley de los hombres, como única defensa de los derechos de los pobres en cualquier categoría. De tal manera este proceder de Dios es una de las bases fundamentales de la espiritualidad bíblica, porque es el único pecado capaz de suscitar la ira de Dios: “Si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos”. ¿Quién más necesitado de nuestra caridad, que el hombre que no ha conocido aún el amor de Cristo? 

4. .- "Todo el que invoca el nombre del Señor se salvará. Ahora bien: ¿Cómo van a invocarlo si no creen en él?, ¿cómo van a creer si no oyen hablar de él? ¿Y cómo van a oír sin alguien que proclame? La fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo" Romanos 10,9. 

5. - El pobre es el lugar cercano en donde se revela el Dios distante, y la ocasión real en que el hombre y el pueblo tienen la oportunidad de responder al mandamiento del Amor. La presencia de los necesitados de luz en todo el mundo, es una reclamación que se levanta hacia Dios y que acusa. El pueblo de Dios debe escuchar su grito, porque su clamor es la voz de Dios, que manifiesta el hambre y la sed de la verdad del evangelio, que se satisface no sólo con la presencia, sino con el anuncio: “Id y predicad a todas las gentes”. 

6. Este es el testimonio que da Pablo del pueblo de Dios en Tesalónica, que "Desde vuestra comunidad, la palabra de Dios ha resonado en todas partes; vuestra fe en Dios ha corrido de boca en boca" Tesalonicenses 1,5, que debe poder darse también de nosotros, cristianos del siglo XXI, cuando tantos pueblos yacen aún en la oscuridad. Tantos hombres a quienes les falta Cristo, Luz de los pueblos, que tienen tanta necesidad de Padre, para ser hermanos. Tantos pueblos que se odian, se destrozan, víctimas del racismo, egoísmo, ambición, que no se aman. Que no conocen aún el mandamiento del amor. 

7. Los escribas y maestros habían enredado la Ley con 613 mandamientos. Desde esta realidad complicada y agobiante, se comprende bien que le preguntaran a Jesús para ponerlo a prueba: "¿Cuál es el mandamiento principal?". Porque la mayoría vivía ahogada por tantas leyes, con angustia y complejo de culpa incesantemente. El inteligente y el sabio simplifican los problemas. El de luces cortas, los complica. Jesús, Suprema Sabiduría, abre la ventana para que entre aire fresco y rico en oxígeno y contestó: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y el primero" (Dt 6,4). La pregunta capciosa está contestada sobre-abundamente. “Con todo tu corazón”, lo más profundo del hombre; “con toda tu alma”, haciendo su voluntad y cumpliendo sus deseos y no los nuestros, discernidos no por nuestro sentimiento, sino por nuestro director; “con todo tu ser”, con todo lo que somos, vida, talento, inteligencia, imaginación, dones de la naturaleza y de la gracia: “gastarse y desgastarse por Dios”. 

8. .- Al pedir un amor tal, parecerá que Dios es un sátrapa ambicioso, intolerante y posesivo, que exige el amor a él por exclusivista y absorbente. Cuando es todo lo contrario, porque siendo todo AMOR, lo que busca de sus criaturas e hijos es que sean tan grandes como él, que sólo se consigue igualando a los hombres con él, y esto sólo lo hace el amor, que es lo único que puede igualar el amante con el amado. El amor o encuentra iguales, o los hace iguales. Lo canta San Juan de la Cruz en el Cántico espiritual: “Mi alma se ha empleado, / Y todo mi caudal en su servicio; / Ya no guardo ganado, / Ni ya tengo otro oficio, / Que sólo en amar es mi ejercicio” (Canción 28). 

9. .- La novedad de la doctrina de Jesús consiste en que ha unido los textos del Deuteronomio 6,5 y del Levítico 19,18, el “Shemá Israel”, recitado dos veces cada día por los hebreos: porque se le ha preguntado por el primer mandamiento y contesta también con: "el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a tí mismo" Mateo 22,34, uniendo los dos mandamientos en uno, y afirmando que en él están compendiados toda la ley y los profetas. Todos creemos que sabemos estos dos mandamientos, que en realidad no son más que uno. Parece que ya nos suenan a viejo y gastado. Pero si los meditamos profundamente iremos viendo gradualmente que los conocemos muy poco de verdad. Creemos que amamos a Dios porque rezamos o venimos a misa... Y después ¿cuenta algo Dios en nuestro corazón y en nuestra vida? ¿Sentimos necesidad de adorar a Dios, de amarle, de agradecer todo lo que hemos recibido de El? ¿De servirle?

10. Debemos cantar con sinceridad con el salmista: "Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, mi roca, mi alcázar, mi libertador, mi peña, mi refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte". En las adversidades, tú me das constancia y paciencia sabia, que me hace esperar tu liberación. Esas eran las expresiones de David, poeta y guerrero, que se pasó la vida luchando por su pueblo, recibiendo heridas y escapando de emboscadas, de las que siempre le salvó el Señor. Y el amor al prójimo: El día del juicio, ovejas y cabritos, preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos y no te dimos o te dimos de comer...?" (Mt 25,31), es decir, no te vimos. Jesús, anuncia a su Padre, Dios de ternura, cuya delicadeza desciende a la opresión de la pobreza en todos los sentidos, y categóricamente proclama la sentencia sobre los de la izquierda: “Irán al castigo eterno” (Ib). 

