Domingo III de Adviento, Ciclo B

La alegría de Dios

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

Sitio Web del Padre

 

1. Todo hoy son presagios de alegría: Desde la antífona de entrada : "Estad siempre alegres en el Señor" (Flp 4,4, siguiendo con el "Desbordo de gozo con el Señor" de la primera lectura, Isaías 61,1, y el estribillo del salmo "Se alegra mi espíritu" (Luc 1,46), hasta el: "Estad siempre alegres" de la segunda lectura, Tesalonicenses 5,16. Y Juan Bautista nos dará la clave de tanta alegría, en el evangelio de Juan 1,6: "Yo bautizo con agua; en medio de vosotros está uno que no conocéis". El es la causa de tanta alegría. Porque él es el portador de la liberación de todas las esclavitudes, de Israel y de la entera humanidad, el Redentor y el oferente del perdón de los pecados, y la causa principal y meritoria de la divinización de los hombres.

2. La liberación de los cautivos y encarcelados, que en el segundo Isaías se refería a los exiliados de Babilonia, adquiere un sentido nuevo de liberación de las dificultades e injusticias de la vida de después del destierro. El Señor envía al Tercer Isaías, en el siglo VI a. de C., a dar la buena noticia a Israel, a todos los que sufren, a vendar los corazones desgarrados, y levantar el ánimo de los abatidos. Cuarenta y ocho años de destierro y de cautiverio, son muchos años para el pueblo del Señor. El los ha purificado. Pero el calvario llega a su término. Ya llega la misericordia. Es la hora de proclamar el año de gracia del Señor. Y ahora, el profeta, personificando a Sión, que es Jerusalén, ques su Pueblo Santo y elegido, que somos nosotros, la Iglesia, se alegra con su Dios, porque se ve revestido con un traje de gala, y envuelto con un manto de triunfo, como un novio el día de su boda, como una novia con su traje deslumbrante de belleza y de joyas. El traje de la aamistaad de Dios, las joyas de la gracia y los Dones espléndidos del Espíritu Santo. Anuncia la libertad mesiánica de los hijos de Dios, otorgada por el Hermano primógenito, Jesús, como ha sido prometida, según la Ley a Judá, el primogénito de Jacob, que por tal, debe recibir el doble de la herencia que corresponde a sus hermanos: "Por haber sido doblada su vergüenza y haber sido su porción la ignominia y el desprecio, poseerán el doble en su país, y su alegría será eterna". Es el ciento por uno prometido por Jesús, y después la vida eterna (Mc 10,30). "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5,20).

3. Se exalta la inspiración poética del profeta: Israel es como un jardín que hace brotar sus semillas, como la tierra que echa sus brotes. Esa es ya la Iglesia. Así es cada alma que recibe el bautismo, cada hombre que confiesa sus pecados y recibe el perdón en el sacramento. Cada cristiano que recibe la Eucaristía es como un huerto que florece, como una novia vestida con su traje lindo. Cada hombre que se acerca a otro hombre de quien está distanciado, cada pobre visitado, socorrido, consolado, cada familia más unida, cada esposa más respetada, es un jardín que empieza a abrir capullos, una mimosa que apunta sus graciosas flores amarillas, un tulipán que se entreabre. Y todo por Jesucristo, el "que está en medio de nosotros, sin que nosotros lo conozcamos".

4. Hay distintas maneras de conocer a Jesús: Se le puede conocer de oídas, o de vista fugaz, o de vista permanente; se le puede conocer a fondo: íntimamente, de corazón. Esa es la cuestión. ¿Cómo conocemos a Cristo? Quizá sólo de oídas. Nos han hablado de él. Le hemos estudiado. Le conocemos por la fe. Le hemos tocado. Hemos estrechado sus manos, como el apóstol virgen. Le conocemos por experiencia, como san Juan, que sintió los latidos de su corazón. Le conocemos por el sabor. Le hemos comido. ¿Tenemos trato frecuente con él? Cuando los discípulos de Emaús se quedaron solos después de haber caminado con el Resucitado, y de haberle escuchado, de haber conversado con él, confesaron haaber experimentado que su corazón ardía mientras les hablaba.

5. Para que cure nuestras heridas, para que caliente nuestra frialdad, hay que hablar con él. Escucharle. Tratar con él. Santa Teresa dice que eso es la oración: "Tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama". Ese trato nos hará fuertes y optimistas, alegres, como quiere san Pablo: "Estad alegres". Y él mismo da la receta de la verdadera alegría: "Sed constantes en la oración". Prolonguemos un poco nuestra acción de gracias de la misa y de la comunión. No cometamos la descortesía de dejarle solo en la sala de visita. Eso no lo hacemos en casa: -Ahí tiene revistas, entreténgase, mientras nosotros nos vamos a charlar con otros amigos, o a nuestras ocupaciones. Es una descortesía que impide que el Señor abra el paquete de sus regalos. "No apaguéis el Espíritu". Está en medio de vosotros y no le conocéis.

6. "Entonces, ¿tú quién eres?" Juan 1,6. Yo no soy Elías ni el Profeta. Los hombres somos muy inclinados a adornarnos con plumas de pavo real. No seamos jactanciosos, "insolentes, altaneros, soberbios" (Rm 1,30). "Yo no soy", dice Juan. Es El. El es quien salva. ¿Entonces, tú? Yo la voz. La voz no es más que el soporte de la palabra. La voz no es nada, no dice nada. La que dice es la Palabra. La Palabra que se está encarnando en cada uno de nosotros ahora y hemos de saber oirla y reconocerla, porque ella es la que nos salva.

7. Hoy el Salmo viene sustituido por el Magnificat, porque la liberación de Israel está en la misma línea de salvación de María. El es el que ha hecho cosas grandes en María. El es el que está haciendo cosas grandes en cada hombre que tiene hambre de santidad. "A los hambrientos los colma de bienes". Pero, "a los ricos los despide vacíos" porque su brazo no se ha empequeñecido, sigue amando y colmando de luces y de vigor a cada miembro de su pueblo amado, los pobres de Yawé, que confían en el poder y en la compañía del Señor. (Luc 1,46). No confían en sus poderes y ayudas, influencias, como los ricos que confían en sus fuerzas, los prepotentes. Los que están satisfechos con la vida mediocre que llevan. Los que no tienen hambre de más justicia y más limpieza y pureza y santidad. Eellos se sienten como el paralítico de la piscina probática, sin "hombre" que les apoye y les sumerja en la piscina de las aguas de las prosperidades y de los enchufes del mundo.

8. Acudamos a María, la pobre de Yahvé, para que interceda por nosotros y ensanche nuestro vacío, como el cántaro con la boca dilatada para que la llene el agua que salta hasta la vida eterna (Jn 4,14). El que se acerca a la fuente con un botijo, de apertura pequeña, recogerá menos agua que el cántaro de boca ancha, de sed ardorosa, como la de la cierva que busca la corriente de las aguas.

. 9. Que el Espíritu que hizo fecunda a María nos purifique de todo pecado y nos llene hoy del fruto de su vientre en la Eucaristía.