Domingo I de Cuaresma, Ciclo B

Vamos al desierto con Jesus

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

Sitio Web del Padre

 

 

PROLOGO


1. "A tu alcance está la palabra, en tus labios y en tu corazón" (Rm 10,8). Nos examinamos para conocer dónde están los bacilos, la infección. No sólo para detectarla, confesarla, detestarla y comenzar a corregirla, a fin de llegar a la Pascua reconciliados y limpios y curados. Tomamos a Jesús por modelo, pues El también hizo su Cuaresma y esa es la razón por la que la hacemos nosotros. Los cuarenta días de Jesús en el desierto son nuestra Cuaresma. 

La Iglesia quiere actualizar la actitud de los antiguos catecúmenos y de los penitentes públicos. Del catecúmeno debemos imitar su afán de instruirse en la doctrina y su deseo de preparación para recibir la gracia salvífica del bautismo. Para eso estaba durante mucho tiempo -sobre todo en la cuaresma- entrenándose para ser buen cristiano. La cuaresma era un cursillo de formación para recibir el bautismo.

2. "El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían." Marcos 1,12. Literalmente en esta región del desierto del Jordán viven todavía bestias salvajes: víboras, cabras silvestres, gacelas y águilas, e incluso por la noche se oyen los aullidos de hienas y chacales; y en tiempo de Eliseo había en los bosques desde Jericó a Betel, osos rugientes (Re 2,24). Marcos alude a los cuarenta años del desierto. Israel creía que la acción del Mesías se desarrollaría en el desierto y que allí se repetirían las experiencias—tenta­ciones—del éxodo. De ahí la relación de que Jesús vivió entre bestias salvajes, que rima con las serpientes del desierto y con la alimentación prodigiosa del maná, en este caso servido por los ángeles, designado así en el libro de la Sabiduría, como «pan de los ángeles». Típicamente, Como Cristo, el Mesías, anuncia una creación nueva, se explica también la pacificación del reino animal, como rasgo evocador de la victoria mesiánica. Tanto más, cuanto que en la Escritura el anuncio de la nueva creación y la del nuevo éxodo, van unidos. Por eso Marcos alude a la restauración de la paz paradisíaca, describiendo a Jesús viviendo en compañía de las fieras, sin tenerles miedo, como una confirmación del salmo 91 que, aunque se aplica al hombre que domina fácilmente el mundo inferior cuando vive en amistad con Dios y triunfa del mal moral, es más propio del Mesías, que, cuando fue bautizado por Juan, oyó la voz del Padre: "Tú eres mi Hijo, el amado, en tí me complazco" (Mc 1,11). 

3. Si Jesús ha ido creciendo en edad, en sabiduría y en gracia, éste es un momento de un gran crecimiento. Mientras Juan lo bautizaba, ha oído la afirmación del Amor del Padre. Ha oído que el Padre se complace en El. Ha experimentado que el cariño de su Padre por él es inmenso e infinito, torrentera plena de felicidad. Las palabras de amor del Padre confirman sus interrogantes, le afirman en su vocación, le hacen más disponible, pues también su disponibilidad ha ido creciendo, porque es gracia, y "ha ido creciendo en gracia" (Lc 2,52). 

4. Todos necesitamos ver afirmada y reafirmada nuestra vocación, aceptadas nuestras cualidades, reconocida nuestra actividad, garantizada y autentificada nuestra empresa. Y si el reconocimiento procede de una persona cualificada, o de la entera comunidad, o del grupo de nuestros amigos, experimentamos seguridad, crecemos en entrega, y nos dedicamos a ella con mayor ilusión y empeño. El reconocimiento potencia y multiplica la dedicación y la entrega. 

5. Jesús, apenas ha escuchado estas palabras del Padre, empujado por el Espíritu, se ha ido al desierto a contemplarlas, como cuando un Superior nos ha dicho alguna palabra trascendental, deseamos meditarla, rumiarla, saborearla, medir su trascendencia y hasta su tono. Que resuene de nuevo. Necesitamos estar solos. 

