Domingo XXXIII Tiempo Ordinario, Ciclo A

Veras la prosperidad de Jerusalen

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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1. "Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor" Mateo 25,14. Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y les confió su hacienda. A ellos les corresponde hacerla producir. Los dos primeros, sin pretendidas exigencias, pero con la esperanza consoladora y estimulante de que el Señor premia el trabajo y el esfuerzo, la iniciativa y el riesgo, la constancia y el orden, ponen a trabajar toda la capacidad que el mismo Señor les ha dado y todo su ardor, y duplican el capital. Hoy la Iglesia atraca en orillas nuevas. Hay que "mojarse" y dar respuestas a los problemas del mundo. "Los dejó encargados de sus bienes". El evangelio no es un depósito que hay que conservar, sino una semilla que hay que sembrar, una viña que hay que hacer fructificar, una levadura que hay que dejarla desarrollar, una aventura que hay que correr, un capital que hay que aumentar, y una responsabilidad que hay que tomar. Porque, como el evangelio no es el "opio del pueblo", sino la salvación del mundo, hemos de poder decirle al Señor: "Me diste cinco talentos y te devuelvo otros cinco". O "me dejaste dos, aquí tienes otros dos".

2. Los empleados fieles han sido como la mujer hacendosa, Proverbios 31, 10, que vale más que las perlas. Adquiere lana y lino y los trabaja con la destreza de sus manos. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre, con una vida de trabajo al servicio de la familia y de los necesitados. Y es alabada por su laboriosidad, por su actitud en el hogar y por su generosidad con los pobres. Como es una mujer de valores auténticos, de riqueza interior que se consolida y acrisola con el tiempo, aunque se marchite la belleza de la juventud, siempre es agradable y hermosa. El texto refleja todo un estilo de vida que derrama felicidad a su alrededor, que renuncia al brillo fugaz y superficial de los éxitos humanos, títulos humanos, fraudulentos a veces. Muchas mujeres de nuestra sociedad se distinguen por su juventud y su belleza, pero tienen las manos vacías, la cabeza vacía y el corazón vacío, y cuando llegan a la edad que las debía hacer merecedoras de amor y respeto por el sacrificio de su vida, se presentan empequeñecidas y pobres de virtudes. No hay rostro hermoso, cuando el egoismo mancha y afea el alma. Pinturas, cosméticos, barniz y oropel, son los modelos que se ofrecen hoy a la juventud, y los solicitados y bien remunerados y, a veces, sin dar golpe al agua.

3. La recompensa de los fieles: "pasa al banquete de tu Señor". Se trata pues de realidades religiosas. Los talentos, en el mensaje de la parábola, son el Reino: el Bautismo, la Palabra, los sacramentos, la Iglesia, con el derroche y profusión de sus carismas, la misión: "Id a todas las gentes" (Mt 10,7), alentados por la fuerza de la oración. En la historia de la Iglesia se han dado y se darán distintas líneas y estrategias de pastoral, en los sacramentos y su recepción por los fieles, en los organismos de gobierno, etc. Pero si cambia la pastoral, no cambia el Evangelio. Siempre será verdad que he venido para que tengan vid abundante; si el grano de trigo no muere, queda infecundo; pero si muere da mucho fruto; si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame; el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios; ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un codo a la medida de su vida?; ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios quien hace crecer.

