Domingo V de Pascua, Ciclo B

Sarmientos que dan frutos

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

Sitio Web del Padre

 

REVELACION DEL TERCER FAMOSO SECRETO DE FATIMA 

1. Ya se va construyendo la Iglesia. Cada día brotan sarmientos nuevos en la vid que, si en el Antiguo Testamento era la casa de Israel. "Vuélvete ya, Señor, mira desde los cielos esta viña que plantó tu diestra" (Sal 79,15), como decepcionó al Señor "degenerando en cepa bastarda, que le dio uvas agraces, en vez de uvas sazonadas", fue sustituida por Jesús, que se ha convertido en la Vid: "Yo soy la vid verdadera" Juan 15,1, divinamente fecunda, que colma las esperanzas del Padre, con quien tiene relación filial, a la cual él nos ha incorporado y ontológica y entrañablemente unido por el sacramento del Bautismo. De la cepa van naciendo sarmientos nuevos, vivos mientras estén unidos permanente e íntimamente a la cepa, de tal manera que la vid y los sarmientos no son cosas distintas, sino un solo cuerpo. Un solo Cristo. Mediante los sacramentos que nos aportan la savia de Dios, vamos creciendo. El bautismo injerta en nuestro ser humano, como en un rosal silvestre, la misma vida de la Trinidad, y nos capacita para dar rosas fragantes. Convertidos por él en hombres nuevos, que no han perdido su naturaleza humana, es decir su raiz y tronco dañado, y nutridos por los otros sacramentos, recibimos vida y fuerza para dar fruto, practicar virtudes, sobre todo amor, y extender el perfume, el aroma y el buen olor de Cristo, para ir divinizando el mundo haciéndolo más respirable, disminuyendo la contaminación del espíritu. Pero esta unión con Cristo, como todas las uniones, tiene sus grados. Son los grados de la amistad. Hay unión ontológica natural o presencia de inmensidad, por la que Dios comunica el ser a cada criatura; ontológica sobrenatural por gracia, en la que Dios nos comunica su ser y su vida divina; experimental de sustancia con sustancia, excluyendo la confusión o la mezcla de sustancias, que sería panteísmo. De ésta dice San Juan de la Cruz, «la sustancia de esta alma, aunque no es sustancia de Dios, porque no puede sustancialmente convertirse en El, pero estando unida como aquí está en El, y absorta en él, queda hecha Dios por participa-ción». Se da también la unión psicológica, que se realiza en las facultades del alma. Y puede ser natural, de conocimiento, esperanza y amor naturales, cuando considera a Dios, como causa del ser natural. Y sobrenatural, por gracia. Y esta unión de las facultades espirituales se hace mediante las virtudes teologales; y la unión mística directa con Dios con las facultades espirituales. Esta es la culminación de la unión sicológica realizada en fe, esperanza y amor, pero «ilustradísima» por los dones del Espíritu Santo. Llama leída hoy 2, 34. Hasta que el alma no llega a la unión de amor es conveniente que ejercite el amor, tanto en la vida activa, como en la contemplativa.

Si llega a llegar, cuidado con ocuparla en exce-sivas obras y quehaceres externos en detrimento de su unión con Dios. Hay que entender esto, aunque esas obras sean de gran servicio de Dios, porque es más precioso delante de Dios y del alma un poquito de este puro amor y a la Iglesia le hace más provecho que todas esas actividades juntas.

María Magdalena lograba mucho fruto con su pre-dicación, pero se escondió en el desierto treinta años para darse por completo a este amor de veras. Com-prendió que su enorme deseo de agradar a su Esposo y de servir a la Iglesia se lograba mejor escondida en el amor. ¡Cuán útil es y cuán necesario a la Iglesia un poquito de este amor!

2. Cuando algún alma tenga algo de este grado de amor solitario causaría mucho daño a ella y a la Iglesia quien la destinase a obras externas o activas, aunque fuesen muy importantes y por poco tiempo. Si Dios amonesta a Marta, ¿habrá quien se atreva a distraer a María? Y si alguien se atreve ¿quedará sin reprensión? Al fin, para este fin de amor Dios nos ha hecho. Alerta, pues, los activistas que pretenden dar la vuelta al mundo con sus predicaciones, asambleas, or-ganizaciones y cambios de estructuras, alerta, que harían mucho más provecho a la Iglesia si dedicasen la mitad de ese tiempo a la oración, aunque no fuese tan valiosa como la de unión de amor. Y de seguro darían más gusto a Dios. Su oración alcanzaría de Dios la bendición de sus obras. Y entonces, con menos esfuerzos, serían más eficaces. Conseguirían más con una obra que con mil. Y en la oración recuperarían energías perdidas en la acción. Lo contrario todo es dar golpes en el yunque sobre el hierro frío, con lo cual no se consigue casi nada o nada. Y no es raro que, en vez de aprovechar, perjudiquen. Cuando el activista se enorgullece de su capacidad de trabajo, se pavonea de sus ficheros y estadísticas, organizaciones y planings, por más que brille ante los hombres, no hará nada de provecho, porque la ver-dad es que el bien no se puede hacer más que por la fuerza de Dios. Lo que he dicho es para que se entienda la siguiente canción; en ella el alma responde a los que atacan el santo ocio del alma y quieren que todo sea actividad que se vea y se pueda contar, medir y publicar. No son capaces de entender dónde está el venero y la raíz oculta de donde mana el agua y se consiguen los frutos.

