San Juan Bautista

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

Sitio Web del Padre

 

 

LA HISTORIA SEGÚN LOS EVANGELIOS

El aire de Jerusalén, y el de toda Judea, estaba encendido de esperanza. Herodes envejecía en su palacio de Jericó. Las almas se agitaban inquietas, y en todas partes se esperaba el cumplimiento de las profecías. De repente, en el templo resuena la voz de un ángel. El sacerdote Zacarías, de la familia de Abías, vivía en Ain-Karem, cerca de Hebrón, en las montañas de Judea, con su esposa Isabel, los dos ya mayores, que han pasado la vida soñando un hijo. Pero Isabel era estéril y ya infértil. Zacarías, sacerdote, oficiaba en el templo. Cuando iba a quemar el incienso ante el altar, resplandeciente de oro y de lámparas ardientes, esperaba con el incienso en las manos, a que sonara la trompeta. Cuando sonó, vació el incienso de la caja de oro y le sorprendió una aparición misteriosa. 

EN EL SENO DE SUS MADRES LOS NIÑOS SON PERSONAS

Dos Niños no nacidos, que ríen, cantan, santifican y son santificados en el seno de sus madres. El niño saltó de alegría y de gozo cuando sintió la presencia del Salvador en el seno de María. El júbilo del niño inspiró a Guido d`Arezzo a dar el nombre de las notas musicales según la primera sílaba de los siete versos de la primera estrofa del himno compuesto por él para la fiesta de San Juan: “Ut (cambiado por Do) queant laxis – Resonare fibris - Mira gestorum - Famuli tuorum - Solve polluti - Labii reatum, - Sancte Joannes”. “Para que tus maravillosas obras puedan ser cantadas – por los labios manchados – limpia sus manchas – San Juan”. ¡Horror!, que la alegría de Juan dando brincos en el seno de su madre ante la presencia de otro Niño seis meses más pequeño, se convierta en dolor, lágrimas y cánticos fúnebres en millones de niños muertos en el seno materno, hoy mismo! 

NACIMIENTO DE JUAN

Isabel dio a luz a un niño, que fue circuncidado con el nombre de Juan, que significa "Yahvé se ha compadecido". Zacarías volvió a hablar, y “bendijo al Señor Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo con una fuerza de salvación, como lo habían anunciado los profetas; por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos visitará el sol que nace de lo alto”. Los vecinos y parientes desbordaban de alegría, porque el Señor había manifestado su misericordia, y en las montañas de Judea, resonaba el interrogante: "¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él". Palabras que eran el eco del Salmo 138, “Pones tu mano sobre mí. Tú has formado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. ¡Te doy gracias por tamaño prodigio y me maravillo con tus maravillas!”. Y las de Isaías: “Estaba yo en el vientre y el Señor me llamó en las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mí una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba”. Desvanecidos los rumores, ya no se volvió a hablar del sacerdote de Ain-Karem, ni de Isabel, ni del niño. Cuando se desató la persecución de Herodes contra los niños menores de dos años, el pequeño tenía un año y medio. Dice una tradición, que Isabel huyó a las montañas más escondidas donde vivió cuarenta días en una cueva, y Zacarías fue asesinado por no querer descubrir el sitio a los sicarios de Herodes. 

LA VOCACION Y LOS MODOS DIFERENTES DE CUMPLIRLA

"El niño iba creciendo y su carácter se afianzaba; vivió el desierto hasta que se presentó a Israel". Se preparó para cumplir su misión. Nosotros tantas veces comenzamos nuestra misión profética sin haber crecido… Un director espiritual de seminario mostraba su extrañeza por lo pronto que se desinflaban los nuevos sacerdotes recién ordenados. No advertía que se cosecha lo que se siembra. Ambiente competitivo de estudio, ansia de salir cuanto antes al mundo sin la preparación adecuada. Prisa por la exigencia de cubrir los puestos canónicos. En resumen, soldados sin instrucción, no digo teórica, sino de transformación personal. Escaso adiestramiento en las virtudes de humildad profunda, de caridad verdadera, de castidad luminosa y sin represión, de desprendimiento de la vanidad, y todo lo que se supone y que no se tiene, no presagian otra cosa que lo que ocurre que, por decirlo con brevedad, no es sino enviar a ejercer la cirugía a internos que nunca practicaron. Urge la preparación personal sin prisas si se busca el progreso del evangelio. 