4. Si en la vida cristiana, en la vida religiosa, no se trata de tener, sino de ser, hemos de acudir a Dios: Esto será la oración. La oración siempre será necesaria. Es en ella donde Dios nos recrea, nos infunde su Espíritu, nos entrega su entraña. Distintas son las filosofías que, en la práctica, pueden movilizar la acción, incluso pastoral-eclesial: La materialista: Se destaca por la obsesión por el número, la productividad y la producción. Si no se produce, no vale. De ahí, los ancianos abandonados...hasta la eutanasia. Existe el peligro de confundir el ser con el producir. Y no es lo mismo producir un objeto, que realizar un acto. Un robot nos producirá todas los objetos que le programemos. Pero ningún acto interior. La mundana: La lucha por el carrierismo. La ley del amiguismo. La práctica del arrimarse al sol que más calienta. La fuerza del enchufismo. Y la otra: cuando las cosas no se ven claras, no comprometerse. Y cuando ya lo son, unirse al carro del triunfador. La divina: En cuanto al número, oigamos a Cristo que dice a los doce: “¿También vosotros queréis marcharos?". Está dispuesto a quedarse solo. "Darán la sangre de su corazón a quien sirve a Dios y ayudarán todo lo que puedan a que le sirvan" (San Juan de la Cruz). “La sangre y la vida darán por la empresas de Dios, las almas de Dios (Santa Teresa) La renovación del mundo comienza en el corazón de cada persona (Juan Pablo II en la India). Es más fácil calzarse unas zapatillas de moqueta, que alfombrar de moqueta todo el mundo. Y ¿qué renovarse? Dejarse cambiar el corazón. Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su cuerpo el corazón de piedra y le daré un corazón de carne, para que caminen según mis preceptos, observen mis normas, y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios (Ezequiel, 11)

5. Es más fácil evadirse en el trabajo, que también aturde y gratifica. Es más difícil quedar en la oscuridad, sufrir con amor las consecuencias del ostracismo, esperar, callar, tener paciencia, amar a fondo perdido y no para que me quieren o porque me quieren. Es más difícil quemar una hora en la oración árida que dieciocho en la oficina con todos los teléfonos repiqueteando a todo gas y recibiendo llamadas y faxes de medio mundo. Santa Teresa propone como fin de su gran reforma: “me determiné a hacer eso poquito que yo puede y es en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese, y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, pues el Señor tiene tan tantos enemigos y tan pocos amigos, que esos fuesen buenos" (Camino 1). "Son menester amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos" (Vida 15)

6. Para Teresita del Niño Jesús la oración es un impulso, una sencilla mirada elevada al cielo, un grito de agradecimiento y de amor en la prueba como en la alegría. Para San Juan Damasceno es la elevación del alma a Dios o la petición de bienes convenientes. Desde la humildad, que es la base de la oración, y la disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios, dice San Agustín. Cristo es el primero en buscarnos: “Si conocieras el don de Dios” y el que nos pide de beber. La oración es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed (San Agustín). Nuestra oración es una respuesta a la queja de Dios vivo: “Tú le habrías rogado a él y él te habría dado agua viva. A mí me dejaron, manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas rotas” (Jeremías 2,13).

7. La oración es una relación de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo; es comunión con Cristo y con toda la Trinidad. En el Antiguo Testamento, ya Dios le habla a Adán “¿Dónde estás? ¿Por qué lo has hecho?" Y el Hijo al entrar en el mundo “Vengo a hacer, oh Dios, tu voluntad”. La oración se encuadra entre la caida y la restauración del hombre. Abraham se pone en camino como se lo ha dicho el Señor. Y Abraham que es hombre de hecho y no de palabras, en cada etapa levanta, como respuesta, un altar al Señor. Moisés es el mediador. También David es hombre de oración. Y Elías y los profetas. Y los Salmos. Jesús ora. La oración está en el corazón del Evangelio: ¡«pedid y se os dará... >! (Mt 7,7). Jesús, que pasa noches en oración (Lc 6,12), nos dice: <Lo que pidáis al Padre en mi Nombre, os lo concederá» (Jn 14,13). El evangelio de Marcos 9, 7, refiere que el padre de un joven endemoniado se dirigió a Jesús, después de que sus discípulos habían fracasado y no habían podido lanzar al demonio: "Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y donde le coge le tira; echa espuma, rechina los dientes y se pone rígido. He pedido a tus discípulos que lo alejen, pero no lo han conseguido". Cuando le preguntaron a Jesús sus discípulos: "¿Por qué no hemos podido expulsarlo nosotros? Jesús respondió: Esta especie sólo se puede expulsar con la oración y el ayuno" (Mc 9, 28).

