San Raimundo, Abad de Fitero

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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San Raimundo "el San Bernardo español", nació en tierras del Moncayo, en Tarazona, de cuya catedral fue canónigo y después monje en el monasterio de Scala Dei, (Tarbes, Francia). En las tierras del Moncayo extendió la Orden del Císter. Se instaló en Yerga, con el monje Durando como abad y él, Raimundo, como Prior. En 1141 se trasladaron a Niencebas, en la misma comarca. San Sancho de Funes, Obispo de Calahorra, consagró la nueva iglesia, dedicada a la Virgen, y dejó a Raimundo Sierra, como abad.

Los abuelos del futuro gran Arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada, les dieron las tierras de La Serna de Cervera, los Baños de Tudején, que se acrecentarán con el trabajo de los monjes.

En 1148 su antiguo Obispo de la Iglesia de Tarazona, Miguel, según él mismo testifica: "Hago esta donación a ti Raimundo, venerable y religioso varón, hijo de nuestra Iglesia, y ahora mudado, para mejor Orden y mejor hábito, abad de Niencebas". Acudió al Capítulo General de la Orden del Císter, que fue presidido por el Papa cisterciense Eugenio III. Tanto Yerga como Niencebas, quedarán como pequeñas dependencias, de la gran abadía definitiva que pronto surgirá en el Castellón de Fitero. San Raimundo pensaba terminar su larga peregrinación en Santa María de Fitero. Pero Sancho III el Deseado había acudido a Toledo con lo más granado de su reino: condes, capitanes, caballeros, obispos, abades, cuando surgió la noticia de que los caballeros templarios iban a abandonar la fortaleza de Calatrava. Desprotegida, sería ocupada por los almohades. Toledo estaba, pues, en peligro.

¡VAMOS A LA GUERRA!

Fray Diego Velásquez, hombre de ilustre linaje, burgalés de Bureba, amado del emperador, había escuchado del rey don Sancho III, su amigo de infancia, el gran peligro que corría la plaza de Calatrava, llave estratégica de Toledo y de la cristiandad de España. Esa noche tuvo una pesadilla e impelido y forzado por un impulso divino, se levantó en sueños, y, despavorido, se fue al aposento de Raimundo y con voces alteradas, se despertó diciendo: "Santo, Padre, vamos a la guerra contra los moros". "Vamos a la guerra!". Raimundo, le despidió con amor y con blandura, diciéndole: Que la verdadera guerra del monje había de ser la quietud y soledad, hacer penitencia y llorar sus culpas y las del pueblo. Fray Diego sentía en sus venas el fuego del caballero de antaño, hoy monje. El Abad Raimundo lo había llevado consigo a Toledo, desde el monasterio de Santa María de Fitero, tierra de Castilla, para tener más fácil acceso ante el rey, que había convocado  Cortes en la ciudad imperial, al heredar de su padre Alfonso VII, el reino y la corona. Era necesario confirmar los privilegios y concesiones que Raimundo en sus años de abad había conseguido para su monasterio en tiempos del emperador.

DEFENDER LA CRISTIANDAD DE ESPAÑA

Al abandonar Calatrava los monjes del Temple, el flanco quedaba desguarnecido. El abad Raimundo, creyó que ahora le pedía el Señor este servicio, marchó a Toledo con el monje Diego Velásquez, para ofrecerse al rey, que había ofrecido la plaza de Calatrava al valiente que, audaz, aguardara allí a los musulmanes. Nadie se atrevía. Pero Diego era un héroe y su abad un santo. Se encomendaron al Señor y se ofrecieron. Los medios, Dios los daría, pues la causa era buena. Don Raimundo, abad del monasterio cisterciense de Fitero, asesorado por el monje Diego Velásquez, que había sido guerrero, aceptó el reto. Al no ofrecerse más alternativas, el rey entregó Calatrava a los monjes de Fitero. Raimundo predicó con fervor una cruzada y logró reunir hasta veinte mil hombres en las orillas del Ebro para defender y habitar aquella comarca. A los que se añadieron los que había conseguido organizar Diego Velásquez en las cercanías de Calatrava. La ciudad de Calatrava, junto al Guadiana, había sido arrebatada a los árabes por Alfonso VII en 1147. Calatrava tenía una gran importancia estratégica como baluarte avanzado de Toledo ante los moros. Mientras tanto, Diego, antiguo guerrero, organizaba la resistencia, entrenaba a los cruzados, guerreaba con los enemigos y salvaba la plaza. Ante tal multitud, los árabes huyeron hacia el sur. Los cortesanos, avergonzados, se burlaban de tan quijotesca aventura. Humanamente, tenían razón. Fue un gesto heroico, porque el abad era diestro en cantar salmos y transcribir manuscritos, pero no en empuñar las armas y guerrear. "Y lo que parecía locura, fue un éxito, como a Dios plugo".

