Discurso sobre la Suma Teológica de Santo Tomas de Aquino

Como se puede conocer a Dios y hablar de El

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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Después de estudiar santo Tomás la naturaleza de Dios en sí mismo, que trasciende a todas las criaturas, viene a considerar cómo se le puede conocer y cómo se puede decir en nuestro lenguaje humano su grandeza. 

Tres son los modos de conocer a Dios, el inmediato y facial o intuitivo; el discursivo y racional; y el oscuro de la fe. El primero, la visión inmediata y directa, no impedida por obstáculos internos o externos, que se hace posible por la presencia directa ante la persona que contemplamos, sólo la gozan los bienaventurados en el cielo; el segundo o racional, es el que poseen los teólogos e incluso los filósofos antiguos con la luz de la razón; el tercero es propio de los creyentes, por la obediencia de la fe a la revelación de Dios. Por el primero y el tercero se conoce a Dios de modo sobrenatural. Por el conocimiento racional, se conoce a Dios de manera puramente natural.

Queda dicho que el conocimiento inmediato es propio de los bienaventurados, como lo afirma la Escritura: "Le veremos tal cual es" (1 Jn 3, 2). "Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco sólo en parte, entonces conoceré como soy conocido" (1 Cor 13, 12). 

Testigo el Magisterio de la Iglesia: "Los bienaventurados ven la esencia divina" (Benedicto XII). Y el Concilio de Florencia: "Contemplarán claramente al mismo Dios uno y trino, como es en sí mismo". Y esto mediante la luz de la gloria. 

Dios puede ser conocido por la razón natural: "De la grandeza y hermosura de las criaturas, por razonamiento, se llega a conocer a su Creador" (Sab 13, 6). Y la Iglesia ha dicho que "el discurso natural puede demostrar con certeza la existencia de Dios y la infinidad de sus perfecciones".

Finalmente, Dios puede ser conocido por la fe, que es la luz superior de la revelación: "Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en otros tiempos a nuestros padres por ministerio de los profetas, últimamente en nuestros días nos ha hablado por su Hijo" (Hb 1, 1). 

Dice santo Tomás que la revelación oscura de la fe es la antorcha que guía al hombre que peregrina en esta vida; la revelación clara de Dios es el sol esplendoroso que ilumina la celestial Jerusalén.

"Al defender la capacidad de la razón humana para conocer a Dios, la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios a todos los hombres y con todos los hombres. Esta convicción está en la base de su diálogo con las otras religiones, con la filosofía y las ciencias, y también con los no creyentes y los ateos. Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro lenguaje sobre Dios lo es también. No podemos nombrar a Dios sino a partir de las criaturas, y según nuestro modo humano limitado de conocer y de pensar" (CIC, 39-40). 

Como todas las criaturas poseen una cierta semejanza con Dios, las perfecciones de éstas reflejan la perfección infinita de Dios. Pero es necesario purificar nuestro lenguaje de todo lo que tiene de limitado, de expresión en imágenes, para no confundir al Dios "inefable, incomprensible, inalcanzable" (san Juan Crisóstomo), con nuestras representaciones humanas. Nuestras palabras humanas quedan siempre más acá del misterio de Dios. Al hablar así de Dios, nuestro lenguaje se expresa de modo humano, pero capta realmente a Dios mismo, aunque no pueda expresarlo en su infinita simplicidad. Pues "entre el Creador y la criatura no se puede señalar una semejanza tal que la diferencia entre ellos no sea mayor todavía" (C. Letrán IV). Nosotros no podemos captar de Dios lo que El es, sino solamente lo que no es, y el modo como los demás seres se sitúan con relación a El" (S. Tomás, Suma contra gent. 1, 30) (Ib 41-43).

Santa Teresa recibió en su vida experiencia real y personal de Dios y de sus misterios. De esto nos da testimonio en sus escritos en los que nos descubre, como puede, porque no puede decir todo lo que ha visto y ha gozado, ni nos puede llegar a hablar y decir y "encarecer" con palabras humanas, todo lo que se le ha "descubierto de Dios", que a ella la ha inflamado más y más en amor y en deseos de verle tanto más "cuanto más se le ha descubierto lo que merece ser amado este gran Bien y Señor".