8. Habían fracasado los discípulos de Jesús, a quienes él estaba formando para continuar su acción; los que mientras Jesús oraba en Getsemaní, dormían (Lc 22, 45), y sólo el Espíritu Santo en Pentecostés les enseñará a decidirse por la oración: "Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra" (Hch 6, 4). Y San Pablo exhorta: «Orad sin interrupción». Jesús comenzó su Pasión orando en el huerto de Getsemaní (Lc 22,41). María comenzó a ejercer de Madre de la Iglesia orando en el cenáculo con los apóstoles (Hech 1,14). La oración está en el corazón del Evangelio: ¡«pedid y se os dará... >! (Mt 7,7). Y San Pablo nos exhorta: «Orad sin interrupción» (Col 4,2; 1Tes 5,17).

9. Enseña Santo Tomás que la enseñanza y la predicación brotan de la plenitud de la contemplación. He ahí el gran remedio que necesita nuestro mundo: la oración. Ha escrito Trueman Dicken: "El único remedio al que nuestro señor mismo prometió coronar con el éxito..., no ha sido aplicado seriamente: el remedio de la oración... La oración es la clave indispensable de la situación" (El crisol del amor). Si Santa Teresa pudo corresponder tan vigorosamente a los deseos de Dios fue debido a la oración. De ella le vino todo, porque antes "no entendía como lo había de entender, en qué consiste el amor verdadero a Dios". Pero al "Príncipe de este mundo" le interesa que no se de con el remedio, y que se vayan dando palos de ciego, a ver si se acierta por casualidad. La solución no es disparar al blanco, sino hacer diana. "No luchamos contra la carne y la sangre, sino contra los imperios y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos", que saben lo que se juegan cuando una persona se decide de veras a vivir el misterio de la cruz y del amor. Escribe Santa Teresa: "Les presenta el demonio tantos peligros y dificultades ante sus ojos, que no es menester poco ánimo para no volver atrás, sino mucho y mucho favor de Dios".

10. Jesús comenzó su Pasión orando en el huerto de Getsemaní. (Lc 22,41). Escuchemos la exhoratación de Orígenes: "En el edificio de la Iglesia conviene que haya un altar, y son capaces de llegar a serlo los que están dispuestos a dedicarse a la oración, para ofrecer a Dios dia y noche sus intercesiones y a inmolarle las víctimas de sus suplicas. Como los apóstoles que perseveraban unánimes en la oración y oraban concordes con una misma voz y un mismo espíritu" (Homilía en la Dedicación de la Iglesia).

11. El banquete de tu Señor es la vida eterna. Todas las demás cualidades, que llamamos talentos por analogía, deben ponerse al servicio de los talentos sobrenaturales. Distintos fueron los talentos de San Pablo y de San Agustín, de Juan de la Cruz, del Cura de Ars, de San Francisco de Asís, de Carlos de Foucauld. Diferentes fueron sus cualidades humanas. Pablo empleó al máximum sus capacidades, pero afirmando enérgicamente que sus dotes de pensador, de hombre de acción, de tribuno y de escritor no valen nada. Lo que vale es la gracia, su unión con Dios, su fidelidad, su trabajo y esfuerzo, su vencimiento de las dificultades, aunque no viera los resultados. Aquellos medios y aquellos instrumentos, eran sólo instrumentos, canales de riego por donde corre el agua que brota del manantial de la cruz.

