Domingo V Tiempo Ordinario, Ciclo C

Primero la purificación, después el envío

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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1. Siguiendo el camino de Jesús guiados por el evangelista Lucas, venimos desde el Jordán, en Judea, donde ha sido bautizado por Juan y acreditado por el Padre, y hemos admirado en Caná en Galilea, la alegría y el alborozo de unas Bodas, donde ha brillado la fuerza de la intercesión maternal de la Madre de Jesús, que ha arrancado de su Hijo el primer signo. Hemos escuchado atentamente su primera homilía en la sinagoga de Nazaret, y hoy le vamos a ver realizando el signo de la pesca milagrosa, y vamos a escuchar la llamada de los pescadores de hombres. Quiere hacer arder el mundo viejo y construir uno nuevo, y no lo quiere hacer él solo. Busca ¿equipo?. Mejor: Familia: "estos son mi madre y mis hermanos y mis hermanas". Las otras dos lecturas armonizarán las vocaciones en tiempos diferentes, siempre en función de construir el mundo nuevo, como era el proyecto del mundo primero, desde la compañía, y el trabajo de la familia: "Creced y multiplicaos y llenad la tierra". En el mundo nuevo: "Id por todo el mundo, predicad y bautizad; los que crean se salvarán". Desde la familia nueva. Es la norma que todos los pastores deben siempre tener a la vista y en la mente. Crear una familia, querer a esa familia y ella misma se multiplicará por el amor. El que tenga la tentación de pensar que no le quiere la familia, debe preguntarse con humildad y lucidez: Yo ¿les quiero? ¿Creo yo familia? Sin amor verdadero y humano no hay familia posible, ni, consiguientemente, crecimiento. Hay "onanismo". Y con él se esteriliza el Reino de Dios

            2. Isaías ha contemplado la grandeza de Dios como Pedro y Pablo la de Cristo, y ante ella los tres se experimentan impuros. Cuando Isaías ve al Señor en una experiencia interior íntima y profunda, relatada con fantasía oriental alimentada con categorías apocalípticas, se siente hombre de labios impuros, que habita en medio de un pueblo de labios impuros. Y experimenta la necesidad de purificación y de limpieza interior. Un serafín que está junto al Señor, quema sus labios con un ascua llameante cogida del altar y le dice que está perdonado su pecado Isaías 6,1. Cuando Pedro ha visto la redada de peces tan grande que reventaba la red y casi hundía la barca, confiesa también que es un hombre pecador Lucas 5,1. Cuando Pablo ha visto a Cristo resucitado, a "quien tú persigues", se considera un aborto.

            3. La presencia de Dios humilla al hombre, y le mantiene en respeto y compunción. La humildad le es necesaria siempre a todo miembro de la Iglesia y a la Iglesia entera, si de verdad ha de pescar, y si ha de dejar brillar por encima de todo la gloria de Dios: "No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria" (Sal 103,1). "Tuyo es el poder y la gloria por siempre, Señor" (Ap 5,13). La Iglesia para poder ser pescadora, ha de comenzar por reconocerse pecadora. Así lo ha comprendido y realizado solemnemente Juan Pablo II.

            4. Isaías confiesa que vive en medio de un pueblo de labios impuros. Aquel era un pueblo desmoralizado por su clase dirigente, especialmente por sus reyes. El rey de Damasco y el de Samaría se alían contra el de Judá, Acaz, porque no ha querido coaligarse con ellos contra Asiria. Ajaz pide ayuda al rey de Asiria, que se la concede a cambio de su vasallaje e influencia. Isaías se opone a esta alianza, pero a pesar de su oposición, se consuma, quebrantando de raiz la Alianza con el Señor, la del Sinaí, y la de David. Para satisfacer a su aliado de Asiria, Ajaz empobreció al pueblo estrujándolo con tributos e impuestos y, lo que fue peor, construyó altares a los dioses asirios, y hasta llegó a sacrificar su propio hijo a Molok. Todo fue devastador: aquella alianza introdujo modas, cultos paganos, supersticiones y costumbres extranjeras, que eclipsaron el culto al Señor verdadero, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. El despilfarro y la corrupción dominaba en las clases de arriba, y el pueblo, como siempre, el pobre pueblo sufrido, era exprimido y vivía en la miseria. Hoy, la miseria de muchos pueblos tiene la corrupción como causa principal.

            5. Ese es el ambiente en el que vive Isaías, el pueblo de labios impuros en el que está sumergido. Y a ese pueblo es enviado, porque él, contrariamente a Jeremías, se ha ofrecido a ir a profetizar voluntariamente: - "¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí? - "Aquí estoy, mándame". A partir de ahí, el Señor formará el Resto de Israel, que se mantendrá fiel.