Pues ya si en el egido

de hoy más no fuere vista ni hallada,

diréis que me he perdido;

que, andando enamorada,

me hice perdidiza, y fui ganada.

3. No siendo capaces los del mundo de compren-der el espíritu que impulsa a quienes de verdad se dan a Dios, tácitamente consideran exagerados su deseo de soledad, su retiro, su silencio y su género de vida. No saben ni aspirar ni prepararse para hacer carrera y, por inútiles, no llegarán a ostentar cargos importantes. No saben vivir, ni contemporizar ni ha-cerse famosos por su campechanía. Así les reprochan. Pero no se amilana el alma y contesta con mucho aplomo, plantando cara a estas críticas y a todas las que le puedan hacer, o a lo que le quieran exigir. Ella ha llegado, afortunadamente, a lo vivo del amor (Cántico espiritual leido hoy). "Muchachas de Jerusalén, os conjuro que si encontráis a mi amado, le digáis que estoy enferma de amor" (Cant 5,8).

4. "El que permanece en mí y yo en él ese da fruto abundante". El fruto es proporcionado a la unión con la Vid, con Cristo. Ya no se trata del crecimiento y de la pujanza individual del sarmiento, sino del racimo de uva de la vid. El fruto de la vid, el racimo de uva, estrujado en el lagar de la cruz, nos dará la eucaristía, que es la que hace nacer y da crecimiento a la Iglesia, que está unida a la eucaristía y forma parte de ella. Con frase enérgica afirmaba san Agustín a un grupo de recién bautizados que iban a recibir la primera comunión, señalándoles el pan y el cáliz consagrados: “Allí estáis vosotros sobre la mesa, y allí estáis vosotros en el cáliz porque sois uno solo con él”. Pero para q ue sea posible la eucaristía, el racimo ha de ser estrujado para dar su licor, pues sin el lagar que estruja los granos del racimo de uva y sin el molino que muele los granos de trigo, no hay eucaristía. Esa era la aspiración ardiente de Ignacio de Antioquía : "Trigo de Cristo soy, he de ser molido por los dientes de las fieras, para convertirme en pan de Cristo". Y San Pablo: "Suplo en mi carne lo que le falta a la pasión de Cristo" (Col 1,24) No es que la Pasión de Cristo sea incompleta, sino que, siendo nosotros miembros del Cuerpo de Cristo, completamos con nuestra pasión, en esos miembros que somos, lo que le falta al Cuerpo, cuya Cabeza completó, “Consumatum est”. Confundimos con demasiada facilidad el activismo con la redención."Sin efusión de sangre no hay redención" (Heb 9,22). Y San Juan de la Cruz: “¡Qué sabe el que no ha padecido!”.

5. " Pablo les contó cómo había visto al Señor en el camino, y lo que le había dicho: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues" Hechos 9,26. Pablo es un sarmiento nuevo que Jesús se ha elegido y ha unido a su cuerpo, para que sea un instrumento formidable de expansión y crecimiento de la Vid. Será instrumento, pero antes ha de sufrir la poda: "El Padre lo poda". Poda para su mayor crecimiento. “Yo le enseñaré lo que tiene que padecer por mi Nombre”. La poda no es destrucción, sino condición de mayor fruto. Seguridad de mejor circulación de la savia, porque quita los trombos que impiden el riego fluido del amor y de la comunicación sin obstrucciones de adherencias y brotes espúreos. La expresión cortar por lo sa-no ha sido siempre discutida por quienes quie-ren apurar al má-ximo la vitalidad de todo aquello que les pertenece. Incluso en el propio evangelio se reprocha una actitud de excesivo celo por arrancar las malas hierbas. La cizaña puede ser confundida con el trigo y se corre el riesgo de estropear la cosecha ade-lantando la siega de los hier-bajos. En medicina hay opinio-nes variadísimas que se inclinan por una u otra opción, cortar y extirpar, o intentar curar sin agredir al organismo.