12. Y San Agustín, no porque su voz y su talento hayan sido aprisionados a la sede episcopal de una provincia africana, Hipona, dejará de hablar a sus fieles africanos con el lenguaje de los más elegantes estilistas y profundos pensadores que ha tenido la humanidad, pero sabiendo que lo que importa es la gracia de Dios, la vida eterna, la palabra, los sacramentos, que son los que salvan. Lo importante es la sangre de Cristo. El cáliz puede ser de oro, de plata o de terracota. No porque las cualidades del Cura de Ars sean de barro, dejará de pasar la santidad a través de su pobre canal. Con el cuchillo que tiene, aunque no haya sido tan afilado y agudo como el de Lacordaire, ha convertido más almas que los más elocuentes oradores. Y Juan de la Cruz, el poeta lírico más grande de España, nombrado patrono de los poetas españoles, lo ha sido sin pretenderlo, pues él lo había sacrificado todo por Cristo, pero ha puesto la sublimidad de su poesía al servicio del Reino. El que ha escrito que "la cruz a secas es linda cosa", y sabe que el padecer es el mejor instrumento de santificación y de extensión y profundización del Reino, porque "qué sabe el que no ha padecido". Por eso Carlos de Foucauld, discípulo suyo, escogió el último lugar para imitar al Maestro. Todos, después de haber hecho fructificar sus talentos, entran en el gozo de su Señor. Parece que nuestro tiempo cree que el santo es un hombre perfecto, como una adquisición humana, como enseñan los pelagianos, que exaltan al hombre, sin sacrificarlo.

13. Los que hacen rendir los talentos recibidos, "comerán del fruto de su trabajo, y no de la trampa, del pelotazo y de la mentira, la fecundidad llenará su casa de obras buenas, verán la prosperidad de Jerusalén" Salmo 127. Este salmo de tinte sapìencial, tiene su matiz idílico con perspectiva terrena, según el enfoque del Antiguo Testamento, que ya destacó San Juan Crisóstomo, en el que no cabe más que la añadidura y no llega al Reino de Dios y su justicia, que nos revelará el Nuevo Testamento. Sin embargo, no se queda en la prosperidad individual, particular y familiar, sino que tiene ya proyección social y nacional, de la que la prosperidad familiar es reflejo y efecto, considerando siempre que la cultura del bienestar está vinculada a la fidelidad a la Ley. La sociedad opulenta, a la que sobra todo, tiene los días contados si sigue olvidándose de Dios y de los que no tienen pan ni trabajo. Se producirán reclamaciones violentísimas porque los que lo conocen todo están cada vez más cerca.

14. Pero, ¿y el que enterró el talento-? "A ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes". Ha calculado mal. Ha escondido el talento, ha buscado la seguridad y ha huido del riesgo. Se hizo conservador. Y ha fracasado. Y ahora echa las culpas al señor, por exigente. Cuando las luces de la trascendencia son intencionadamente apagadas; cuando se silencia la muerte, que han convertido en tabú; y cuando el cielo es el inmediato destino eterno, pues se canoniza a los difuntos ya en sus funerales, evidente doctrina protestante que niega el purgatorio, Jesús señala con claridad "las tinieblas y el llanto eterno y rechinar de dientes".

15. "No nos durmamos, pues, sino estemos vigilantes y vivamos sobriamente" Tesalonicense 5,1. Oremos incesantemente. La oración será nuestra fuerza, el manantial de nuestra alegría, de nuestra sabiduría, de nuestro tesón y alegría. Con ella vendrán todos los dones del Espíritu Santo, que nos enseñará el camino para encontrar filones nuevos, métodos apropiados, que nos enseñará a lanzar la red sin convertirnos en burócratas pescadores de caña y paciencia para roturar y preparar la tierra para sembrar en ella ansias de cumbres y a no quedarnos en burgueses sin hambre y sed de justicia.

16. Vamos a ofrecer la acción de gracias al Padre porque nos ha dado cinco talentos en su Hijo. Al comulgar, el Señor va a estar con nosotros. "Permanezcamos en él, como él en nosotros, y daremos mucho fruto" Juan 15, 4.

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