6. Jesús ha sido empujado por el Espíritu al desierto, a la soledad, para contemplar las Palabras del Padre: "Tú eres mi Hijo", "el Amado", "el Padre se complace en mí". Jesús es dócil al empuje, a la moción del Espíritu. Nosotros debemos también ser dóciles al Espíritu que nos llama al Exodo, a la Cuaresma, al desierto, al recogimiento, a la escucha de la Palabra, a la oración. Con este impulso interno del Espíritu Santo que acababa de descender sobre él en su bautismo, Jesús se retiró al desierto llamado hoy el Monte de la Cuarentena, situado a unos 500 metros sobre el valle de Jericó. Hoy se pueden seguir los pasos de Jesús desde el río Jordán hasta el Qarantal, trepando media hora por un sendero pedregoso y bordeando profundos barrancos, donde no hay ni un árbol, ni un solo matorral. Jesús va a comenzar su actividad de apóstol y está decidido a actuar con plena normalidad. Después de la preparación remota de largos años de oscuridad, humildad y pobreza, en el ámbito de una familia totalmente normal, la preparación inmediata en el desierto de Judea, a donde se dirige desde el Jordán, cerca de Jericó, montaña arriba, escarpada e inhóspita. Me encanta imaginar a Jesús trepando por aquella empinada y abrupta ladera con el esfuerzo parecido al que a nosotros nos supondría la subida, sudando, -el monte está a mas de 1000 m bajo el nivel del mar-, y sentir el jadeo de su respiración. Y oir el rodar de las piedras desprendidas por sus pies hasta las profundidades de la sima, y escuchar el eco de su rebote. Una vez en la cumbre, Jesús busca un lugar donde vivir durante cuarenta días, y comienza su oración intensa, concentrada y silenciosa, en aquella soledad, sin comer ni beber nada. Hoy sólo hay rocas y grutas donde se retiraron en otros tiempos muchos anacoretas. Allí en la ladera existe un convento de monjes greco-ortodoxos, y una gruta donde, según la tradición, vivió Jesús durante los cuarenta días de su Cuaresma. Desde la cumbre de ese monte se divisa un extenso panorama: las lejanas montañas de Galaad y de Moab, y los valles del Jordán y del mar Muerto.

7. Marcos narra las tentaciones de Jesús telegráficamente. Mateo y Lucas, concretarán las circunstancias y los temas. A Marcos le ha interesado más subrayar el retiro de Jesús como preparación a su vida activa, lo que también se nota en otros lugares de su evangelio. Se descubre la catequesis del pastor Pedro, preocupado por la actuación de los corderos y de las ovejas: “Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia”. Quiere poner de relieve que Jesús antes de ir al encuentro con el pueblo, se retira en el desierto buscando la intimidad con el Padre. Intencionadamente destaca estos retiros de Jesús “al desierto” como lugar de comunicación íntima con el Padre, condición indispensable para los pastores. Cuando expuso la jornada de Cafarnaúm, anotó que después de aquel día agotador, Jesús “se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar”, y que desde allí emprendió su primera gira por Galilea (Mc 1,39). Otro día invitó a sus discípulos a retirarse con él a un lugar apartado (Mc 6,31) no sólo en busca de reposo necesario, sino como medio de recuperar fuerza en tranquila comunicación con el Padre (6,46). Y esta actitud es un programa esencial. 

8. Hoy la Iglesia es considerada con frecuencia como una institución de la sociedad que debe limitarse a dar ayudas materiales. Pero la esclavitud mayor es la pobreza interior, la aridez espiritual. En su mensaje de Cuaresma, Juan Pablo II dijo una vez que la caridad no es un gesto o un ideal humanitario, sino llevar la presencia de Cristo en todos los gestos de caridad. El Señor hizo milagros, curaciones, consoló; en resumen, obró para confirmar lo que anunciaba. Nosotros, al contrario, hemos separado las obras de caridad, de su mensaje. Es una equivocación: si anuncio simplemente el amor de Dios y no lo demuestro con las obras, mi palabra es menos creíble. Pero tampoco se puede sólo obrar sin proclamar nunca el Evangelio. Es necesaria una vinculación continua entre acción y palabra. 

9. Benedicto XVI, en consonancia con Juan Pablo II, ha escrito este año en su Mensaje para la cuaresma: "Como escribió mi amado predecesor Juan Pablo II, hay un "límite impuesto al mal por el bien divino", y es la misericordia. En este sentido he querido poner al inicio de este Mensaje la cita evangélica según la cual "Al ver Jesús a las gentes se compadecía de ellas". "A este respecto deseo reflexionar sobre una cuestión muy debatida en la actualidad: el problema del desarrollo. La "mirada" conmovida de Cristo se detiene también hoy sobre los hombres y los pueblos, puesto que por el "proyecto" divino todos están llamados a la salvación. Jesús, ante las insidias que se oponen a este proyecto, se compadece de las multitudes: las defiende de los lobos, aun a costa de su vida. Con su mirada, Jesús abraza a las multitudes y a cada uno, y los entrega al Padre, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio de expiación". 