ORDEN DE CALATRAVA

Para asegurarla el abad Raimundo realiza la gran obra. Con sus numerosas huestes, mitad monjes, mitad soldados, se organiza la Orden militar de Calatrava "leones en tiempo de guerra, corderos en tiempo de paz", de la que es proclamado Primer Gran Maestre. Al ver la buena organización y sus éxitos, el Papa Alejandro III la confirmó. La Orden de Calatrava seguiría cosechando triunfos, porque la disciplina les mantenía siempre en forma. Asegura el arzobispo Don Rodrigo Jiménez de Rada: "les prueba la constante disciplina y el culto del silencio los acompaña. Si la victoria los levanta, la postración frecuente los humilla y la vigilia los doblega. La oración los instruye y el trabajo los ejercita".

CIRUELOS

Después de cinco años de abad de Calatrava, Raimundo se retiró a la villa de Ciruelos, cerca de Ocaña. Desde Ciruelos el Santo vigilaba a los monjes caballeros y oraba por ellos en los días de combate, como al conquistar Cuenca y recobrar Alcañiz. En los días de paz les infundía aquel espíritu de fe que les haría vencedores en las luchas oscuras del claustro.

SUS VIRTUDES

Desde niño era "en las costumbres compuesto, en el hablar parco, en las palabras grave, en las acciones modesto. Con los mayores reverente, con los iguales benévolo, con los inferiores apacible. Y en suma, por aquellas pueriles disciplinas, abrió bien a prisa camino a una gran perfección, y en aquel primer bosquejo dio bien claro indicio de la belleza de la imagen que mostraría a su tiempo".

LO LLEVABA EN SUS GENES

Raimundo tal vez era hijo de alguno de los gloriosos conquistadores de Tarazona, ganada a los moros en 1120. Fue canónigo de aquella iglesia, como lo atestiguará su primer obispo, don Miguel, monje benedictino, quien en escritura de donación, decía: "Hago esta donación a ti, Raimundo, venerable y religioso varón, antiguamente hijo de Nuestra Iglesia, mas ahora mudado para mejor orden y mejor hábito, abad de Nienzabas". El trato con su obispo, monje benedictino, y la fama de santidad de la Orden del Cister, ¿influyeron en la vocación monacal de Raimundo? Su virtud, con la consecuente reputación, le traicionaba, y a pesar de su humildad, los ojos de los monjes, y los de los superiores, se clavaban en él. Por eso, cuando el abad de Scala Dei, dom Bernardo, quiso fundar en España, eligió como abad del nuevo monasterio al piadoso Durando, y como prior del mismo a Raimundo.

CAPITULO GENERAL DEL CISTER

Como abad, asistió Raimundo, con los otros abades de la Orden, al capítulo general del Cister, presidido por el Sumo Pontífice, Eugenio III, monje cisterciense, discípulo de San Bernardo en Cluny. A música suave sonaría en los oídos de Raimundo, y dulce miel gustarían sus labios, el oír y leer el gran privilegio de amparo que el Pontífice concedió al monasterio de Nienzabas: "Eugenio, obispo siervo de los Siervos de Dios, a los amados hijos Raimundo, abad de Santa María de Nienzabas, y a sus monjes, así presentes como futuros... Le recibimos debajo de la potestad del bienaventurado San Pedro y nuestra... A los quince de las Kalendas de octubre, año de la Encarnación del Señor, de mil y ciento y cuarenta y ocho, de nuestro Pontificado el tercero."