En todos estos casos se re-quiere el conocimiento profun-do y la voluntad nítida de salvar al paciente o a la planta. Jesús en la parábola concede al propio Dios la tarea del agricultor. El Padre va a cuidar su viña ele-gida, la vid que es el propio Hijo arraigado en la tierra y del que brotan sus discípulos como sarmientos que transmiten la savia de le cepa y ofrecen fruto de vida. Como Cepa y Cabeza ha sido podada a hachazos. Como para los sarmientos es vital permanecer unidos a la vid, han de ser podados, y nos resulte poco apetecible la poda que anuncia la parábola.

Pero esa poda es necesaria para que el sarmiento pueda dar fruto. Sin poda el sarmiento crecería selváticamente y acabaría dando agrazones y no las ricas y abundosas uvas que produce la cepa bien podada. La imagen de la vid ha definido la necesidad que los cristianos tienen de permanecer unidos a Cristo y no irse por las ramas creyendo que cuanto más es-pacio ocupen en el terreno en que están instalados, mayores posibilidades tendrán de éxito. No, la vid requiere la poda, que respeta y potencia la vida del. sarmiento, para que su entron-que con la cepa le facilite re-novarse con savia nueva y no acabe eliminado como un sar-miento que ya no da fruto.

El secreto de la vitalidad cris-tiana está en permanecer unidos a Cristo. No se trata de crecer por nuestra cuenta, sino de transmitir con la mayor lozanía posible la propia savia divina sin temor a perder nuestras ex-pectativas de éxito. La primera carta de Juan nos dice claramente que no amemos de pa-labra ni de boca, sino con obras y según la verdad. Estas obras que son amor y vida verdaderos son los frutos abundantes que producen los discípulos cuando han aceptado con gratitud la poda correspondiente.

Aunque sintamos sangrar nuestras vidas no olvidemos que la poda equivale a la acción del Espíritu que limpia de impurezas nuestra voluntad de permanecer unidos al proyecto de vida y amor que Dios, nuestro Padre, nos ha brindado con garantía total de cumplimiento en la persona de Cristo. Ser cristiano lleva consigo un fuerte olor a sarmiento vivo, lleno de espe-ranzas y arraigados en la savia divina para producir frutos dig-nos de los hijos de Dios. Es lo que Jesús dice de Pablo: "Yo le he enseñado lo que tiene que sufrir por mí". Es una poda liberadora, poda causada por el amor, obra de predilección. ¿Qué ocurriría si el agricultor no podara la vid? Se agotaría y no daría cosecha. Por eso el cristiano ha de soportar pasivamente la poda del Padre, y también empuñar él mismo la podadera cada día, y cada momento. La vida del cristiano ha de ser un acto de amor que se manifiesta en el ascesis constante para permanecer unido a la vid. Así es como dará fruto de vida eterna.

6. Después de haberse roto la cabeza del fémur al resbalar en una audencia, dijo Juan Pablo II: "Con estas pequeñas cruces también se gobierna la Iglesia". Diez años después del atentado de la plaza de San Pedro, Juan Pablo II volvió a Fátima, no sólo a agradecer a la Virgen que le salvase de la muerte, sino a celebrar el cumplimiento de las profecías marianas y la resurrección del cristianismo en el Este europeo. Éste es el sentido más hondo del viaje papal. Que se cumpla el aniversario de la agre-sión y que en Europa haya caído el Muro, coloreó ese viaje de un tono muy especial. «Una mano disparó, Otra guió el proyectil.» Para el Papa, la mano de la Virgen le salvó la vida aquel día de primavera. La bala que le hirió ha sido engastada en la corona de Nuestra Señora de Fátima. El 13 de mayo de 1982, Juan Pablo II dijo que había ido «para agradecer a Santa María que me haya con-servado la vida». Fátima está vinculada no sólo al atentado, sino a la historia de la Iglesia y del mundo en este siglo. En este lu-gar portugués, convertido en uno de los pun-tos de mayor devoción popular del mundo ca-tólico, en 1917 la Virgen realizó signos ex-cepcionales y confió un mensaje a los pastorcillos. En el mismo año de la Revolu-ción bolchevique en Rusia, promovida por Lenín, María anunciaba persecu-ciones y, al fin, la conversión de Rusia. Juan Pablo II, que en una encíclica ha dedicado un capitulo dedicado a Fátima para celebrar el cumplimiento de la profecía que vaticinaba la resurrección de la Iglesia del Si-lencio.