10. "La Iglesia, iluminada por esta verdad pascual, es consciente de que, para promover un desarrollo integral, es necesario que nuestra "mirada" sobre el hombre se asemeje a la de Cristo. En efecto, de ningún modo es posible dar respuesta a las necesidades materiales y sociales de los hombres sin colmar, sobre todo, las profundas necesidades de su corazón. Esto debe subrayarse con mayor fuerza en nuestra época de grandes transformaciones, en la que percibimos de manera cada vez más viva y urgente nuestra responsabilidad ante los pobres del mundo. Ya mi venerado predecesor, el Papa Pablo VI, identificaba los efectos del subdesarrollo como un deterioro de humanidad. En este sentido, en la encíclica "Populorum progressio" denunciaba "las carencias materiales de los que están privados del mínimo vital y las carencias morales de los que están mutilados por el egoísmo... las estructuras opresoras que provienen del abuso del tener o del abuso del poder, de las explotaciones de los trabajadores o de la injusticia de las transacciones". 

11. "Como antídoto contra estos males, Pablo VI no sólo sugería "el aumento en la consideración de la dignidad de los demás, la orientación hacia el espíritu de pobreza, la cooperación en el bien común, la voluntad de la paz", sino también "el reconocimiento, por parte del hombre, de los valores supremos y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin". "En esta línea, el Papa no dudaba en proponer "especialmente, la fe, don de Dios, acogido por la buena voluntad de los hombres, y la unidad de la caridad de Cristo". Por tanto, la "mirada" de Cristo sobre la muchedumbre nos mueve a afirmar los verdaderos contenidos de ese "humanismo pleno" que, según el mismo Pablo VI, consiste en el "desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres". Por eso, la primera contribución que la Iglesia ofrece al desarrollo del hombre y de los pueblos no se basa en medios materiales ni en soluciones técnicas, sino en el anuncio de la verdad de Cristo, que forma las conciencias y muestra la auténtica dignidad de la persona y del trabajo, promoviendo la creación de una cultura que responda verdaderamente a todos los interrogantes del hombre". 
12. "Ante los terribles desafíos de la pobreza de gran parte de la humanidad, la indiferencia y el encerrarse en el propio egoísmo aparecen como un contraste intolerable frente a la "mirada" de Cristo. El ayuno y la limosna, que, junto con la oración, la Iglesia propone de modo especial en el período de Cuaresma, son una ocasión propicia para conformarnos con esa "mirada". Los ejemplos de los santos y las numerosas experiencias misioneras que caracterizan la historia de la Iglesia son indicaciones valiosas para sostener del mejor modo posible el desarrollo". "Hoy, en el contexto de la interdependencia global, se puede constatar que ningún proyecto económico, social o político puede sustituir el don de uno mismo a los demás en el que se expresa la caridad. Quien actúa según esta lógica evangélica vive la fe como amistad con el Dios encarnado y, como Él, se preocupa por las necesidades materiales y espirituales del prójimo. Lo mira como un misterio inconmensurable, digno de infinito cuidado y atención. Sabe que quien no da a Dios, da demasiado poco; como decía a menudo la beata Teresa de Calcuta: "la primera pobreza de los pueblos es no conocer a Cristo". Por eso es preciso ayudar a descubrir a Dios en el rostro misericordioso de Cristo: sin esta perspectiva, no se construye una civilización sobre bases sólidas". 

