Domingo IV de Adviento, Ciclo A

El Señor esta viniendo

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

Sitio Web del Padre

 

 

DIOS ESTA CON NOSOTROS: ES EL EMMANUEL. MARIA, QUE LE PERMITIRA ENTRAR EN ESTA TIERRA BENDITA POR EL Y POR ELLA, DEJA DE SER NIÑA Y COMIENZA A SER MUJER.

JOSE, TROCADA LA ANGUSTIA EN GOZO POR SU PARTICIPACION EN EL ORDEN HIPOSTATICO, TRANSMITE AL NIÑO JESUS LOS DERECHOS MESIANICOS, COMO DESCENDIENTE DE LA CASA DE DAVID.

1 En el año 740 a de C., los reyes de Siria e Israel subieron a la ciudad de Jerusalén, capital de Judá, con ánimo de expugnarla, pero no pudieron apoderarse de ella. Ante el asedio, Ajaz, rey de Judá y su pueblo se estremecieron: "Se agitó su corazón y el de su pueblo como se agitan los árboles del bosque con el viento". El Señor tranquilizó por medio del profeta Isaías al rey y le garantizó que el reino permanecerá. Yahve se compromete a ayudarle, y a través de Isaías, le pide que ponga la confianza en el Señor y no en las coaliciones humanas. El reino subsistirá. El reino será eterno. Y le da una señal: la virgen está encinta de Emmanuel. Dios estará con nosotros Isaías 7,10. 

2 El amor inmenso de Dios, el que no cabe en el mundo tan amado por él, "el Rey de la gloria, va a hacer su entrada en el mundo: Viene para establecer su justicia y santidad. Vengamos a su presencia y digámosle: "Somos el grupo que te busca, Señor, y desea tu bendición" Salmo 23.

3 San Pablo nos quiere demostrar que el nacimiento de Jesús ha de provocar una renovación de la vida religiosa. Toda la espera de Israel está centrada en El. Por Jesucristo, de la estirpe de David, con pleno poder por su resurrección de la muerte, hemos recibido el don y la misión de traer a la fe a todos los gentiles, para formar su pueblo santo Romanos 1,1.

4 Emmanuel necesitaba una familia. Un matrimonio en el que reinara el amor, para poder nacer, crecer ser amado y amar, desarrollarse con normalidad y en paz. María y José son dos jóvenes encantadores que se aman. María estaba desposada con José, pero aún no vivían juntos. Su noviazgo, según la Ley judía, era ya un compromiso definitivo. El matrimonio no iba a ser un obstáculo para que estos jóvenes vivieran una profunda vida de unión con Dios, a la vez que cumplían el mandato del Creador de crecer y multiplicarse. La intervención de Dios hace que fracase en parte el proyecto de los hombres. María acaba de salir de la niñez. Es una adolescente, que acaba de alcanzar la pubertad. Aunque Dios nunca tiene prisa, no quiere ya demorar más tiempo su llegada al mundo.

5 Pero el amor admirable de María y José se va a convertir en drama: San Mateo narra el nacimiento de Jesucristo como un hecho absolutamente milagroso: "La madre de Jesús estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo" Mateo 1 1. Lo que los siglos habían esperado, ya estaba aquí. El poder creador de Dios infinito se ha manifestado en el seno de María.

6. Según la ley judía, el contrato matrimonial entre José y María se había sellado firmemente. Sólo faltaba la ceremonia de la boda, que tenía su culminación cuando la desposada era llevada a vivir con el desposado. María está encinta de Jesús por la intervención del Espíritu Santo. 

7. Cuando José ve a María encinta, quizá al volver de Ain-Karem de visitar a Isabel, sabiendo que entre ellos no ha habido relación carnal, se derrumbó interiormente. No le cabía en la cabeza, pero cada día la silueta de María lo evidenciaba más y más. Pero José no reacciona con cólera, ni se arranca con un ataque de celos: "El celoso es un furioso: no perdonará hasta el día de la venganza" (Prv 6,34). Quizá pensó si habría sido violada en el viaje.

8 María observaba a José y sufría viendo cómo sufría. Pero callaba. Cuando José miraba a María, aunque la veía sufrir, intentaba traslucir serenidad. Y callaba también. El silencio de José y de María en estas circunstancias es muy delicado. Nos conmueve el sufrimiento de los dos. ¡Cómo sufren los dos muchachos!. Están viviendo una negra y oscura noche. Dolor agudo de San José. Dolor de angustia de Santa María.