LOS QUE VAN EN PERFECCION

En cambio los que van en perfección. Tienen sus cosas en nada. No están satisfechos de sí mismos. Tienen a todos por mejores y los cobran santa emulación. Preocupados de amar a Dios no miran si los otros hacen o no hacen. Ven a todos mejores que ellos. Como se tienen en poco también quieren que los demás los tengan en poco y que los deshagan y desestimen sus cosas. Y si los alaban no lo ven merecido. Desean que se les enseñe. Prontos a caminar por otro camino si se le mandan. Se alegran de que alaben a los otros. No tienen ganas de decir sus cosas. En cambio tienen gana de decir sus faltas y pecados y no sus virtudes y así se inclinan mas a tratar su alma con quien en menos tiene sus cosas y su espíritu. Nosotros vemos y comprobamos la eficacia de un potente motor de coche, de un ordenador, o cualquier otro aparato mecánico, aunque no conozcamos su mecanismo; el poder de un discurso pronunciado por una inteligencia penetrante; la persuasión de una persona elocuente; la pintura de una figura creada por un artista total, Rafael, Boticelli, Giotto, El Greco, Velázquez, Zurbarán…; la maravilla permanente de Wagner, Beethoven…; pero carecemos de antena para detectar el misterio de la gracia y de la operación de Dios a través de un hombre santo. No lo distinguimos. Es misterioso, pero existe. Y de él depende la extensión mayor o menor del Reino de Dios. Extensión que no es algo abstracto sino muy concreto y apreciable en nuestra acción o en nuestro silencio: una palabra ungida que pega fortaleza; un párrafo leído que hace pensar y decidir; una actitud silenciosa que pacifica. El reino va creciendo así como la semilla enterrada, como el grano que se pudre en el surco y germina lentamente pero inevitablemente; como el rocío que vivifica y alegra el despertar de la mañana. ¡Qué hermosura de misión la que nos ha encargado Jesús y fecunda con su Espíritu Santo! 

JUAN SE PREPARA Y EVANGELIZA 

Según las investigaciones modernas, Juan vivió con los esenios, una secta del desierto de Judá, que ya practicaban el bautismo con agua, por eso Juan lo administró como símbolo de la purificación del espíritu. Empezó a resonar la voz en el desierto, en el valle de Jericó junto al Jordán. Alto, maduro, quemado el cuerpo por el sol del desierto, abrasada el alma por el deseo del Reino, relampagueantes sus ojos penetrantes, flotando al aire sus cabellos hirsutos, cubriendo el rostro su espesa barba. 

Gritaba palabras encendidas, llenas de esperanzas y de anatemas, de consuelos y de terrores. Su ademán avasallador impresionante, su austeridad evidente, y su mirada taladrante ejercían una fuerza magnética. Ante aquella voz, Israel se conmueve, renace una aurora de salvación, se aviva la fe en El Señor Salvador, y las gentes llegan a escuchar sus palabras. Y comienza a cumplir su misión de precursor. Anuncia el cumplimiento de las profecías y predice la próxima venida de Cristo. Es un formidable predicador. Los israelitas piadosos empiezan a ver en él esperanza, y los doctores del Templo discuten acerca de sus anuncios misteriosos. Aturdidos por aquella palabra de fuego, sus oyentes le preguntaban: "¿Qué debemos hacer para salvarnos?". "Que el que tiene dos túnicas dé una a quien anda desnudo, y que el que tiene pan lo reparta con el que tiene hambre” Lc 3,10. Bill Gates, con su 10 billones de fortuna, quedaría impresionado al lado de los niños hambrientos y moribundos, devorados por las moscas y por las cucarachas en el tercer mundo, y en los suburbios del cuarto. Y con él, todos los magnates del mundo, epulones despiadados, empeñados en catalogarse entre los más ricos del cementerio, que se adjudican la parte leonina de la tarta, aunque Lázaro se muera esperando las migajas de sus despilfarros. 

