Domingo VIII Tiempo Ordinario, Ciclo B

Mientras el esposo esta con su novia, reina la alegría

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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1. "Yo la cortejaré, me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón" Oseas 2,14. El extraño profeta que mejor ha cantado el amor de Dios a su pueblo valiéndose de la imagen conyugal, ha comprendido que el pecado de la esposa de Yahvé, Israel, inapelablemente ya, merece castigo: "Los reduciré a matorrales y los devorarán las alimañas" (Os 2,14). Quizá a la mañana siguiente, al acordarse de su esposa infiel, en un arrebato de cariño, y pensando que todo lo puede el amor, se arrepiente y se desdice: "Voy a seducirla, me la llevaré al desierto y le hablaré al corazón". Oseas pasa de la cólera al amor, como quien experimenta en su corazón con realismo, los cambios de ánimo propios del apasionadamente enamorado. Y los traslada al corazón de Yavé, que pasa de la determinación del castigo, a la ternura emocionada del que siempre ama y nunca nos puede olvidar, y que cambiará el castigo del destierro en Asiria, en momento de reencuentro y de intimidad amorosa y de oportunidad para recordar los días en que él e Israel eran jóvenes en el desierto, donde no había "baales", recién salido Israel de la esclavitud de Egipto. Por eso la va a reconducir al desierto, léase destierro a Nínive y a Babilonia, para que la privación y la noche la hagan reflexionar.

2. ¡Qué pronto cambia el Señor el signo de su corazón, sólo con pensar que ella, la esposa, volverá a serle fiel! Y enseguida la promesa de nuevo: "Me casaré contigo para siempre, me casaré contigo, me casaré contigo". El profeta repite la determinación del Señor tres veces, para acentuar su voluntad, que queda aún más de manifiesto con el "para siempre". Amor eterno del Señor a su esposa. Junto con el compromiso de pagar la quíntuple cuota de la dote: La comprará "A precio de justicia y derecho, de misericordia y compasión y de fidelidad". Son los regalos que él paga por ella y que sintetizan la santidad y la felicidad que le promete a la esposa.

3. La esposa, pues, puede contar con la justicia en su pueblo y en los que la rodean; con la misericordia del esposo, que reconoce de qué barro la ha hecho; con la fidelidad del Señor, que eternamente durará. "Y la esposa se "penetrará del Señor". Estará llena del Señor y por eso, saturada por él, le conocerá íntimamente hasta rebosar, como María, que es llena de gracia, porque el Señor está en ella. El amor es la mejor fuente de conocimiento.

4. Después de este relato, ¿quién puede dudar de que "el Señor es compasivo y misericordioso, que perdona todas tus culpas y te colma de gracia y de ternura, que es lento a la ira y rico en clemencia, que no nos trata como merecen nuestros pecados, y aleja como del Oriente al Ocaso nuestros delitos y que siente ternura por sus fieles como un padre con sus hijos?" Salmo 102.

5. Si Dios ha prometido unirse como esposo con la humanidad, "¿ pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos?" Marcos 2,18. Jesús ha sido enviado por el Padre a desposarse con la humanidad. Así lo canta San Juan de la Cruz:

 

Jesús le habla al corazón con sus palabras de ternura y de reconstrucción, de curación y de bondad, de misericordia y de reconciliación. El es la encarnación perfectísima del esposo enamorado, que quiere convertir a una esposa prostituta e infiel, en una esposa amorosa y entregada, limpia y sin mancha desde dentro. Por Mateo conocemos unos detalles de la misma escena, que Marcos, seguidpr de otra línea, omite. Mateo nos presenta a Jesús rodeado por unos cuantos discípulos, escogidos por él, formando un grupo solidario ante sus enemigos, que interpretan mal a Jesús, y de los que él trata de defenderse. Hoy le transmiten sus discípulos lo que dicen de él y de su grupo, y que es totalmente mal visto y totalmente mal interpretado. Después de la curación del paralítico, niegan que es Dios y le califican de blasfemo: Hoy, al que ha venido para unir a los hombres con Dios, le buscarán las cosquillas en su normalidad en el comer y en su comportamiento en la vida social: ¿Por qué tus discípulos no ayunan, como los discípulos de Juan y los fariseos? Todo el evangelio de Marcos, presentará este conflicto: Aún estamos en el segundo capítulo, y ya se está preparando el “complot” que le llevará a la cruz. Y ya siempre aparecerá en la historia el mismo argumento: “Jesús y sus discípulos”..., es decir, la Iglesia. ¿Cuántas veces se les ha negado a los hombres de Dios, de una manera o de otra, el derecho de proclamar la Palabra de Dios, que engendra a Dios en los hombres?