13. "Gracias a hombres y mujeres obedientes al Espíritu Santo, han surgido en la Iglesia muchas obras de caridad, dedicadas a promover el desarrollo: hospitales, universidades, escuelas de formación profesional, pequeñas empresas. Son iniciativas que han demostrado, mucho antes que otras actuaciones de la sociedad civil, la sincera preocupación hacia el hombre por parte de personas movidas por el mensaje evangélico. Estas obras indican un camino para guiar aún hoy el mundo hacia una globalización que ponga en el centro el verdadero bien del hombre y, así, lleve a la paz auténtica". "Con la misma compasión de Jesús por las muchedumbres, la Iglesia siente también hoy que su tarea propia consiste en pedir a quien tiene responsabilidades políticas y ejerce el poder económico y financiero que promueva un desarrollo basado en el respeto de la dignidad de todo hombre. Una prueba importante de este esfuerzo será la efectiva libertad religiosa, entendida no sólo como posibilidad de anunciar y celebrar a Cristo, sino también de contribuir a la edificación de un mundo animado por la caridad. En este esfuerzo se inscribe también la consideración efectiva del papel central que los auténticos valores religiosos desempeñan en la vida del hombre, como respuesta a sus interrogantes más profundos y como motivación ética respecto a sus responsabilidades personales y sociales. Basándose en estos criterios, los cristianos deben aprender a valorar también con sabiduría los programas de sus gobernantes". "No podemos ocultar que muchos que profesaban ser discípulos de Jesús han cometido errores a lo largo de la historia. Con frecuencia, ante problemas graves, han pensado que primero se debía mejorar la tierra y después pensar en el cielo. La tentación ha sido considerar que, ante necesidades urgentes, en primer lugar se debía actuar cambiando las estructuras externas. Para algunos, la consecuencia de esto ha sido la transformación del cristianismo en moralismo, la sustitución del creer por el hacer. Por eso, mi predecesor de venerada memoria, Juan Pablo II, observó con razón: "La tentación actual es la de reducir el cristianismo a una sabiduría meramente humana, casi como una ciencia del vivir bien. En un mundo fuertemente secularizado, se ha dado una "gradual secularización de la salvación", debido a lo cual se lucha ciertamente en favor del hombre, pero de un hombre a medias, reducido a la mera dimensión horizontal. En cambio, nosotros sabemos que Jesús vino a traer la salvación integral". 

14."Teniendo en cuenta la victoria de Cristo sobre todo mal que oprime al hombre, la Cuaresma nos quiere guiar precisamente a esta salvación integral. Al dirigirnos al divino Maestro, al convertirnos a Él, al experimentar su misericordia gracias al sacramento de la Reconciliación, descubriremos una "mirada" que nos escruta en lo más hondo y puede reanimar a las multitudes y a cada uno de nosotros. Devuelve la confianza a cuantos no se cierran en el escepticismo, abriendo ante ellos la perspectiva de la salvación eterna. Por tanto, aunque parezca que domine el odio, el Señor no permite que falte nunca el testimonio luminoso de su amor. A María, "fuente viva de esperanza", le encomiendo nuestro camino cuaresmal, para que nos lleve a su Hijo. A ella le encomiendo, en particular, las muchedumbres que aún hoy, probadas por la pobreza, invocan su ayuda, apoyo y comprensión.El fundador del movimiento del Arca, Jean Vanier, afirma que los voluntarios que se dirigen a él, después de algún tiempo, descubren al Señor. El camino de la caridad se convierte en un camino de recuperación de la fe. El materialismo práctico en que estamos sumergidos no nos permite ver otras cosas. Muchas agencias que recogen ayudas se preocupan sólo de la organización de colectas y de política. Hoy sufre el cuerpo y el alma. Pero la que hoy sufre más es el alma. La primera esclavitud en el tercer mundo y en el primero es la del mal. Nosotros pensamos en resolver la miseria haciendo reuniones y planes pastorales, en vez de comenzar venciendo el mal en nosotros mismos con la conversión y el sacramento de la reconciliación. Una buena confesión personal ayuda a eliminar la peor pobreza económica, ha dicho monseñor Paul Cordes, presidente de Cor Unum, al presentar el mensaje del Papa. 

15. A imitación de Cristo, la Cuaresma ha sido y es el gran retiro de la Iglesia toda. Es un alto en el camino para orar, reflexionar y reformar la vida de cara a la Pascua. Conducimos en la noche y podemos errar el camino. Hay que detenerse, mirar el mapa, pedir información, reorientarse. Tal vez la prosperidad material del todo va bien, nos haya recortado las alas con las que debíamos remontarnos a las alturas, y nos haya convertido en aves de corral bien cebadas. El origen de La revolución del 68 de los estudiantes de París, siguió la errada consigna de Marcuse de que el hombre es un ser unidimensional: su fin es vivir, gozar, buscar el aplauso, y la fama, siguiendo a los modelos, que son los héroes y las estrellas fugaces de cada momento. El trabajo que lo hagan las máquinas. La Cuaresma empezó el pasado Miércoles de Ceniza con esta llamada urgente del profeta Joel: “Rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos, y volved al Señor, vuestro Dios, porqué él es clemente y compasivo, tardo a la ira, rico en amor” (Jr 2,13).