PREDICA CON AUTORIDAD

Con los fariseos, llegan los publicanos, los soldados y las prostitutas: "No exijáis más de lo justo". "No sigáis las concupiscencias de la carne". "No calumniéis; contentaos con vuestra paga". Un día aparece entre la multitud un joven que llega de las montañas de Galilea. Juan le mira y se turba: es El. El Salvador presentido y anunciado, el Esposo que iluminaba su alma en el desierto; el beldador que lanza al viento el trigo y la paja, para congregar la mies escogida; el amigo deseado, en quien pensaba cuando decía al pueblo: "Yo os bautizo en agua, pero en medio de vosotros hay uno más poderoso que yo; El os bautizará en Espíritu Santo y fuego". Juan ha presentido su venida. Es pariente suyo, pero no le conoce; no le conoce, pero en el fondo de su ser ha oído una voz: “Aquél sobre cuya cabeza vieras descender al Espíritu Santo, es el Deseado de las naciones.” Y al ver ahora cómo se acerca en la cola de los pecadores a la orilla, se siente humillado, y sobrecogido de admiración le dice con ternura transfigurada, con el corazón estremecido de amor -: "Soy yo quien debe ser bautizado por ti". El Galileo insiste; inclina su cabeza, porque hay que cumplir toda justicia; el agua resbala sobre el cuerpo virginal de Cristo, la mano del Bautista toca su frente, se abre el cielo, baja el Espíritu y resuena la voz del Padre: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias". Al arrodillarse delante de Juan, Jesús le califica: "Entre los nacidos de mujer, no ha nacido otro más grande que Juan el Bautista".

NECESARIO PARA LA SOCIEDAD ACTUAL PAGANIZADA

Todo cristiano tiene obligación de dar testimonio de su fe y de difundirla por todo el mundo por exigencia del bautismo que nos incorpora a Cristo resucitado. Deber que comporta una alegría profunda por participar en el proyecto de Dios en la historia. La Iglesia lo ha recordado en el Decreto del Vaticano II “Apostolicam actuositatem”, en la Exhortación Apostólica de Juan Pablo II “Christifideles laici”, en el documento de la Conferencia Episcopal Española “Los cristianos laicos. Iglesia en el mundo” y la Carta apostólica de Juan Pablo II “Novo millennio Ineunte.

La difusión del mensaje cristiano se enfrenta a la oposición de un ambiente indiferente y hostil. Aunque las raíces de la Modernidad son cristianas, la evolución de la cultura contemporánea se ha alejado de los principios cristianos. Hay en España un intento de “descristianización” de la sociedad, que se percibe en algunas actitudes del actual Gobierno hacia la Iglesia Católica y en una legislación que pretende oponerse a las creencias morales vigentes en nuestra sociedad y que arrollan principios jurídicos básicos de nuestra tradición legal, en materia de matrimonio, familia o respeto a la vida. Los católicos españoles se sienten agredidos por el Gobierno en sus convicciones más íntimas y profundas. 

La presencia de la religión entre los jóvenes, es decreciente y alarmante. Buscan deliberadamente la exclusión del sentido religioso y de la presencia de Dios en la vida pública. Lo religioso debe quedar para la vida privada, y la manifestación de fe se considera facha, ignorancia, o dogmatismo. Hay que retroceder hasta la cultura paleocristiana en el ambiente pagano para encontrar una situación semejante en la historia europea. La verdad se caricaturiza y falsea. Se pretende imponer unos valores falsos. Y con el señuelo de la autenticidad, la autonomía personal y la libertad, se niega la objetividad de la verdad y del bien. Se impone el individualismo egoísta, el materialismo, el relativismo moral, el cientificismo y el utilitarismo. Se destruyen los fundamentos de la justicia, la libertad, la dignidad, la fraternidad y la solidaridad, y se lamento la pérdida de los valores cuyos pilares se quebrantan. 

