Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Ciclo C

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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CARNE Y SANGRE PARA QUE EL MUNDO VIVA 

1. La Liturgia de la Palabra del Día de Corpus abre un arco desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo en cuyo trazado brilla toda la Sabiduría y Amor de Dios que anuncia enigmáticamente, profetiza gestualmente, presagia simbólicamente, realiza realmente y actualiza presencial y sacramentalmente hoy, aquí y en todos los lugares del orbe la fuente y el tesoro supremo que dará la vida al pueblo. El Génesis nos presenta a Melquisedech, Sacerdote aurora de Cristo, con su ofrenda de pan y vino. Lucas nos describe la multiplicación de los panes al caer de la tarde, presagiando el caer de la tarde del Jueves Santo en que nacerá la "fracción del pan", la Eucaristía. Pablo traduce fielmente la tradición que ha recibido, que predica y realiza, como profesa en su Carta a los Corintios. 

2. Abraham está comenzando a instalarse en Palestina, tierra prometida por Dios, dividida aún en reinos paganos y dominada por cinco o seis reyes que luchan, se alían, se separan y se vuelven a atacar. En una de sus escaramuzas, hacen prisionero a Lot, sobrino de Abram. Abram con sus aliados, sale en defensa de su sobrino y guerrea; derrota a los reyezuelos y libera a Lot. Cuando Abraham volvía de derrotar a Codorlaomor y a los reyes, sus aliados, le salió al encuentro, junto con el rey de Sodoma, Melquisedech, rey y sacerdote de Jerusalén, y le ofreció pan, vino y hospitalidad y bendijo a Abraham, en nombre del Dios altísimo, que creó el cielo y la tierra, y le ha dado la victoria sobre sus enemigos Génesis 14, 18. Además de que Melquisedech aparece como sacerdote misterioso y anterior a los sacerdotes del Levítico, lo que anuncia un sacerdocio que se instaurará en Cristo: "Sacerdote Eterno según el orden de Melquisedech"; la ofrenda del pan y del vino al término de la batalla, es también un anticipo profético de Cristo y de la eucaristía, por la cual serán bendecidos todos los hijos de Abraham por la fe. Los reyes cananeos eran sacerdotes también. Por eso Abraham le ofrece parte del botín, reservado a la divinidad. Clemente de Alejandría ve en el pan y vino un símbolo de la Eucaristía. San Cipriano considera el ofrecimiento de pan y vino un sacrificio hecho a Dios, figura del sacrificio eucarístico, y así lo rubrica el canon de la misa: "el sacrificio de Melquisedec", mientras Tertuliano afirma que la ofrenda de Melquisedech tiene por finalidad dar un refrigerio a los cansados guerreros de Abraham. 

3. El salmo 110 atribuye al Mesías un sacerdocio al modo de Melquisedec, que unía dignidad real y sacerdotal. El autor de la Carta a los Hebreos ve también en Melquisedec una figura de Cristo, por cuanto el rey de Salem, contra la costumbre de los autores sagrados de la Escritura de datar las genealogías de los grandes personajes, es presentado en la historia «sin padre, sin madre y sin genealogía». Figura del Mesías, engendrado como rocío antes de la aurora, príncipe desde su nacimiento, sentado a la derecha del Señor con sus enemigos como escabel de sus pies. 

4. La escena reviste grandeza: el Patriarca de Israel es recibido con honor y bendecido por un rey, mientras Abraham, generoso y piadoso, ofrece el diezmo del botín. El hebreo que llevaba su diezmo al templo podía recordar que el padre de su pueblo, muy cerca de la ciudad santa, había pagado un impuesto semejante (Dt 12,11). Como el botín pertenecía al vencedor, el rey de Sodoma rehúsa su parte; sólo le pide que le devuelva las personas. Abraham, con toda generosidad, contesta que le devolverá también el botín, pues no sólo no quiere enriquecerse con lo ajeno, sino que, sobre todo, no quiere que el rey de Sodoma diga que él le ha enriquecido. 