A CASTEJON

En este mismo año, y mejorando notablemente, trasladó el monasterio a Castejón, lugar más acomodado que todos los anteriores. Como abad de Santa María de Castejón, aparece en la donación que, aún en vida de su padre el emperador, Alfonso VII, hizo el futuro rey Sancho III, del castillo de Tulungen y la concesión de otras mercedes, hechas por el rey don Sancho el Sabio, de Navarra. Pero Castejón tampoco fue el sitio definitivo.

FITERO

Ignorado el lugar del nacimiento de San Raimundo, ha dado existencia y vida, renombre y gloria, a Fitero (nombre de un montículo denominado Hitero —hito o mojón— que hoy conserva su nombre Piedrahitero) donada en 1150 por don Pedro Tizón y su mujer doña Toda, de Tudela, abuelos del gran arzobispo, navarro, don Rodrigo Jiménez de Rada. Allí se fundó el monasterio de Santa María de Fitero, cuyo grandioso templo de piedra sería más tarde construido por el arzobispo don Rodrigo. De este monasterio de Santa María de Fitero, fue primer abad San Raimundo, que, con Durando, primer fundador en España, llegarán a setenta y seis, hasta fray Bartolomé Oteyza, bajo cuyo gobierno fue suprimido en 1834. Y la mayor gloria de Fitero es su abad San Raimundo. Al que dejaron perplejo las voces de su fidelísimo monje, fray Diego, en aquella noche de enero de 1158. ¡Calatrava! También quedaría inmortalizado este nombre, más que por el santo monje Raimundo, eso lo fue Fitero, por el guerrero valiente, invicto soldado, fundador de la orden militar. ¿Mitad monje, mitad soldado? ¡Monje de cuerpo entero, soldado de pelo en pecho!

SANCHO III ESCRIBIO

La santidad del abad y el recuerdo del valor guerrero de fray Diego, movieron a Sancho III a escribir lo siguiente en Almazán: "Yo, el rey Don Sancho, por la gracia de Dios, hijo del ilustre emperador de las Españas de buena memoria, por inspiración divina, hago carta de donación y texto de escritura para siempre, valedero a Dios, y a la bienaventurada Virgen María , y a la Santa Congregación del Cister, y a vos dom Raimundo, abad de Santa María de Fitero, y a todos vuestros frailes, así presentes como futuros, de la villa que se llama Calatrava, para que la tengáis y poseáis, libre y pacífica, por juro de heredad, de ahora para siempre, y la defendáis de los paganos enemigos de la Cruz de Cristo, con su favor y nuestro... Fecha la carta en Almazán en el año 1158, en el mes de enero del año en que murió el famosísimo señor don Alfonso emperador de las Españas. Yo, el rey Don Sancho, rubrico y confirmo con mi propio sello esta carta, que yo mandé escribir."

Asegurada la defensa de Calatrava, Raimundo volvió a Fitero, y con su "Dios lo quiere" enardecido, regresó a la plaza al frente de veinte mil hombres —monjes, labradores y artesanos— a Ios cuales estableció en sus nuevos dominios entre campos y aldeas, alrededor de la fortaleza, convirtiendo en posición inexpugnable, lo que hasta entonces, había sido temor y angustia insuperables.

Con esto quedó trasladada la abadía de Fitero a Calatrava, aunque no quedó la primera vacía y abandonada, ya que el abad de Scala Dei, envió monjes para continuar la vida monacal, como hasta entonces, ejemplar y edificante.

LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS

Una tradición secular afirma que el santo abad pidió y obtuvo del rey una preciosa imagen de la Santísima Virgen , que, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios, se veneraba en Toledo y a la que San Raimundo profesaba especial devoción. Enviada al monasterio de Fitero, es, desde tiempo inmemorial la patrona del pueblo con el título de la Virgen de la Barda (barda o zarza sin espinas). Así lo cree, lo reza y lo canta Fitero en su estrofa y estribillo: --En Toledo venerada

—fuiste algún tiempo Señora

—y en Fitero sois ahora

—de todos Madre aclamada.

— Pues sois imán verdadero

—que roba los corazones

—colmadnos de bendiciones

— ¡oh Patrona de Fitero!

