Domingo XIII Tiempo Ordinario, Ciclo C

Seguimiento para prolongar la Misión

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

Sitio Web del Padre

         

LA TENTACION DE SOLTAR EL ARADO DEBE SER VENCIDA ANTE UN JESÚS QUE CAMINA DECIDIDO HACIA LA CRUZ.


1. "Cuando llegó el tiempo de su partida de este mundo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén" Lucas 9, 51. 
Nos estamos aproximando a la última etapa de Jesús en este mundo, cuando, a punto de culminar el designio de salvación trazado por el Padre, Jesús camina hacia la muerte. Sabe que le tienen preparada una cruz espantosa, humillaciones terribles, y no se echa atrás: "El cáliz que me ha preparado mi Padre, ¿no lo he de beber?". 

2. Pero, con previsión divina, ya tiene asegurada su sucesión, para que su ministerio de amor, no se interrumpa, sino que se extienda hasta la consumación de los siglos en el entero mundo. Como Elías preparó la suya, según el querer de Dios, echando su manto sobre Eliseo, Jesús ha ido eligiendo a sus discípulos, que se encargarán de continuar su acción y su obra. 
En una visita a Venecia, el papa Pablo VI, en la plaza de San Marcos, ante todos los fieles presentes, se quitó la gran estola granate papal y la impuso en los hombros del Patriarca Albino Luciani, que quedó anonadado y ruborizado. Era un gesto profético, que preanunciaba su elección para sucederle como papa, que se realizó en Juan Pablo I. ¿Era algo así el gesto de Elías de echar sobre los hombros de Eliseo el manto de profeta? 

3. Para los elegidos, dicípulos de Jesús, como para Eliseo, "el Señor es la parte de su herencia", y pueden decirle: "Tú eres mi bien". Hemos puesto "nuestras vidas en tu mano" Salmo 15. 

4. En el camino hacia Jerusalén, entraron en una aldea de Samaría en busca de posada, y los samaritanos no les quisieron recibir, porque iban a Jerusalén. Como en Nazaret, de Galilea, Jesús fue rechazado también ahora en Samaría; sólo falta que le rechacen en Jerusalén, donde recibirá el máximo rechazo: será condenado a muerte y clavado en la cruz: "Vino a los suyos y los suyos no le recibieron". Santiago y Juan quieren vengarse del desaire de los samaritanos, haciendo bajar fuego del cielo, al estilo de Elías con el rey Ajaz . Pero ese no es el modo de actuar de Jesús, "manso y humilde de corazón" . El reino no ha de ser impuesto por la violencia sobre los otros, sino por la violencia que se ha de imponer cada uno contra la tiranía de sus pasiones, venciendo su orgullo, su necesidad de imponerse, aunque sea oprimiendo y haciendo sentir su poder sobre los otros. No es la violencia integrista, que sentencia pena de muerte al que se atreve a publicar críticas del Corán. Ni la invocación del nombre de Dios antes de las batallas para aplastar al enemigo. Ni la violencia contra el que no piense como nosotros, o el ostracismo para el que no esté dispuesto a decir siempre que sí al jefe: ¿Qué hora es? La que diga vuestra excelencia. La única violencia pacífica que nos está permitida a los discípulos del manso Jesús, aunque decidido y valeroso cara a la muerte, es la del buril sobre el bloque de mármol para perfeccionarse a sí mismo, bajo la acción conjunta del Espíritu Santo, que es el único fuego que Jesús quiere hacer descender a la tierra: "He venido a prender fuego a la tierra; y cómo desearía que ya estuviera ardiendo" . Mucha falta les hacía la paciencia a los dos hermanos Santiago y Juan, los "hijos del trueno". De temperamento fogoso, deseaban que cayese fuego del cielo sobre los samaritanos que se habían negado a darles alojamiento. "Jesús se volvió y los regañó". "Y les dijo: No sabéis de qué espíritu sois, porque el Hijo del hombre no ha venido a destruir vidas humanas, sino a salvarlas". 

5. Sigue Jesús caminando, y un hombre se ofrece a seguirle. Jesús le invita a que lo piense bien, que su seguimiento no ha de ser una corazonada para después echar la vista atrás, sino una decisión que hay que tomar en serio y no como consecuencia de un fulgor deslumbrante repentino, que se abandona cuando llega la realidad de enfrentarse a las dificultades. El que quiere construir una torre, debe pensar lo que le van a costar los materiales y si es capaz de mantener el esfuerzo, no sea que venga a dejar la torre a medio construir y se convierta en objeto de burla. 

6. Mirar el fin, pero también considerar los medios y los sacrificios inherentes. Porque "las zorras tienen madriguera, los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza". El reino tiene exigencias fuertes, que de antemano hay que conocer y Jesús no la disimula ni las oculta. Las presenta de antemano, lo contrario que hacen los políticos, que prometen y después no cumplen, pues ya alguien dijo que las promesas electorales ser hacen para no cumplirlas. El anuncio del Reino es felicidad colmada, Buena Noticia, que eso significa Evangelio; pero tiene sus exigencias, compensadas con toda seguridad, pero de pronto y de momento, ni se ven ni se tocan, pero el conocedor de las perlas finas, sí que supo venderlo todo para adquirir la perla preciosa. 