Sólo queda la satisfacción de las inclinaciones subjetivas y pasajeras. La idea de una moral personal, más allá de las convicciones mayoritarias o dominantes, o la de la existencia de deberes del hombre para consigo mismo, resulta casi ininteligible o es recibida con sonrisas desdeñosas. Es una cultura ajena al cristianismo y a toda forma de espiritualidad y aún de verdadera cultura superior. El hecho cristiano apenas ocupa lugar en la realidad política y cultural, tanto en la mayoría de los medios de comunicación, como en su influencia en la legislación y en las instituciones. Entre la fe cristiana y la cultura dominante hay un abismo. El reto para los cristianos consiste en la evangelización del ambiente social y en contribuir a propagar no sólo la moral sino una forma religiosa de vida. Pero hay que ser consciente de que no puede convertir a los demás quien no se ha convertido en su raíz personal, cumpliendo la esencia del ser cristiano que es aceptar la verdad, que es Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Cristo no anunció un mero mensaje moral ni menos un programa de reforma política y social, sino un mensaje de salvación, de Vida Eterna, por el cumplimiento del mandato del amor. La fe en Cristo y su mensaje de salvación entraña una nueva cultura y una nueva forma de vida. 

Juan Pablo II describió las consecuencias culturales y sociales del rechazo de la Encarnación: “Cuando se excluye o se niega a Cristo se reduce nuestra visión del sentido de la existencia humana, la esperanza da paso a la desesperación y la alegría a la depresión... Se produce también una profunda desconfianza en la razón y en la capacidad humana de captar la verdad, e incluso se pone en tela de juicio el concepto mismo de verdad... Ya no se aprecia ni se ama la vida; por eso avanza una cierta cultura de la muerte con sus amargos frutos, el aborto y la eutanasia. No se valora ni se ama correctamente el cuerpo y la sexualidad humana; ni siquiera se valora la creación misma, y el fantasma del egoísmo destructor se percibe en el abuso y en la explotación del medio ambiente” (Juan Pablo II Mensaje al Capítulo General de la Orden de Predicadores. Julio 2001). El problema consiste en cómo comunicar la fe en Dios en un mundo que se aleja de Dios.

No hay otra forma de enseñar una forma de vida que por el ejemplo. La educación, y la evangelización es una forma de educación, no es posible sin la ejemplaridad. No puede extrañar que se produzcan erosiones en la difusión del mensaje evangélico como consecuencia de la falta de coherencia y ejemplaridad de quienes lo difunden y enseñan. Una cosa es la verdad de la fe y otra la coherencia de las personas. No es posible la evangelización sin la coherencia entre fe y vida de quienes la emprenden. Los cristianos tenemos una seria responsabilidad en este proceso de alejamiento de Dios. 

JUAN BAUTISTA ES EL LAZO CON EL NUEVO TESTAMENTO

Juan Bautista, Profeta al estilo de los del Antiguo Testamento, lazo de unión entre el Antiguo y el Nuevo, con el espíritu de Elías y la palabra de fuego de Pablo. Con el mismo valor que el uno y el otro será mártir de su deber y pregonero del reino; y rodará su cabeza, y su cuerpo disminuirá, para que Aquél a quien ha bautizado, crezca al ser elevado en la cruz, y morirá sin haber visto el triunfo del reino que anuncia: "A El le toca crecer; a mí menguar". 

Después de su primer encuentro con Jesús, le vio otra vez caminando por la orilla del Jordán. Su cuerpo se estremeció con un amor apasionado, sus ojos se llenaron de compasión y de ternura, y dijo a sus discípulos: "Este es el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo". Discierne bien, él valeroso, pero apasionado, Jesús Cordero lleno de mansedumbre. Dos hermanas de la misma Congregación con caracteres opuestos siempre en conflicto. Acuden a la Superiora. Acusan : -La más áspera: Es que no se le puede decir nada. Parece de papel de seda. La Superiora, acertada: Y usted, papel de lija. Llegó una embajada del Sanedrín de Jerusalén. Se dice que es el Profeta anunciado por Moisés; se murmura que es Elías: Y le preguntan: "¿Eres Elías? - No. ¿Eres el Profeta? -No -¿Eres el Cristo? -No". Esa es la grandeza de su carácter. No es nada. Es la voz que clama en el desierto. La voz recibe la consistencia de la palabra. Sin Palabra , la voz no dice nada. Y, sin embargo, Jesús le llamará profeta, el mayor de los profetas, un nuevo Elías por su espíritu y por su virtud. A sus ojos, no es nada; indigno de desatar su sandalia. 