TESTIMONIO DEL REY DON SANCHO

El rey don Sancho fue testigo de la vida de aquellos monjes-soldados, de aquellos soldados-monjes. "Hallóse en Calatrava un día que se ofreció rebato de moros. Vio la prisa y ánimo con que los monjes y caballeros salían al enemigo, y vio a los mismos, después de recogidos, en el coro a completas, las manos cruzadas, los ojos en tierra, cantando las divinas alabanzas con notable espíritu. Admirado de tal mudanza, dijo al abad: Paréceme, padre, que el son de las trompetas hace a vuestros súbditos lobos, y el de las campanas corderos. -Será, -respondió el santo abad, “porque aquéllas los llaman para resistir a los enemigos de Cristo y vuestros, y éstas para alabarle y rogar por vos."

TESTIMONIO DE DON RODRIGO DE RADA

Pero quien mejor refleja lo que era la vida de aquellos calatravos es el mismo arzobispo don Rodrigo, cuando escribía: "Su multiplicación es la corona del príncipe. Los que alaban al Señor con salmos se ciñeron espada, y orando gemían para la defensa de la patria. Su comida es tenue y ligera: su vestido la aspereza de la lana. La continua disciplina los prueba, la guarda del silencio los acompaña, el frecuente arrodillarse los humilla, la vigilia de noche los quebranta, la oración devota los enseña, y el continuo trabajo los ejercita."

Esta era la obra del santo abad, porque Raimundo era así. Podía entonar el Nunc dimittis, y exclamar con San Pablo: Cursum consummavi. Tras cinco años de abad de Calatrava, "haciendo igual guerra a los enemigos de la cruz, a los demonios cantando en el coro, y a los infieles peleando en el campo", lo encontramos en Ciruelos, donde, adornado de múltiples laureles, obtuvo en 1163 la victoria definitiva, corona de santo monje, palma de caballero militar fundador, que el justo juez colocó sobre su cabeza y puso en sus manos.

MURIO EN CIRUELOS

En Ciruelos murió el santo abad en el año 1163, y, como dice el Rey Sabio en la Crónica General "enterráronle en dicha villa y allí face Dios milagros por él". En 1471 fue trasladado al monasterio de Monte Sión de Toledo, quedando definitivamente en sepulcro rico y curioso, mandado construir en 1570 por el abad de Fitero, venerable fray Marcos de Villalba. En él se lee esta inscripción: "Aquí yace el bienaventurado fray Raimundo, monje de esta orden, primer abad de Fitero, por quien Dios ha hecho muchos milagros; el cual, de licencia del rey Sancho el Deseado, defendió a Calatrava de los moros, e instituyó en ella la orden militar de Calatrava. Murió el año mil ciento sesenta y tres: se trasladó aquí, el año mil quinientos noventa". Hoy día, y desde el siglo pasado con motivo de la exclaustración, las reliquias del santo abad de Fitero se encuentran en la catedral de Toledo, encerradas en preciosa urna, sobre la que campea victoriosa la cruz de Calatrava. La fiesta de San Raimundo se celebra el 15 de marzo.

SUS RELIQUIAS

Sus reliquias sufrieron una larga peregrinación, lo que era frecuente entonces por las guerras y porque todos querían tenerlas. Desde Ciruelos pasaron al monasterio de Montesión de Toledo. Más tarde fueron veneradas en Fitero. Finalmente quedaron en la catedral de Toledo, encerradas en preciosa urna, sobre la que campea victoriosa la Cruz de Calatrava. Y es venerado a ambos lados del Pirineo; en Fitero y Pamplona, la Bureba y Rioja, Bujeta y Tarazona, Tarragona y Barcelona, y en Saint-Gaudens Toulouse, Bayona y Tarbes.

PARADIGMA DE LA VIDA DEL CRISTIANO

Nuestra vida es lucha, combate y pelea. Nuestra alma tiene tres grandes enemigos. También ella constituye para nosotros el gran castillo interior, la Calatrava de nuestro espíritu. Hay que defenderla sin tregua ni cuartel. Se nos dice que debemos ser mitad monjes, mitad soldados. Pero, en este combate espiritual, donde la oración es el arma principal y donde la cooperación a la gracia debe ser generosa, mejor será imitar a San Raimundo, modelo para todas las épocas, siendo como él: "Monjes de cuerpo entero, soldados de pelo en pecho".