6. A los discípulos del Bautista y de los fariseos, que ayunan dos veces por semana para acelerar la venida del reino, Cristo expone una doctrina trascendente. Sus discípulos no tienen que ayunar porque el Reino ya ha venido y ellos están viviendo ya el momento de las «bodas», que es la tiempo del gozo y de la alegría. Pero con las metáforas del «paño» y de «los odres del vino nuevo» expondrá Jesús un motivo más hondo referido al espíritu nuevo. No condena El las prácticas de los ayunos judíos sino su espíritu farisaico. La Nueva Ley comporta un espíritu nuevo Sus discípulos, que ya lo están viviendo, no están sometidos a copiar lo viejo. La plenitud del Evangelio desgarra el vestido viejo y revienta los «odres» del AntiguoTestamento. Que les dejen gozar del nuevo espíritu. Y si los fariseos ayunaban para acelerar la hora mesiánica, ¿por qué tienen que ayunar los discípulos de Cristo, si ya la tienen presente? Lo lógico es que la disfruten y gocen porque "El Reino de Dios está dentro de vosotros". Ya ayunarán cuando les quiten la presencia sensible del Mesías y lleguen a su reino las horas de dolor. "Vendrán días en que les será arrebatado el novio; ya ayunarán entonces", porque les parecerá que todo este gozo de la Humanidad ha quedado frustrado, cuando les arrebaten violentamente al Esposo divino con su muerte en la cruz. Esa ausencia sí que será la causa de su máximo desamparo. Aquel ayuno sí que les dejará con un hambre inmensa de Cristo, y un ansia infinita de Dios...

7. Por eso Jesús contesta: "¿Acaso, pueden los invitados a la boda ayunar mientras está con ellos el esposo?” Los doctores de la Ley, ya se pusieron en contra de Jesús cuando perdonó los pecados al paralítico. Pero ahora les reconcome la alegría inusitada y desbordante, el gozo interior que refleja la actitud de aquel grupo de gente con aire de fiesta, que no ayunan, que comen y beben con normalidad, en vez de ayunar. Ellos, que son los piadosos especializados, los espirituales con carnet, los que se han distinguido siempre por su austeridad, y por sus sacrificios, no lo pueden tolerar. Y Jesús les dice que ha de ser así, porque están de bodas, y en las bodas debe predominar la alegría. Están viviendo realmente el jolgorio y la algazara de la fiesta. Mis discípulos son “los invitados a una boda”... tienen al “esposo” con ellos, son gentes felices, alegres. Llamaban la atención por la alegría y la paz, la sencillez y la naturalidad que respiraban. Y esto molestaba a los ascéticos y austeros, tristes y adustos fariseos, engreídos, intransigentes y mezquinos, por su pureza legal puramente externa, que no comprenden la razón de la alegría que Jesús irradia en los suyos, consecuencia de la unión con El. No se dan cuenta de que su tiempo ha pasado, y si se dan cuenta, se niegan a reconocerlo. Quieren meter el vino nuevo del evangelio en los odres viejos de la ley, aunque estallen de puro carcomidos. Si los enemigos hubieran sido más despiertos, habrían comprendido la alusión: Ellos, que habían leido toda la Toráh, y alardeaban de que la conocían muy bien, no habían entendido que Isaías y Jeremías, y hoy Oseas, que Dios es un Esposo que quiere unir con El a toda la humanidad. Que por fin, había llegado la hora de la nueva Alianza, el tiempo de la Boda de Dios con los hombres, cuando Dios se ha hecho hombre, para que el hombre se haga Dios y consiguientemente, el tiempo de la alegría. ¡Y que alegría mayor que la pobre criatura humana llegue a ser Dios!. Nadie remienda un vestido viejo con una pieza de tela nueva; nadie echa vino nuevo en odres viejos... A vino nuevo, odres nuevos. O ¿prefieren quedarse con lo “viejo” los viejos moldes, las viejas costumbres, antes que entrar en la “novedad”, en la renovación, en la juventud?. Jesús afirma con rotundidad la novedad radical de su mensaje. El evangelio no es un remiendo”, ¡es "ese algo nuevo que está brotando"!

