Santos Cosme y Damián

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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MARTIROLOGIO ROMANO

Leemos en el martirologio Romano: "En Egea, ciudad del Asia Menor, los dos santos hermanos Cosme y Damián, que en la persecución de Diocleciano sufrieron diversos tormentos, pues como hubiesen sido cargados de cadenas, arrojados a la cárcel, pasados por el agua y por el fuego, crucificados y por fin asaeteados, sin experimentar daño alguno gracias al auxilio divino, acabaron siendo decapitados hacia el año 300".

Las lecciones del oficio de lectura dicen además que "eran médicos muy distinguidos, que tanto como por sus conocimientos en medicina curaban con la virtud de Cristo, aun aquellas enfermedades que se consideraban incurables".

¿Fueron médicos en el sentido profesional o fueron más bien médicos sobrenaturales en virtud de las sanaciones milagrosas debidas a su intercesión después de muertos?

Esto parece más probable y contribuyó eficazmente a la asombrosa propagación de su culto. Ya San Gregorio de Tours, en su libro De gloria martyrium, escribe:

"Los dos hermanos gemelos Cosme y Damián, médicos de profesión, después que se hicieron cristianos, espantaban las enfermedades por el solo mérito de sus virtudes y la intervención de sus oraciones... Coronados tras diversos martirios, se juntaron en el cielo y hacen numerosos milagros. Porque, si algún enfermo acude lleno de fe a orar sobre su tumba, al momento obtiene curación. Muchos refieren también que estos Santos se aparecen en sueños a los enfermos indicándoles lo que deben hacer, y luego que lo ejecutan, se encuentran curados".

MARTIRIZADOS

A pesar de las referencias del martirologio y el breviario, parece más seguro que ambos hermanos fueron martirizados y están enterrados en Cyro, ciudad de Siria no lejos de Alepo. Teodoreto, obispo de Cyro en el siglo V, hace alusión a la suntuosa basílica que a ambos Santos les habían dedicado allí. Desde la primera mitad del siglo V existían dos iglesias en honor suyo en Constantinopla, y otras dos en tiempos de Justiniano. También este emperador les edificó otra en Panfilia. En Capadocia, en Matalasca, San Sabas († 531) transformó en basílica de San Cosme y San Damián la casa de sus padres. En Jerusalén y en Mesopotamia también se les dedicaron templos. En Edesa eran patronos de un hospital levantado en 457, y se decía que los dos Santos estaban enterrados en dos iglesias diferentes de esta ciudad monacal.

EN EGIPTO

El calendario de Oxyrhyrico del 535 anota que San Cosme posee templo propio. La devoción copta veró fervientemente a ambos Santos.

En San Jorge de Tesalónica aparecen en un mosaico con el calificativo de mártires y médicos. En Bizona, en Escitia, se halla también una iglesia que les levantó el diácono Estéfano.

Pero el más célebre de los santuarios orientales era el de Egea, en Cilicia, donde nació la leyenda llamada "árabe", relatada en dos pasiones, que es la que recogen nuestros actuales libros litúrgicos.

Estos Santos, que a lo largo del siglo V y VI habían conquistado el Oriente, penetraron también en Occidente. Ya hemos referido el testimonio de San Gregorio de Tours. Tenemos testimonios de su culto en Cagliari (Cerdeña), promovido por San Fulgencio, fugitivo de los bárbaros. En Ravena hay mosaicos suyos del siglo VI y VII.

LA IGLESIA VISIGOTICA

El oracional visigótico de Verona los incluye en el calendario de santos que celebraba la Iglesia de España.

Mas donde gozaron de una popularidad excepcional fue en la propia Roma , ldonde se les dedicaron diez iglesias. El papa Símaco (498-514) les consagró un oratorio en el Esquilino, que posteriormente se convirtió en abadía. San Félix IV, hacía el año 527, transformó para uso eclesiástico dos célebres edificios antiguos, la basílica de Rómulo y el templum sacrum Urbis, con el archivo civil anejo, situados en la vía Sacra , en el Foro, dedicándoselo a los dos médicos anárgiros.

Tan magnífico desarrollo alcanzó su culto, por influjo de los bizantinos, que, además de esta fecha del 27 de septiembre, se les asignó por obra del papa Gregorio II la estación coincidente con el jueves de la tercera semana de Cuaresma, que congregaba una numerosa asistencia de fieles, que imploraban la salud de alma y cuerpo. El texto de la misa cuaresmal se refiere preferentemente a dichos Santos, que son mencionados en la colecta, secreta y poscomunión, jugándose en los textos litúrgicos con la palabra salud en el introito y ofertorio y la lectura evangélica narra la curación de la suegra de San Pedro y otras muchas curaciones milagrosas del Señor en Cafarnaúm. Esta escena de compasión era como un reflejo de la que se repetía en Roma, en el santuario de los anárgiros, con los prodigios que realizaban entre los enfermos que se encomendaban a ellos.

El texto de la misa, cuyas oraciones son del sacramentario Gelasiano, debió de ser el empleado en la dedicación de la iglesia de los taumaturgos, como lo abona la lectura de Jeremías, en que se reprende la actitud de los judíos, que sólo veían en su templo de Jerusalén una gloria nacional, sin percibir que la presencia divina se hace más cercana para aquellos que cumplen los mandamientos y practican la caridad con el prójimo. La misa actual acentúa el poder milagroso de los dos hermanos, pues la lectura del evangelio nos presenta a Cristo rodeado de las turbas, "que querían tocarle, porque salía de Él una virtud que curaba a todos". 

UNA DE LAS IGLESIAS MAS HERMOSAS DE ROMA

A pesar de la restauración un tanto "bárbara" que llevó a cabo el papa Barberini, Urbano VIII, en 1631, la iglesia de San Cosme y San Damián en el Foro es una de las más hermosas de Roma. En la actualidad es título cardenalicio. En el ábside, un antiguo mosaico de fondo oscuro con nubes rojas nos presenta a Cristo "con unos ojos grandes, que miran a todas, partes", como dice el epitafio de Abercio, llenando con su presencia toda la sala de la asamblea. A uno y otro lado están los hermanos médicos, escuchando las súplicas de sus devotos.

QUE PERMANEZCA SU FE

Deseamos que no se apague la fe, pues la mano del Señor "no se ha contraído". Y si San Cosme y San Damián continúan siendo patronos de médicos y farmacéuticos, bien podemos seguir invocándoles con la oración de la antigua liturgia hispana: "¡Oh Dios, nuestro médico y remediador eterno, que hiciste a Cosme y Damián inquebrantables en su fe, invencibles en su heroísmo, para llevar salud por sus heridas a las dolencias humanas, haz que por ellos sea curada nuestra enfermedad, y que por ellos también la curación sea sin recaída".