LA VOZ DEL ESPOSO

Y explica el sentido de su misión, en la imagen del Esposo utilizada por los profetas Oseas, Jeremías, Isaías, y por el Cantar de los Cantares. Jesús será, lo que ha sido Yahvé para el pueblo escogido. Juan sólo es el amigo; pero la gloria de Aquel en quien ha puesto su amor, le hace plenamente feliz: "El amigo ve a su amigo y se goza al oír la voz del Esposo, y por esto mi alegría es perfecta". Es así como Juan, el asceta austero en vestidos y en comida, nos descubre el más tierno y dulce de los atributos de Cristo, el de Esposo. Pero, para recibir al Esposo, hay que vestirse con el traje de boda y por eso proclama la conversión. El prepara el camino del Señor y exige a los hombres que cambien el rumbo de sus vidas, que acepten el misterio de Dios que se acerca, que den frutos dignos de penitencia, pues el Esposo no puede desposarse con los hombres sin la metanoia. Ese es el carisma de Juan, y la necesidad de su mensaje, que la Iglesia ha conservado y perpetuado. Juan empezó asceta y terminó místico. Esto no se hace sin la gracia. La gracia que nos llega por el sacramento de la eucaristía, porque "cuantas veces se renueva sobre al altar el sacrificio de la cruz, en que nuestra Pascua, Cristo, ha sido inmolada, se efectúa la obra de nuestra redención" (LG 3). Juan Bautista, el "tejido en el seno materno por el Señor y Creador, y escogido portentosamente" Salmo 138; "el que saltó de alegría en el vientre de su madre al llegar el Salvador de los hombres", "el mártir que entregó su cabeza por la Verdad”.

LOS EVANGELIOS

Son su fuente principal, con sus modalidades características. Lucas narra las circunstancias del nacimiento del Precursor, de su ministerio y de su muerte. Mateo dice lo que Lucas sobre el ministerio público de Juan, pero nada del comienzo de su vida. Marcos no nos dice nada nuevo. Juan da el testimonio de Juan tras el bautismo de Jesús. Algunos pasajes de loa Hechos, 13, 24; 19, 1-6 le citan indirectamente. Sólo el profano Josefo relata en su Antigüedades Judías (XVIII, V, 2); su juicio, sobre la popularidad de Juan. En cambio los evangelios apócrifos, u ofrecen escasa información, es o copiada de los Evangelios canónicos, o es un conjunto de divagaciones sin fundamento.

EL NIÑO CRECIA

Dice Lucas del niño Juan que "el niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel" (1, 80). Una vieja tradición a la que hace eco Paulo el Diácono, en el himno "Ut queant laxis", compuesto en honor del santo, da una respuesta apenas más definida que la declaración del Evangelio : "Antra deserti teneris sub annis... petiit.." San Pedro de Alejandría creía que Juan fue dejado en el desierto para escapar de la ira de Herodes , quien, por miedo de perder su reino quiso matar al Precursor, como al Salvador recién nacido e hizo matar a Zacarías entre el templo y el altar, porque profetizó la venida del Mesías (Baronio, "Annal Apparat.", n.53). Estas son leyendas calificadas por San Jerónimo como "apocryphorum somnia".