8. Se dirigió a Mateo, recaudador de impuestos, y le dijo: "Sígueme", él se levantó y lo siguió y le ofreció, como despedida alegre de "soltero, un banquete al que acudieron muchos publicanos y pecadores" (Mt 9,9). El evangelio sólo cita este banquete en casa de Mateo y su presencia en las Bodas de Caná, pero la memoria de los espías tal vez recuerde algún otro festín... La presencia de Jesús en un banquete fue la ocasión y el motivo del escándalo, no sólo para los fariseos, sino también para los discípulos de Juan. Estos santones creían que era un descrédito para Jesús, asistir a la bodas y Cristo recoge el guante, hablando precisamente de Bodas...Su respuesta tiene un poco de ironía, pero lo que en el fondo está diciendo es sencillamente: que Él y sus discípulos están viviendo la luna de miel de las Bodas.

9. Parece una metáfora que Cristo sea el novio y que sus discípulos celebran con Él su banquete de Bodas, pero es el misterio de la Encarnación, en el que Dios se ha unido con la Humanidad en el seno de María, y ha ofrecido a todos los hombres un amor esponsal. Su permanencia en carne mortal es como un banquete de Bodas al que invita a sus amigos. Estas Palabras profundas no serán entendidas en toda su hondura, pero ya se ha definido como el novio. Aunque sólo a sus discípulos les llama «los amigos» del esposo, las Bodas de Cristo tienen, una extensión universal, como la Redención, Dios llama a todos los hombres a que se unan con El, y para darle mayor significado y formular la interioridad de esta unión, utiliza la unión de los esposos, que es la más íntima que puede darse entre los hombres. San Pablo dirá que sus discípulos "están desposados con Cristo como vírgenes castas" (2 Cor 11, 2). Y el autor del Apocalipsis cantará ámpliamente la idea de las Bodas del Cordero: "Gocémonos, y saltemos de júbilo, y démosle gloria, pues han llegado las bodas del Cordero y su esposa se ha embellecido. Dichosos los que son convidados a la cena de las bodas del Cordero" (Ap 19, 1).

10. Para que dos personas estén de verdad desposadas lo primero y sustancial es el mutuo consentimiento. Cristo se ofreció a todos en el momento de la Encarnación. Ahora somos nosotros los que lo hemos de dar de verdad. Porque para vivir como amantes, es necesario que el amor entre los dos sea igual, en la cima del ágape de la caridad. Los cristianos sabemos que Cristo nos brinda un amor de amigo y de hermano, y un amor de Esposo. Pero también comprendemos que si el amor fraternal y el de amistad, es exigente, el amor esponsal es "intransigente. Hoy, como nunca, la Iglesia necesita enamorados de verdad para hacer presente al ausente, el «pretendiente» que espera el sí de la novia: "Qué tengo yo que mi amistad procuras / ¿qué interés se te sigue, Jesús mío / que a mi puerta /cubierto de rocio / pasas las noches del invierno oscuras?"

11."Tus discípulos no ayunan". Jesús no condena las mortificaciones voluntarias que Él mismo practicó, cuando ayunó cuarenta días en las incomodidades del desierto. Pero aun en esto no hay que seguir el propio capricho, ni impulsos que pueden viciar la intención, sino la voluntad de Dios, suficientemente manifestada. Jesús fue austero en su vida, la Iglesia practicará el ayuno, pero ya en otro sentido y en diferente dimensión del ayuno de los fariseos: que lo hacen "para ser vistos": "La pura letra mata, y en cambio, el espíritu da vida" 2 Corintios, 3,1. 12. Jesús prefiere más los ayunos que nos prepara su Providencia, los sacrificios que nos impone la vida en todos sus aspectos, que los que hacemos por nuestra propia voluntad que, sólo son válidos, para poder cumplir mejor aquellos. No aceptar o rebelarnos contra los que Dios nos manda cada día, sería un grave error.