6. Igualmente Pedro será convertido en pescador de hombres que, como los peces que viven en el mar, símbolo del mal, viven también abandonados a sus instintos, sin más ley que la carne y el mundo y dominados por el diablo. La pesca abundante representa la tarea que Pedro y los otros discípulos tendrán que realizar: sacar a los hombres de las fuerzas del mal siguiendo la orden de Jesús de echar las redes para pescar. Y aunque la hora no sea apropiada, con Jesús, la pesca será abundante: -"Maestro, nos hemos pasado la noche faenando y no hemos pescado nada". La vida humana es una larga noche de dura brega, luchando contra el viento y las olas de un mar adverso. Jesús, criado en tierra adentro, en Nazaret, no podía entender el oficio de pescador. Pedro, en cambio, era profesional competente y experimentado. Vivía junto al mar en Cafarnaum. Pero Jesús no quería dar una lección de pesca, sino de pastoral. Si hubieran pescado abundantemente esa noche, todo habría seguido igual, es decir, no habría pasado nada. Era necesario que palparan el fracaso de su esfuerzo, para que sucediera la salvación y la vocación. Que trabajaran concienzudamente y honradamente y vieran remunerado su sacrificio y desvelo, habría sido lo normal y lo calculado, pero lo normal les habría dejado encerrados en la visión propia y en su mundo pequeño y míope. He tenido la oportunidad de escuchar dos testimonios: el del Obispo Larrañeta de la Misión de Madre de Dios en el Amazonas, Perú, y el del arzobispo Tadeus, de los católicos de la Rusia europea. Si estos hombres hubieran encontrado una vida apostólica normal y confortable, como la que se vive en puestos desarrollados, prósperos, burgueses y seguros, ni se expresarían con la libertad evangélica con que lo hacen, ni vivirían como poseedores de la verdad, ni actuarían ensobebecidos en la posesión de sus cargos. La lucha con las dificultades, el embate de los escollos del mar en que han tenido que bracear, les ha ganado empuje y garra apostólicas. Les ha hecho crecer. Siendo jóvenes, les ha madurado. Las delicias y la molicie de Capua, adormecieron a los soldados del ejército de Aníbal. Juan Pablo II, ha creado numerosos cardenales, que han sufrido el martirio, tanto en Asia, como en Europa del Este. Es un elocuente testimonio ofrecido por el Pastor Universal del valor de la pesca mar adentro, en la persecución y en las dificultades de todo género, permaneciendo fieles y manteniendo entre sus cristianos la llama de la fe.

7. Son muchos los que hablan, se mueven, no paran, y se agitan, con escasa fecundidad. Si Dios no está au­sente de esa actividad del hombre, al menos está poco presente. Una entrega a lo exterior sin vida interior intensa, es un gesto inútil malgastando las fuerzas en el vacío. No son nuestras palabras las que hacen el bien e instauran o intensifican la gra­cia en las almas; ese prodigio sólo la gracia de Dios lo puede hacer por sí misma, y la gracia sólo la tienen aquellos que están cerca de Jesús por medio de una vida de oración intensa y el desprendimiento de su propia voluntad. Esos son los que poseen la llave del corazón de Dios.

8. Un famoso tenor interpretaba una ópera y ape­nas abrió su boca, brotaron de su garganta prodigiosa tales sonidos que los oyentes, hechizados, eran capaces de dejarlo todo para seguirle. Habrían ido detrás de él hasta el fin del mundo. Alguien le preguntó: "¿Quién te ha dado esa voz?" — Respondió "El Océano, el Océano, de donde vengo". Había recorri­do las playas reflexionando, contem­plando, rivalizando con el rumor de las olas durante largo tiempo. De ese contacto con el Océano, de esas reflexiones profundas como el mar, de ese ejercicio incansable, le había llegado su poder. El contacto con Dios, Océano sin límites, es el dador del poder conquistador. La vida interior es el alma de la vida fecunda. El rumor de las olas, y las embestidas de las mareas de las tribulaciones, la entrada "más adentro en la espesura" que canta San Juan de la Cruz, es lo que da al cristiano su poder salvador con Cristo. A la Beata Genoveva Torres, huérfana de 13 años, le amputan una pierna sin anestesia. Los gritos se escucharon en el ámbito de toda Almenara. Acogida en la Misericordia de Valencia dirigido por las Hijas de la Caridad, desea ingresar en esa Congregación y no es admitida. Una mujer con sola una pierna, funda la Congregación de las Angélicas. ¡Cuántas personas han madurado y se han santificado por medio de la espesura del dolor! Y ¡cuánta gente se ha quedado enana y en la mediocridad porque todo les ha sonreido en la vida y todo se les ha puesto fácil! La propia experiencia nos enseña que generalmente la gente más mimada ha sido la menos fiel y la más desagradecida..