5. Pablo ha recibido una tradición: "El Señor Jesús en la noche en que iban a entregarlo tomó un pan y pronunciando la Acción de Gracias, dijo: Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros. Lo mismo hizo con la copa: Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre" 1 Corintios 11,23. Jesús no ha escogido como signos elementos de la Pascua judía: el cordero, las legumbres amargas..., sino los elementos universales y espontáneos de un banquete: Pan y vino. Ha roto la estrechura del rito mosaico y comienza con una base cósmica, pan y vino de la tierra, y antropológica, pan y del trabajo del hombre. De esta manera la eucaristía, confiada a la Iglesia, pero para todo el mundo, cobra carácter universal. "Con este sacramento alimentas y santificas a tus fieles para que una misma fe ilumine y un mismo amor congregue a todos los hombres que habitan un mismo mundo" Prefacio II. 

5. La Eucaristía es universal en la unidad. Como el pan es el conjunto en la unidad de los granos de trigo dispersos y elaborados. Y el vino, de los granos de uva dispersos y reunidos y trapichados y estrujados para conseguir la unidad, así los cristianos dispersos en una humanidad también dispersa y diversa, forman la Unidad de la Eucaristía y del cuerpo místico. En efecto, Melquisedec ofreciendo pan y vino es una profecía de Cristo instituyendo la Eucaristía. La Eucaristía nos alecciona en la forma que hemos de conseguir la unidad: Dejarse trapichar. Permitir que nos estrujen. El pan es para comer. Como la eucaristía se deja masticar, los cristianos han de dejarse estrujar y devorar: "Pannis Christi sum; dentis bestiarum molar ut pannis Christi efficiar", escribía Ignacio de Antioquía. "Pan de Cristo soy; he de ser devorado por los dientes de la bestias, para convertirme en pan de Cristo". Claro, es una metáfora. Pero día a día hay que hacerla realidad en lo ordinario y en lo monótono, en la injusticia y en la marginación. Hemos de dejar que nos devoren el tiempo, el estudio, los viajes, las críticas, las malevolencias, las envidias... Has venido a la religión para que te labren: uno te labrarán con la palabra, otros con el pensamiento, otros con las obras... (San Juan de la Cruz). 

6. El pan hay que compartirlo. "Dadles vosotros de comer" Lucas 9,11. Se hacía de noche, como en Emaús. Entregar pan a los que no tienen. Jesús no convierte las piedras en pan para distribuir el pan convertido, sino pide que pongamos a su servicio y al de la humanidad, lo poco o mucho que tengamos. Y esto, cuando se hacía de noche, como en Emaús, cuando se apaga la fe, como ahora, cuando las sombras oscurecen la luz, como hoy. En la necesidad, en la miseria humana. En la pobreza de toda criatura. Agotado y deprimido, acobardado en la lucha por el Dios de Israel, amenazado de muerte por la reina Jezabel, Elías cae abrumado y pide la muerte. El ángel le presenta una hogaza cocida sobre las piedras ardientes y le ordena: “Levántate y come que el camino es muy largo” (1Ry 19,3). Con la fuerza del pan llegó hasta el Horeb. Era el símbolo de la Eucaristía futura. 