DESPUES DE 30 AÑOS

Tras un periodo de treinta años, Juan vivió en el desierto como un anacoreta; ahora va a entregar su mensaje al mundo. "En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César... fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán , predicando" (Luc 3, 1), vestido no con los suaves ropajes de cortesano (Mat 11, 8; Luc 7, 24), sino de "piel de camello con un cinturón de cuero a sus lomos"; y "su comida" "eran langostas y miel silvestre" (Mat 3, 4; Mc 1, 6); toda su figura, lejos de sugerir la idea de una caña sacudida por el viento (Mat 11, 7; Luc, 7, 24), manifestaba una constancia imperturbable. Algunos decían: "Tiene un demonio" (Mat 11, 18) Sin embargo, "Jerusalén, toda Judea, y toda la región del Jordán " (Mat 3, 5), atraídos por su fuerte y atractiva personalidad, acudía a él; la austeridad de su vida aumentaba el peso de sus palabras; para la gente sencilla , era un profeta (Mt 11, 9;cf. Luc, 1, 76,77). "Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca" (Mat 3, 2). Llegaban hombres de todas las condiciones. Fariseos y saduceos a los que Juan descubrió su hipocresía y fustigó su orgullo: "Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente ? Dad, pues, dignos frutos de conversión, y no andéis diciendo en vuestro interior: Tenemos por padre a Abraham; pues os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham. Y ya está el hacha puesta en la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego" (Mat 3, 7; Luc 3, 7). Estaba claro que algo había que hacer. Los hombres de buena voluntad entre los que escuchaban preguntaban: "¿Qué debemos hacer?" "Y él les respondía: El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo" (Lc 3, 11). A los publicanos les ordenó no exigir más que lo que estaba fijado por la ley (Luc, 3, 13). A los soldados les recomendó que no hicieran violencia, ni denunciaran falsamente a nadie, y que se contentaran con su paga. (Lc 3, 14). Les advirtió contra la confianza en sus privilegios nacionales, no aprobó los dogmas de ninguna secta, predicó la fidelidad y honradez en el cumplimiento de los deberes propios, y la humilde confesión de los propios pecados.

El aire de Jerusalén, y el de toda Judea, estaba encendido de esperanza. Herodes envejecía en su palacio de Jericó. Las almas se agitaban inquietas, y en todas partes se esperaba el cumplimiento de las profecías. De repente, en el templo resuena la voz de un ángel. El sacerdote Zacarías, de la familia de Abías, vivía en Ain-Karem, cerca de Hebrón, en las montañas de Judea, con su esposa Isabel, los dos ya mayores, que han pasado la vida soñando un hijo. Pero Isabel era estéril y ya infértil. Zacarías, sacerdote, oficiaba en el templo. Cuando iba a quemar el incienso ante el altar, resplandeciente de oro y de lámparas ardientes, esperaba con el incienso en las manos, a que sonara la trompeta. Cuando sonó, vació el incienso de la caja de oro y le sorprendió una aparición misteriosa. 

SOBRESALTO DE ZACARIAS

Los fieles expectantes le vieron con el rostro desencajado. Había oído al ángel: "No temas, Zacarías, que tu oración ha sido escuchada; tu mujer, Isabel, te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Será grande a los ojos del Señor, y se llenará de Espíritu Santo ya en el seno de su madre". Era una noticia demasiado grande y demasiado hermosa y venturosa: "¿Cómo conoceré esto?". El ángel le dijo: "Yo soy Gabriel, uno de los espíritus que asisten delante de Dios. Pues, mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto se cumpla” (Lc 1,13). Y Zacarías quedó mudo por su falta de fe: "por no haber creído estas palabras, que se cumplirán a su tiempo". El no creer no impide que se cumpla el mensaje, pero el que no cree, se queda sin el gozo de la promesa creída y esperada. 

EN EL SENO DE SUS MADRES LOS NIÑOS SON PERSONAS

Dos Niños no nacidos, que ríen, cantan, santifican y son santificados en el seno de sus madres. El niño saltó de alegría y de gozo cuando sintió la presencia del Salvador en el seno de María. El júbilo del niño inspiró a Guido d`Arezzo a dar el nombre de las notas musicales según la primera sílaba de los siete versos de la primera estrofa del himno compuesto por él para la fiesta de San Juan: “Ut (cambiado por Do) queant laxis – Resonare fibris - Mira gestorum - Famuli tuorum - Solve polluti - Labii reatum, - Sancte Joannes”. “Para que tus maravillosas obras puedan ser cantadas – por los labios manchados – limpia sus manchas – San Juan”. ¡Horror!, que la alegría de Juan dando brincos en el seno de su madre ante la presencia de otro Niño seis meses más pequeño, se convierta en dolor, lágrimas y cánticos fúnebres en millones de niños muertos en el seno materno, hoy mismo! 