11. - "Como a tí mismo". Tenemos obligación de amarnos a nosotros mismos y ¡con qué ternura lo cumplimos! "Amémonos mucho" dice Santa Teresa. Pues así -dice el Señor- hemos de amar a nuestros hermanos. "Lo que no quieras para tí, no lo hagas a nadie" (Tb 4,15). El peligro en el que caemos casi todos es en amarnos a nosotros con exceso, o desordenadamente: lo que se llama egoísmo. Por egoísmo se es infiel a la palabra cuando molesta su cumplimiento; por egoísmo no se pide perdón cuando se debe; por egoísmo buscamos los mejores puestos; por egoísmo nos gusta ser el centro y el perejil de todas las salsas; por egoísmo rechazamos los compromisos de amor. 

12. -"Lo que hicisteis a uno de estos pequeñuelos a mí me lo hacéis" (Mt 25,34). Todos los hombres estamos destinados a ser copartícipes de la bienaventuranza porque hemos sido redimidos por Cristo. Por el Bautismo hemos sido hermanados con él como miembros de su Cuerpo místico. Por tanto cuando pisamos el pie de un hermano, pisamos a Cristo. Quizá besamos la cabeza de Cristo, mientras le estamos pisando los pies en algún hermano. El que causa alegría a los hombres, alegra al Señor. Quien los entristece, entristece también al Señor. Una madre goza y sufre más por lo que le hacen a su hijo, que por lo que le hacen a ella. Lo que hacemos al prójimo lo hacemos a Dios. Por eso, "Si alguno dice: amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente. Pues el que no ama a su hermano a quien ve, no es posible que ame a Dios, a quien no ve" (1 Jn 4,20). Dios se encuentra en el hombre. Y ésta no es una consideración piadosa, sino que pertenece a la esencia más radical del cristianismo, cuyo misterio se proclamará el último día: "A la tarde nos examinarán en el amor" (San Juan de la Cruz). Hemos encontrado la raíz del amor a Dios, y la del amor al prójimo, que es ésta:”Porque somos los unos miembros de los otros y todos miembros del cuerpo de Cristo” (Ef 3,6; 5,30). 

13. -Sigue Jesús revelándonos el grado supremo del amor, el mandamiento nuevo, sólo posible por la acción del Espíritu Santo: "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado" (Rm 5,5). Causa vértigo. "Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado" (Jn 15,12). Y él nos ha amado hasta entregarse por nosotros. 

14. - En resumen: Nos amamos mucho, y hemos de amar a nuestros hermanos igual. Por tanto, luchar por desterrar la soberbia, la dureza, la susceptibilidad, las murmuraciones, las injusticias, las antipatías, las mezquindades. Esforzarse por practicar la justicia, la amabilidad, la dulzura, la mansedumbre, la generosidad. "El amor es paciente, es afable, no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, no es grosero ni busca lo suyo, no se irrita ni lleva cuentas del mal, no simpatiza con la injusticia, sino con la verdad. Disculpa siempre, espera siempre, se fía siempre, aguanta siempre" (1 Cor 13,4). 

15. - San Pablo en este texto no habla de obras exteriores de caridad o de beneficencia, o de misericordia sino de las disposiciones interiores con el prójimo. Y sigue diciendo que el mayor acto de caridad externo, distribuir los propios bienes a los pobres, dar su cuerpo a las llamas, hablar las lenguas de los ángeles, no vale nada sin la caridad, si no va unido al auténtico amor, a buscar y procurar el bien de los hermanos, a promocionarlos. No hay que contraponer el amor de corazón y la caridad de las obras o refugiarse en las buenas que es así como lo he corregido disposiciones interiores hacia los demás para excusarnos de la propia falta de caridad efectiva y concreta. Si encuentras a un pobre con hambre y tiritando de frío, dice Santiago, de qué le sirve que le digas: «Vete en paz, calentaos y hartaos, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? (2,16). “Hijos míos, no amemos de palabra ni con la boca, sino con obras y de verdad” (1Jn 3,18).

16. -. San Agustín dice «Ama y haz lo que quieras». Muchos la citan y la suscriben entendiéndola según la carne, si se ama, todo es lícito. Pero San Agustín dice que es difícil, descubrir qué es lo justo, lo que hay que hacer en cada circunstancia, lo que exige el amor: si callar o hablar, si dejar correr o corregir a una persona. Hay que seguir una regla, que vale para todos los casos: Ama: y haz lo que quieras! Sí. Si callas, calla por amor; si hablas, habla por amor; si corriges, corrige por amor. Que en tu corazón haya verdadero amor a aquella persona, pues, si lo hay, lo que hagas, será justo, pues el amor sólo hace bien. “La caridad no hace mal al prójimo” (Rm 13,10).

17. - ¿Sabemos hoy ver a Dios en el hermano, en los hermanos, en todos esos hombres y mujeres que necesitan la luz del evangelio, en los misioneros que con tanta abnegación llevan la fe a los pueblos? Ofrezcamos nuestra oración y sacrificios por los misioneros cada día, y no sólo en el día del Domund, que celebramos hoy. A las misiones no sólo las podemos ayudar en el DOMUND con nuestra limosna. Santa Teresita del Niño Jesús, patrona de las misiones, no hizo grandes cosas, pero por sus grandes deseos e inmenso amor, fue una gran misionera. Esa carta que no hemos contestado todavía tiene capacidad para salvar un alma. Recogiendo una hilacha del suelo, decía la Santa, podía salvar un alma. "Camino por un misionero". Podemos ser misioneros cumpliendo nuestros deberes pequeños, y no sólo los que se ven: Una llamada de teléfono aceptada, en vez de contestar la socorrida frase: "Está reunido". Cuando venga el Señor no nos encontrará unidos, sino "reunidos". Que nuestros donativos para las misiones, sean tan copiosos como quisiéramos que lo hicieran con nosotros. 

18. -Pidamos: ¡Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben! Salmo 66 (De la misa para la Evangelización de los pueblos).