7. “Haced esto en memoria mía”. En la última Cena, Jesús ha instituido la Eucaristía y se la ha dado en comida a sus discípulos. Pero no ha sido para ellos solos. Ahora, como en el párrafo anterior, les dice “Dadles vosotros de comer”. Recordadme y comed, que el camino es largo. Recordadme. Los hombres vivimos tanto cuanto recordamos. Tanto vivimos a Cristo cuanto le recordamos. Cuando hemos visto la Pasión de Mel Gibson, le hemos recordado, hemos actuado su memoria, pero esa memoria no nos ha traído su presencia real. La Eucaristía, sí: Es memoria y presencia. Cristo está ahí. Y nos alimenta porque es comida y bebida. Comida viva y bebida viva y fruitiva. Alimento del amor vivo; comida que da fuerza, robustece alma y cuerpo. Salud de alma y cuerpo. “Cristo va a Jerusalén para afrontar el sacrificio cruento del Viernes Santo, ha escrito Juan pablo II. Pero el día anterior, en la Última Cena, había instituido el sacramento de este sacrificio. Pronunció sobre el pan y sobre el vino las palabras de la consagración: "Esto es mi Cuerpo. Este es el cáliz de mi Sangre. Haced esto en conmemoración mía''. Sabemos que a esta palabra hay que darle un sentido fuerte, más allá del recuerdo histórico. Es el "memorial" bíblico, que hace presente el acontecimiento mismo. ¡Es memoria-presencia! Por la acción del Espíritu Santo, que el sacerdote invoca: "Santifica estos dones con la efusión de tu Espíritu de manera que sean para nosotros el Cuerpo y Sangre de Jesucristo Nuestro Señor". El sacerdote no sólo recuerda la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, sino que éstos se realicen en el altar por su ministerio, que actúa in persona Christi. Lo que Cristo ha realizado sobre el altar de la Cruz, e instituido como sacramento en el Cenáculo, el sacerdote lo renueva con la fuerza del Espíritu Santo. En este momento el sacerdote está como envuelto por el poder del Espíritu Santo y las palabras que dice adquieren la misma eficacia que las pronunciadas por Cristo en la Ultima Cena”. 

8. "Tu eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec" Salmo 109. Cúranos, Señor, al comer tu pan y que tu pan y tu sangre sigan actuando. Tú tienes palabras de vida eterna. A veces comprobamos en la práctica que la carta, el e-mail o el teléfono, transforman a una persona iracunda en el hogar, mansa a través de las ondas. Es obra de los medios virtuales o reales de comunicación a distancia, que carecen de base real, y que son motivados por razones de imagen y, en definitiva, de deseo de dejar buena impresión, apariencia de vanidad. Dice el refrán: "Bueno en plaza, y malo en casa". Cuentan de un cardenal fallecido español que tenía un fuerte carácter. Lo descargaba sobre su secretario. Este se hartó y dijo basta. -Date cuenta que me paso todo el día disimulando, tú ya me conoces, necesito explotar. "Nadie es grande para su ayuda de cámara", dice otro refrán. Los santos sí son grandes en familia. Conviene que señalemos avances pequeños en la práctica del amor y de las demás virtudes para que no se nos quede todo en teorías abstractas, que aceptamos, aprobamos, celebramos, pero no nos comprometen. Esas pequeñas virtudes, a veces, sencillos actos de urbanidad, esos actos al parecer irrelevantes de delicadeza, son los que producen sosiego, tranquilidad y felicidad personal y crean ambiente de paz familiar, social, comunitaria y eclesial de unión fecunda, apacible y agradable. La virtud es amable y se hace amar porque esparce el perfume de Cristo. Con frecuencia se queja la gente de que no es amada, olvidando que la virtud se hace de querer y conviene hacerse la reflexión personal, quiero que me amen; me lamento de que no me aman, pero, ¿amo yo a la gente? Procurar no romper la armonía. Se cuenta con la capacidad de la gente para perdonar y olvidar, pero, se tiene poco en cuenta que cuando se ha roto una cuerda, siempre se notan los remiendos. El pan de la Eucaristía y el Espíritu que viene con él producen efectos de transformación real y verdadera. Si no la consiguen el defecto no está en la comida sino en el comensal. Señor, Tú eres el Cristo, el Sacerdote eterno profetizado y esperado. Tú nos das tu carne para la vida del mundo. Aleluya. "Su carne, inmolada por nosotros, es alimento que nos fortalece; su sangre, derramada por nosotros, es bebida que nos purifica" Prefacio I. Tú puedes conseguir que comiéndolos y bebiéndolos en esta vida terrena, nos llenen ya ahora del gozo de la vida eterna.