LA VOCACION Y LOS MODOS DIFERENTES DE CUMPLIRLA

"El niño iba creciendo y su carácter se afianzaba; vivió el desierto hasta que se presentó a Israel". Se preparó para cumplir su misión. Nosotros tantas veces comenzamos nuestra misión profética sin haber crecido… Un director espiritual de seminario mostraba su extrañeza por lo pronto que se desinflaban los nuevos sacerdotes recién ordenados. No advertía que se cosecha lo que se siembra. Ambiente competitivo de estudio, ansia de salir cuanto antes al mundo sin la preparación adecuada. Prisa por la exigencia de cubrir los puestos canónicos. En resumen, soldados sin instrucción, no digo teórica, sino de transformación personal. Escaso adiestramiento en las virtudes de humildad profunda, de caridad verdadera, de castidad luminosa y sin represión, de desprendimiento de la vanidad, y todo lo que se supone y que no se tiene, no presagian otra cosa que lo que ocurre que, por decirlo con brevedad, no es sino enviar a ejercer la cirugía a internos que nunca practicaron. Urge la preparación personal sin prisas si se busca el progreso del evangelio. 

NO SE PUEDE EVANGELIZAR SIN ESTAR EVANGELIZADO

Ni sacerdotes ni laicos podemos salir a evangelizar con nuestro espíritu a medio cocer, y quiera Dios que a ello llegue nuestro estado y no nos encontremos en grados inferiores. Porque podemos hacer ruido pero no dar al Señor. Y encima, perder el mérito junto con el fruto. Ya recibieron su paga. Cataloga San Juan de la Cruz los defectos de los principiantes. Los novicios parecen santos... y no lo son… Los padres jóvenes, ni lo parecen ni lo son (dice un refrán citado por el teólogo Garrigou Lagrange). Y añade San Juan de la Cruz: Tienen soberbia oculta: El demonio les aumenta el deseo de hacer cosas porque sabe que no les sirven de nada, sino que se convierten en vicio. Tienen satisfacción de sus obras y de si mismos. Hablan cosas espirituales delante de otros. Las enseñan y no las aprenden. Cuando les enseñan algo se hacen los enterados. Condenan en su corazón cuando no ven a los otros devotos como ellos querrían y lo dicen como el fariseo, despreciando al publicano. Quisieran ser ellos solos tenidos por buenos. Y condenan y murmuran mirando la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el suyo. Cuando sus confesores y superiores no les aprueban el espíritu dicen que no son comprendidos. Buscan quien les apruebe porque desean alabanza y estima. Huyen como de la muerte de los que les deshace sus planes para ponerlos en camino más seguro, y les toman manía. 

Por su presunción: hacen muchas promesas y cumplen pocas. Desean que los demás comprendan su espíritu y para esto hacen muestras de movimientos, gestos, suspiros y otras ceremonias. Se complacen en que se enteren de esto y tienen verdadera codicia de que se sepa. Llenos de envidias e inquietudes. Disimulan sus pecados en el confesionario. Tienen en poco sus faltas. Se entristecen por ellos, pensando que ya habían de ser santos. Se enfadan consigo mismos con impaciencia, con deseos de que Dios les quite sus pecados no por Dios, sino para estar tranquilos. Con lo que se harían más soberbios y presuntuosos. Son enemigos de alabar a los demás, y muy amigos de que los alaben a ellos, buscando óleo por defuera... 