9. El "Rema mar adentro y echad las redes para pescar" es la fuerza de redención silenciosa, pero arriesgada. No nos quedemos en la orilla fácil y burguesa, sino penetremos en la mina misteriosa y sublime del Corazón de Cristo. Pedro se revolvería internamente: ¡Qué sabrá Jesús de pesca, si está agotado el caladero, o los peces hoy están en otra parte. Y además, de día. ¡Pero si la hora de pescar es la noche! "La obediencia da fuerzas" decía Santa Teresa. Contra toda evidencia y contrariamente a los datos empíricos, "en tu nombre, por tu palabra, echaré las redes". Fue una pesca tan impresionante que todos quedaron estupefactos. Se cumplió la profecía de Ezequiel: «Se pararán pescadores a sus orillas, procedentes de Engadí hasta En-Eglain; habrá tendederos de redes» (Ez 47,l0).  "No temas: desde ahora, serás pescador de hombres". "Y dejándolo todo, lo siguieron".

            10. Jesús, sigue invitando a todos a ser pescadores, allí donde cada cual está realizando su vida o cumpliendo su trabajo. La experiencia de llamada no es necesariamente razonable, coherente y explicable; es misteriosa y humanamente inexplicable. La historia de los llamados está poblada de factores sorprendentes e injustificables desde la óptica de una lectura exclusivamente racional de la vida humana.La identidad personal del elegido está enraizada en la llamada. La vocación es una aventura singular de cada elegido con el Dios vivo, que marca hasta los huesos y la médula. No es el hombre quien elige, sino Dios el que mira a los ojos, y no tiene ninguna vinculación ni con las cualidades ni con el origen de los llamados. Sólo depende de la acción gratuita de Dios, que contradice todos los presupuestos humanos. A través de este obrar de Dios, hace él presente en la historia del mundo su acción soberana, su gracia y sus exigencias. Quien acepta que Dios lo elija inmerecida y sorprendentemente, reconoce su incondicionalidad y su unicidad, y asume sus exigencias. La llamada de Isaías y de los discípulos demuestra que Dios llama a quien quiere y lo dispone para el servicio a que lo ha llamado. Generalmente Dios cuenta con aquellos que para la historia oficial no cuentan nada. Este es el gran misterio de todas las llamadas bíblicas. Sólo conociendo la dinámica de Dios, se puede asumir la invitación que él nos hace, pero la soberbia puede terminar destruyendo la obra de Dios en nosotros.

11. Si comprobamos que no pescamos nada, o que nuestra pesca es escasa, en el hogar, entre los amigos, en el trabajo o en el campo de las diversiones, cuestionémonos si contamos con Jesús y si practicamos la obediencia de Pedro. A veces, parece que contamos sólo con nuestros medios, nuestra organización, nuestro talento, nuestra persuasión, y no recurrimos a la fuerza del Señor, no acabamos de creer que él actúa, que él obra nuestra salvación, que es su "evangelio el que nos está salvando" 1 Corintios 15,1, y no contamos con su acción, infinitamente más poderosa que la nuestra, ni con sus inspiraciones, ni con su intervención en el momento oportuno y menos pensado. Prescindimos de su presencia, oramos poco. Como la Virgen a Domingo de Guzmán, que se mataba predicando y no se convertía la gente, le dijo: "Domingo, siembras mucho y riegas poco", nos puede también decir a nosotros: Rezáis poco, por eso la cosecha es floja.

            12. Pero si, haciendo todo lo que honradamente podemos, continúa nuestra esterilidad, confiemos en que nuestro trabajo no será baldío, aunque no veamos aquí el resultado. El Señor muchas veces oculta a nuestros ojos los frutos para que nuestra fe sea más pura y para mantenernos en pobreza y humildad.

13. Y en su Eucaristía, después de ofrecerle a Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo, el sacrificio que más le agrada, recibiremos la fuerza para cumplir nuestra misión con amor y perseverancia, porque él está con nosotros hasta el fin del mundo (Mt 28,20). "Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor. Y pido que todos los pueblos te den gracias, y que te las den todos los reyes de la tierra porque la gloria del Señor es grande, y grande su misericordia y su lealtad y porque cuando me escuchaste cuando te invoqué, acdreciendo el valor en mi alma" Salmo 137.