7. A otro le dijo Jesús: "Sígueme". Pero él respondió: "Déjame primero ir a enterrar a mi padre". Le contestó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios". No es que el Señor le prohiba enterrar a su padre recién fallecido, sino que el llamado impone una condición para seguirle: quedarse en casa y esperar hasta la muerte de su padre. Y esta demora es la que Jesús no le permite. Cuando Dios llama a su servicio hay que renunciar sin dilaciones a todo: "casa, padres, mujer, hijos, hermanos, y hasta la propia vida" (Lc 14,26). "Deja que los muertos entierren a sus muertos", es decir, "deja que los espiritualmente muertos entierren a sus muertos". Jesús habla de los muertos como de otros muertos, cuando él camina hacia la muerte, porque esa muerte suya, a la que nos convoca a todos, supera la muerte aquella, que sin su muerte, es muerte, pero con su muerte se convierte en vida. 

8. Por fin otro ofrecimiento: "Te seguiré, Señor. Pero déjame primero ir a despedirme de mi familia". Eliseo había hecho una petición idéntica, y Elías había accedido. Jesús, en cambio, no accede y le responde: "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios". Jesús, ha evocado la imagen de Eliseo con la mano en el arado, cuando Elías le llamó y le echó su manto encima, y quemó el arado y mató los bueyes para seguirle. Jesús no mira el pasado, sino el futuro, que es el reino, al cual todas la realidades están ordenadas y han de ser reorientadas por los discípulos, incluso la familia. 

9. Los ataques que hoy ésta recibe hacen más difícil todavía encauzarla hacia el reino, para lo que ha sido creada como forjadora de seres vivos capaces de recibirlo y proyectarse hacia él. Los designios del Padre verdadero, que es el del cielo, son prioritarios a los de cualquier planteamiento y compromiso humano terreno. La verdadera familia es la ancha del Espíritu: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? El que hace la voluntad del Padre, ese es mi padre y mi madre y mis hermanos". El apóstol debe mirar al futuro, no a lo que deja, como Pablo: "Olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús" (Fl 3,13). Jesús sabía que si aquel joven volvía a su casa, le persuadirían a quedarse y se frustraría su vocación. Nuestra vocación cristiana es tan exigente como la de los profetas y de los apóstoles. Pero en compensación el seguidor de Cristo goza de libertad interior, que es el mensaje que hoy nos da san Pablo en su Carta a los Gálatas de la segunda lectura: "Hermanos, para vivir en libertad Cristo nos ha liberado. Vuestra vocación es la libertad". Libertad. Todo el mundo quiere libertad. La primera palabra de La Revolución francesa. La enseña de la Libertad con su antorcha en América. Pero Ovidio confiesa y después San Pablo que “video meliora proboque, - deteriora sequor”. Veo lo bueno y lo apruebo – y sigo haciendo el mal”. Y San Pablo: “No hago lo que quiero, sino lo que aborrezco” (Rm 7,15). “La carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne”. ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte? ¿Y exclama esperanzado y dichoso: “La gracia por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rm 7,25).

10. El cristiano es libre de la Ley de Moisés, pero no de la ley de Dios, que se condensa en el amor a Dios y al prójimo, y no hay nada tan exigente como el amor. Por eso insiste el Apóstol diciendo: "Sed esclavos unos de otros por amor". El joven, que parece dispuesto a seguirle, no es capaz de romper los lazos afectivos familiares. Jesús exige una opción radical por él. Y un abandono en la providencia del Padre. 

11. Elías se convierte en figura de Cristo cuando, lleno del Espíritu, elige a Eliseo, que prefigura también la de la Iglesia, al ser elegido por Elías, como los Apóstoles por Jesús. Es también figura Elías de Jesús, cuando sube al cielo en el fuego del Espíritu, y lo es de la Iglesia Eliseo viendo subir a su padre, "carro y auriga de Israel" y recibiendo el Espíritu de su Maestro, como lo recibió la Iglesia, los Apóstoles, que son su prolongación y sucesores, dotados con sus mismos poderes, después de la ascensión y exaltación de Jesús. 

12. "Vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el egoismo" Gálatas 5,1. Es muy corriente invocar la libertad, no para madurar al hombre espiritual, sino para dar rienda suelta a los instintos bajos, que degradan y no liberan. Libertad para ser libres, no para quedar esclavizados en adicciones insoportables y casi invencibles. 

13. "Pero, alerta, que si os mordéis y os devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros unos a otros". La murmuración, la calumnia, la comunicación de los propios prejuicios, el chismorreo, el comentario irónico y cínico, destruyen la confianza, engendran la división, los bandos, los grupos. Se cuenta a otro lo que dicen de él, a veces para ganarse al que le hacen el favor del comentario, y se divide la comunidad familiar, cristiana, social. 

14. La Iglesia camina entre los consuelos de Dios y las persecuciones del mundo. Tiene un mensaje que comunicar. Cualquier mensaje bueno, cualquier ideal, encuentra obstáculos, tiene detractores. Hay que ir caminando anunciando la cruz y la muerte hasta que él venga. A pesar de las dificultades. En medio de las dificultades. Con los consuelos de Dios, con la energía del mismo Jesús que se encamina a la muerte, el mismo que está hoy actuando entre nosotros, de una manera especial y más calificada, en la palabra que estamos escuchando y que nos elige, y en el sacramento que estamos haciendo. Ni su palabra vuelve al cielo vacía, ni el sacramento eucarístico dejará de producir frutos en nosotros de vida evangélica, si le presentamos una tierra bien preparada y dispuesta.