9 "José, que era bueno, no quería denunciarla". He ahí la caridad y la delicadeza y el tierno amor de José: no quiere hacer daño a la que ya es la mitad de su vida. Envuelto también el la nube del misterio, decidió repudiarla en secreto. Es decir, presentarse al Rabino y entregarle una escritura renunciando al derecho sobre su esposa. Se le hace pedazos el corazón pensando que tiene que abandonar a aquella frágil criatura, a la que ama más que a sí mismo. Es la noche de la fe de Abraham a quien se le pide sacrificar a su hijo tan esperado y tan amado. Y sin poder desahogarse con nadie. ¿Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo esta angustia? ¿Será eterno el silencio de Dios? Angustia de San José ante su esposa embarazada. José, honesto y justo, ¿llegaría a dudar de María? El está seguro que no es el padre. Generoso, con el corazón destrozado, porque ama muchísimo a María, piensa anular su compromiso con María y devolverle su libertad. ¡Qué desgarro para María, viéndose incomprendida por José! ¡Es todo tan inmenso, tan extraño, tan nuevo! Dios es desconcertante, pero…¡tanto! ¿Cómo iba José a creer el misterio? Los dos esperan al Mesías. Está ya casi en sus manos, y José no quiere recibirlo, porque humanamente no puede creer lo que está pasando. Ha renunciado a tener hijos de aquella criatura adorable y tan amada, María, y ahora se encuentra en la encrucijada de que llega un hijo que no es suyo…

10 Sólo Dios puede solucionar este conflicto. Y lo soluciona: "Un ángel del Señor dijo a José: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, porque la criatura viene del Espíritu Santo... Tú le pondrás por nombre Jesús" Mateo 1,18. Es decir, está todo calculado, he confiado en tí. Te encargo que hagas de padre. A tí te confío mi Hijo. El que puede resucitar un muerto, puede hacer que una virgen sea madre. "Para Dios todo es posible" (Mt 19,26). José sintió unos enormes deseos de salir corriendo a abrazar a María. A ella le bastó verle la cara para saber que Dios había hablado a José. Acaba de morir José. Ahora mismo ha nacido un hombre nuevo, capaz de hacerse cargo del importante ministerio de ser el padre legal de Jesús, que viene a salvar al mundo de sus pecados. Como María, José ha recibido su Anunciación.

11. El gozo de José de ahora es muy superior a su dolor de antes. Adelanta la boda y se lleva a María a su casa. ¡Se estremece el corazón y se conmueve al pensar en la llama de amor que arde en el corazón de José a su esposa María y a aquel Niño que ella lleva en su seno! Y, abrumado, permanece en silencio.

12. Isaías lo había profetizado: "La virgen está encinta y dará a luz un hijo, que se llamará Emmanuel=Dios con nosotros" (Is 7,14).

13 Y Pablo "fue elegido para predicar el evangelio de Dios, que por sus profetas había anunciado antes en la Escrituras Santas, acerca de su Hijo, el nacido de la estirpe de David según la carne, Jesucristo, Nuestro Señor" (Rm 1,1), a quien sea la gloria por los siglos, Amén. 

14. "Para Dios todo es posible". Porque nos lo creemos a medias, recurrimos más a nuestros esfuerzos, que a la fuerza omnipotente de Dios. Porque dudamos, le decimos a Dios, como el padre del epiléptico: "Si puedes ayudarnos, haz algo por nosotros". "Todo es posible para el que cree". Porque nuestra fe es mediocre o enfermiza, dudamos y no acudimos a Dios suficientemente y rendidamente y confiadamente. "Señor, auméntanos la fe". Podremos convertirnos. Podremos enderezar las sendas torcidas. Podremos seguir amando. Podremos seguir en la lucha. Sobre todo, podremos seguir orando, para tener la seguridad de que Dios está con nosotros.

15. "Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: "Mirad, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (que significa "Dios con nosotros". Aunque los hombres habían fracasado, Dios no ha desamparado a los hombres. Cuando envió a Moisés a persuadir al Faraón, ante el temor de Moisés, el Señor le garantiza: "Yo estaré contigo" (Ex 3,12). Desaparecido Moisés, le repetirá a Josué la promesa: "Yo estaré contigo como estuve con Moisés" (Jos 1,5). Esta promesa se va a ir ofreciendo y cumpliendo en todo el recorrido de la historia salvadora, y terminará con el momento de la Ascensión con las palabras definitivas de Jesús: "Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20).

16. Acabamos de entrar en el invierno. Los árboles están secos, las plantas parecen muertas. Pero sabemos que llegará la primavera. Cuando llegue toda la fuerza ahora escondida, romperá a cantar y aparecerán las flores, y los árboles se coronarán de verde, crecerá la hierba y las espigas comenzarán a granar. Será la aparición de un súbito impulso de vida. En el mundo del espíritu el invierno ha sido muy largo, la noche, semejante a una muerte aparente, está durando mucho. Pero es seguro que, tras la hibernación, llegará la primavera mesiánica. Tras la noche, amanecerá la aurora. Aunque tarde en llegar, no dejemos de esperarla. “El Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, por su gran misericordia, nos ha reegendrado a una esperanza viva” (1 Ped 1,3), nos impulsa a orar con todo el pueblo de Israel: "Nubes, lloved vuestro rocío. Abrete, tierra, haz germinar al Salvador". 

17. "La Virgen dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, Dios con nosotros". Con nosotros en la palabra, en los sacramentos, sobre todo en el de la Eucaristía, en los acontecimientos todos de cada día, y en todos y cada uno de nuestros hermanos, especialmente en los más pequeños y necesitados. ¡Ven, Señor, Jesús! <¡Sí, voy a llegar enseguida>. Amén. Ven, Señor Jesús (Ap 22,20).