16. Volver a Dios es un proceso continuado y permanente, que dura tanto como la vida, porque el hombre nunca acacaba de romper con el pecado para realizar su vocación de hijo de Dios. El camino se inicia con el bautismo, y se concluye con la bienaventuranza eterna. Sólo entonces el hombre habrá vuelto definitivamente a Dios. Pero entre el punto de partida y el de llegada hay un largo recorrido en la vida como un período de prueba y de lucha. Nuestra vocación cristiana es una marcha hacia una realidad segura en su final, pero con dificultades en su camino. Estas dificultades son el asalto de las tentaciones. No en vano incluyó Jesús en la oración que nos enseñó esta humilde petición: “Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal". Ya decía Pablo VI: “Necesi­tamos librarnos de las tentaciones, que hoy día no son solamente individuales y fortuitas, sino colectivas y permanentes, organizadas y provocadas a menudo por intereses comerciales. Pensad en ciertas publicaciones y en determinados espectá­culos”.

17. Desde que “la cosa empezó en Galilea” (Hech 19,37), Jesús proclama la vuelta a Dios: “Convertíos y creed en la Buena Noticia”. El mismo se ofrece como el camino: “Yo soy el camino... Nadie va al Padre si no es por mí" (Jn 14,6). Cualquiera que vuelve al Padre es recibido por su corazón abierto, porque Dios es rico en misericordia y perdona siempre al que incomprensiblemente ha preferido la muerte, al alejarse de Dios; volver a Dios es renacer a la vida. Pero el hombre que puede alejarse de Dios siguiendo sus pasiones, no puede volver a El por sus propias fuerzas. Nadie puede volver a nacer por sí mismo. La iniciativa corresponde a la gracia de Dios; al hombre corresponde cooperar: “Hazme volver y volveré” (Jr 31,18).

18. La Cuaresma es una llamada urgente de la gracia a una profunda renovación personal y eclesial. Examinemos si nuestra vida de cristianos es tal como nos pide Juan Pablo II: “Cristianos con vocación de santidad, sólidos en la fe, seguros en la doctrina propuesta por el magisterio de la Iglesia, firmes y activos, cimentados en una vida espiritual, alimentados con el acercamiento frecuente a los sacramentos de la penitencia y de la Eucaristía” (México 29-1-1979).

19. Jesús en el desierto se dejó tentar y probar por Satanás. Con la Palabra, el ayuno, la soledad, ha vencido la tentación. Es el Adán Nuevo. La réplica de Adán, la contrapartida de Adán. Adán fue tentado y fue vencido. Los israelitas en el Exodo también sucumbieron a las tentaciones, y cuando sintieron hambre, murmuraron y protestaron y pidieron pan. Hemos vivido un largo período con complejo de Edipo. Hemos vivido una larga ausencia de Dios. Apenas se oía su nombre. Y se tenía un miedo de muerte de que al hablar de Dios o de sus derechos y nuestros deberes, se nos pusiera en rídiculo, o se nos etiquetase como anticuados. La era de Dios había pasado. Dios había muerto y nombrar a Dios era "no estar al loro". Y callábamos. Y silenciamos a Dios. Y no sólo esto; se era beligerante contra Dios y sus leyes porque se le consideraba enemigo represor del hombre y su rival. Se sembraron vientos y estamos cosechando tempestades. Los árboles de la parábola de Jörgensen que negaron al sol y se rebelaron contra él, enfermaron, amarillearon, languidecieron y murieron. Jesús responde al tentador: "No sólo de pan vive el hombre". "No tentarás al Señor tu Dios". La tentación intenta suplantar a Dios. Pretende convertir en "dios" todo lo que no es Dios. Así es cómo el dios de la sociedad moderna, o los valores supremos elegidos y erigidos en dioses: la ciencia, la técnica, el poder, los bienes de este mundo, se emancipan de su fundamentación válida y liberadora y se convierten en instrumentos de esclavitud, rivalidad y destrucción. En la entraña de nuestra situación actual existe una suplantación de la vida humana, comprendida a la luz de Dios y vivida delante de él, por una vida vivida sólo ante el mundo, en servicio del yo y de su entorno inmediato, sin horizonte de absoluto ni de futuro. La difusión de un modo de vida ateo ha cambiado las actitudes morales fundamentales de muchos. Dios va desapareciendo cada vez más del horizonte de referencia de la vida de los hombres. Ha habido un eclipse de Dios. Dios ya no es para muchos el fundamento de la existencia y del comportamiento de las personas, grupos e instituciones. Jesús vence a Satanás. Como entre tantos hombres contemporáneos de Noé, él se mantuvo fiel, Jesús fue fiel en el desierto, al contrario de Adán y los israelitas en el desierto. 