12. Hay que cambiar radicalmente la actitud farisaica, que es la ley de mínimos. No podemos seguir en lo religioso vestidos con el trajecito de la primera comunión. No hay que anquilosarse en lo antiguo porque es antiguo, como los fariseos; hay que vivir una vida totalmente nueva. Este es el sentido de las parábolas: «Nadie pone un remiendo de paño sin cortar e igualar los pelos tiesos a un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido y se produce un desgarrón peor». Si un vestido está ya ajado e inservible, no basta con coserle un retazo de paño consistente, que volverá a desgarrarse, por falta de resistencia del paño viejo. Datos que Jesús aprendería de su madre cuando remendaba los vestidos de su familia.

13. «Nadie echa tampoco vino nuevo en odres viejos; pues si no, el vino reventaría los odres y se echa a a perder el vino y los odres: el vino nuevo en odres nuevos». La fuerza de la costumbre y la tozudez en afirmarse en lo suyo, impediría a muchos aceptar el evangelio, porque: «Nadie, después de beber el vino añejo, quiere el nuevo, porque dice que el añejo es el mejor».

14. La novedad sorprendente del evangelio es el amor sin límites, que encaja muy mal con el raquitismo judaico. Amor de Dios que se ha manifestado en Cristo, por quien conocemos la altura, la anchura, la sublimidad y la profundidad del Amor de Dios, que nos invita a participar de su Vida y de su Amor para divinizarnos (Ef 3,18). Su Amor manifestado en Cristo tiene todos los matices del amor humano, pero sublimados hasta el infinito. Es amor de padre, de hermano, de amigo, pero que trasciende todos los límites de ese amor humano.Y en la cumbre de sus matices, el amor esponsal, que es el principal, y no cabe en los moldes de la Antigua Alianza, ni en las actitudes de sus hombres, ni en las prácticas rutinarias de sus santones. Cristo dará un giro de ciento ochenta grados a todos los mandamientos y los convierte de prohibitivos en positivos con un alcance sin límites. Y resume toda la ley en el doble mandamiento de amar a Dios y a todos los hombres, como a nosotros mismos, como amamos, o debemos amar, a Cristo, igual que Cristo nos ama. Por eso dirá que el distintivo de sus discípulos es ¡el amor!

15. La actitud de temor, de desconfianza, de raquitismo, es como el molde antiguo de la Ley, en el que no cabe la Nueva Alianza. Para recibir el evangelio en profundidad no se pueden hacer componendas entre nuestras actitudes mezquinas y la actitud fabulosamente amorosa de Dios. Como en Caná el vino mejor fue el último, en la historia religiosa de la humanidad, el vino mejor es el que nos da Cristo, que nos ha abierto su Corazón y nos ha manifestado el infinito Amor del Padre. Nuestro amor debe subir por todas las categorías hasta llegar al más alto y exigente, que es el amor de desposado, que encuentra gozo hasta en el sufrimiento por la persona amada. "Es de tal suerte el amor /después que lo conocí / que si hay bien o mal en mí / todo lo hace de un sabor / y todo transforma en sí" (San Juan de la Cruz). El solo pensamiento de que Dios me ama con un amor infinito tiende a enjugarnos todas las lágrimas, y a suavizarnos todos los dolores. Los que sienten al Esposo divino en su alma, ahogan en gozo todo dolor.

16. Es urgente comprender a tiempo los signos de los momentos, el "kairós" de la gracia. Los discípulos tienen al novio consigo y no pueden ayunar. Ya vendrá el tiempo del ayuno, cuando les quiten, les atormenten y les crucifiquen al Esposo.

17. Estamos preparando el banquete de la boda del Esposo con la Iglesia, con la Palabra, la oración, el silencio y el gozo interior. Al venir a nosotros, viene cargado de regalos, de amor y de fraternidad. Acojámoslos y repartámoslos con los hermanos, que necesitan nuestro testimonio y nuestra alegría. Testimonio y alegría que podremos ofrecer con "nuestra capacidad que nos viene de Dios, que nos ha capacitado para ser servidores de una alianza nueva" 2 Corintios 3,1.