“En una visión cristiana de la historia, todo esto, ahora, puede ser tremendamente su-gestivo: es la Providencia la que, en la época más secularizada de la historia cristiana, está dirigiendo en otra dirección el imperio del ateísmo, aunque es un cambio todavía tra-bajoso, a menudo lleno de sufrimiento”. Lo escribe Domenico del Río, uno de los mejo-res comentaristas italianos de temas vaticanos, y añade: «Es posible que Wojtyla, en su viaje a Fátima, haya pensado en el cumplimiento de la profecía de Maximiliano Kolbe: Un día ve-réis la imagen de la Inmaculada sobre el pináculo más alto del Kremlin. Pero para esto ha sido necesario mucho dolor, mucho sufrimiento. En una de sus poe-sías, Juan Pablo II, pone en boca de San Estanislao dirigidas a un rey de Polonia: «Mi palabra no te ha convertido, mi sangre te convertirá". En la visión universal de su propia misión, el Papa une su experiencia de sufrimiento a una dimensión mundial. En este pontificado, se pueden ver dos momentos. El primero es el del profeta que grita al mundo, agita el evangelio por encima de las masas, quiere remover la tierra para acercarla a Dios. Ahora, su voz no se alza ya con tanta sonoridad, en sus discursos ha abandonado el grito. Las condenas siguen síendo duras contra los ído-los del mundo, contra las injusticias, contra la guerra. Pero se ha atenuado la vehemencia física. Juan PabIo II quiere siempre convertir al mundo, pero, como su San Estanislao, confía más en el sufrimiento que en la palabra. La
sangre, piensa el Papa, contiene más capacidad de redención. Hoy ya sabemos que el tercer secreto está relacionado con el atentado del Obispo vestido de blanco, que avanzaba hacia la cruz entre cadáveres. Ese Obispo era el Juan Pablo II. Hoy lo sabemos. Juan XIII, auque se había dicho que en 1960 se revelaría el secreto, no lo hizo para no incitar a los enemigos a cumplir la profecía, y el mismo Juan Pablo, sólo ha visto el momento oportuno cuando ya se ha cumplido en él, como principal protagonista, y han desaparecido de la escena los inductores.

7. "Este es el mandamiento que Dios nos dio: Que creamos en Jesucristo y que nos amemos unos a otros, con obras y según la verdad" 1 Juan 3,18. El amor lo hace todo posible y fecundo. Cuando tanto oímos hablar de corrupción y tanto se clama por dimisión, es extraño no oir nunca: restitución. Los Obispos señalan pasividad de los ciudadanos. ¿No estaremos anestesiados? Cuando un Jefe jura o promete cumplir por su honor los deberes de su cargo, uno se pregunta: ¿Por su honor? ¿Quién es ese señor?. ¿Por qué no jura por Dios, que lo ve todo y siempre?. Por su honor, cuando V. pueda no ser visto y piense que la justicia está en su mano y puede silenciarla, no nos crea tan ingenuos de pensar que le creemos. Los cristianos, los que practican el amor con la verdad, los que siguen el camino de Jesús, son los que tienen los resortes para cambiar el mundo, y hacerlo más humano y solidario. Porque cuentan con la fuerza de Dios.

8. "El Señor nos hará vivir, para que nuestra descendencia pueda contar al pueblo que ha de nacer: todo lo que el Señor ha hecho, las maravillas de sus manos realizadas en favor nuestro" Salmo 21. Este salmo, compuesto en tiempos de persecución y tribulación del pueblo de la Alianza, tiene presente, especialmente, la liberación de Egipto y todos los otros momentos posteriores en que el Señor con su brazo poderoso y con su Corazón misericordioso, protegió a su pueblo, y nos enseña y estimula a esperar en la protección actual futura del Padre que no nos deja padecer más de lo que podemos soportar.

9. "Como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece a la vid, tampoco vosotros si no permanecéis den mí". "Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor". "Permaneced en mi amor". Necesitamos su gracia para permanecer en su amor, para permanecer fieles a su amistad, para cumplir su voluntad, para permanecer unidos a él. No hay nada que una más que el amor. El Cantar de los Cantares, que es un poema del amor humano que describe el ansia de la unión, canta la excelencia y la supremacía del amor.

10. Sobre todo la maravilla de las maravillas de su comunión y alimento eucarístico, con el que podemos recorrer el camino que él va trazando a cada uno de nosotros y a toda la humanidad, que Dios quiere que sea sarmiento vivo y productivo de frutos de justicia y santidad evangélicas. Sabiendo que "el que permanece en él da fruto abundante" Juan 15,4.