20. En el desierto de nuestra vida somos tentados todos por Satanás. Escribieron los obispos españoles que nos hallamos "ante una sociedad moralmente enferma". Yo diría más. No "ante" sino "en ella" y consiguientemente los cristianos participamos de su enfermedad. No podemos mirar la sociedad como quien mira un paisaje desde fuera, sino como quien está inmerso en el paisaje. La sociedad no nos hace fácil ser fieles a Dios. Somos tentados por el horizontalismo, que niega la trascendencia del hombre. Por el secularismo y el hedonismo, por el subjetivismo, sin normas objetivas de fe y de moral. Por la espontaneidad y frivolidad de los actos humanos. Monseñor Lajos Kada, Nuncio Apostólico en España, en una entrevista antes de marcharse dijo: "Dentro de poco España no será católica". Hay que vivir -se dice- según pidan las emociones, los afectos. El dominio de sí mismo es represivo. Hay que dejarse llevar por la comodidad. Por tanto ni ascesis, ni mortificación, ni privación, que impiden el desarrollo y la realización de la persona. Disfrutar al máximo, pasarlo lo mejor que se pueda, "comamos y bebamos, que mañana moriremos". Fuera compromisos, que impiden la autenticidad.

21. Dice el Génesis: "Viendo el Señor que la maldad de los hombres sobre la tierra era muy grande y que todos los pensamientos de su corazón tendían continuamente al mal, se arrepintió de haber creado al hombre y dijo: Lo exterminaré" (Gn 6,5). Y decidió arrasar la vida con el diluvio. 

22. Pero como es Dios Creador y no exterminador, Dios de la vida y no Dios de la muerte, buscó fidelidad y la encontró en Noé Génesis 9,8. Sí que envió el diluvio, pero cuando tenía asegurada la pervivencia de los hombres y de la creación. 

23. "El arca en la que unos pocos se salvaron fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva" 1 Pedro 3,18. El mandato de Dios a Noé de construir el arca en una tierra desértica no tiene sentido. Pero Noé no se fija en el cálculo humano, supera las burlas y obedece a Dios. Como Noé sumergido en medio de aquel pueblo pecador que merecía el diluvio, nos vemos rodeados de mal, pero hay un germen de bien en cada persona, y entre las personas. Siempre hay un Noé con el que comenzar a construir algo nuevo. En medio de la corrupción generalizada, palabra que camufla la de "pecado", que hoy está desvalorizada, y se encubre su fealdad con eufemismos: "relaciones extramatrimoniales", por adulterio; "apropiación indebida", por robo; "información privilegiada", por estafa; "hacer el amor", por fornicar; "desahogo de la naturaleza", por masturbación; "interrupción del embarazo", por aborto criminal, seamos como Noé y como Jesús. 

24. Para Noé Dios fue Dios. Noé reconoce a Dios y se somete. Dios le promete que el hombre seguirá viviendo. Y Noé fue salvado de la masa corrompida para dar origen a un pueblo grato a Dios, como Abraham será sacado del paganismo de Mesopotamia y llevado al desierto de la vida nómada en Canaán, y Moisés y su pueblo de Israel de Egipto, conducidos también al desierto.

25. Así, en medio de tanta podredumbre, se levanta el arco iris de la salvación, y la Palabra de Dios, la gracia del Bautismo y el torrente de la Sangre de Cristo en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía, nos consiguen de Dios "una conciencia pura por la resurrección de Cristo Jesús Señor nuestro" 1 Ped 3,18. 

26. "Dios recuerda que su ternura y su misericordia son eternas. Por eso hace caminar a los humildes con rectitud, enseñando sus caminos a los pecadores humildes" Salmo 24. 28. Antes de comulgar rezaremos con fervor deseando ser escuchados, pues que estamos expuestos a tantas tentaciones la oración que Cristo nos ha enseñado que no nos deje caer en la tentación.. Al recibirle hoy, vencedor de la tentación y del pecado, que su ejemplo de entregarse a la contemplación de la palabra, nos sirva de modelo ejemplar y de fuerza en la lucha con el maligno.