LOS QUE VAN EN PERFECCION

En cambio los que van en perfección. Tienen sus cosas en nada. No están satisfechos de sí mismos. Tienen a todos por mejores y los cobran santa emulación. Preocupados de amar a Dios no miran si los otros hacen o no hacen. Ven a todos mejores que ellos. Como se tienen en poco también quieren que los demás los tengan en poco y que los deshagan y desestimen sus cosas. Y si los alaban no lo ven merecido. Desean que se les enseñe. Prontos a caminar por otro camino si se le mandan. Se alegran de que alaben a los otros. No tienen ganas de decir sus cosas. En cambio tienen gana de decir sus faltas y pecados y no sus virtudes y así se inclinan mas a tratar su alma con quien en menos tiene sus cosas y su espíritu. Nosotros vemos y comprobamos la eficacia de un potente motor de coche, de un ordenador, o cualquier otro aparato mecánico, aunque no conozcamos su mecanismo; el poder de un discurso pronunciado por una inteligencia penetrante; la persuasión de una persona elocuente; la pintura de una figura creada por un artista total, Rafael, Boticelli, Giotto, El Greco, Velázquez, Zurbarán…; la maravilla permanente de Wagner, Beethoven…; pero carecemos de antena para detectar el misterio de la gracia y de la operación de Dios a través de un hombre santo. No lo distinguimos. Es misterioso, pero existe. Y de él depende la extensión mayor o menor del Reino de Dios. Extensión que no es algo abstracto sino muy concreto y apreciable en nuestra acción o en nuestro silencio: una palabra ungida que pega fortaleza; un párrafo leído que hace pensar y decidir; una actitud silenciosa que pacifica. El reino va creciendo así como la semilla enterrada, como el grano que se pudre en el surco y germina lentamente pero inevitablemente; como el rocío que vivifica y alegra el despertar de la mañana. ¡Qué hermosura de misión la que nos ha encargado Jesús y fecunda con su Espíritu Santo! 

PREDICA CON AUTORIDAD

Con los fariseos, llegan los publicanos, los soldados y las prostitutas: "No exijáis más de lo justo". "No sigáis las concupiscencias de la carne". "No calumniéis; contentaos con vuestra paga". Un día aparece entre la multitud un joven que llega de las montañas de Galilea. Juan le mira y se turba: es El. El Salvador presentido y anunciado, el Esposo que iluminaba su alma en el desierto; el beldador que lanza al viento el trigo y la paja, para congregar la mies escogida; el amigo deseado, en quien pensaba cuando decía al pueblo: "Yo os bautizo en agua, pero en medio de vosotros hay uno más poderoso que yo; El os bautizará en Espíritu Santo y fuego". Juan ha presentido su venida. Es pariente suyo, pero no le conoce; no le conoce, pero en el fondo de su ser ha oído una voz: “Aquél sobre cuya cabeza vieras descender al Espíritu Santo, es el Deseado de las naciones.” Y al ver ahora cómo se acerca en la cola de los pecadores a la orilla, se siente humillado, y sobrecogido de admiración le dice con ternura transfigurada, con el corazón estremecido de amor -: "Soy yo quien debe ser bautizado por ti". El Galileo insiste; inclina su cabeza, porque hay que cumplir toda justicia; el agua resbala sobre el cuerpo virginal de Cristo, la mano del Bautista toca su frente, se abre el cielo, baja el Espíritu y resuena la voz del Padre: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias". Al arrodillarse delante de Juan, Jesús le califica: "Entre los nacidos de mujer, no ha nacido otro más grande que Juan el Bautista".

NECESARIO PARA LA SOCIEDAD ACTUAL PAGANIZADA

Todo cristiano tiene obligación de dar testimonio de su fe y de difundirla por todo el mundo por exigencia del bautismo que nos incorpora a Cristo resucitado. Deber que comporta una alegría profunda por participar en el proyecto de Dios en la historia. La Iglesia lo ha recordado en el Decreto del Vaticano II “Apostolicam actuositatem”, en la Exhortación Apostólica de Juan Pablo II “Christifideles laici”, en el documento de la Conferencia Episcopal Española “Los cristianos laicos. Iglesia en el mundo” y la Carta apostólica de Juan Pablo II “Novo millennio Ineunte.

La difusión del mensaje cristiano se enfrenta a la oposición de un ambiente indiferente y hostil. Aunque las raíces de la Modernidad son cristianas, la evolución de la cultura contemporánea se ha alejado de los principios cristianos. Hay en España un intento de “descristianización” de la sociedad, que se percibe en algunas actitudes del actual Gobierno hacia la Iglesia Católica y en una legislación que pretende oponerse a las creencias morales vigentes en nuestra sociedad y que arrollan principios jurídicos básicos de nuestra tradición legal, en materia de matrimonio, familia o respeto a la vida. Los católicos españoles se sienten agredidos por el Gobierno en sus convicciones más íntimas y profundas. 

La presencia de la religión entre los jóvenes, es decreciente y alarmante. Buscan deliberadamente la exclusión del sentido religioso y de la presencia de Dios en la vida pública. Lo religioso debe quedar para la vida privada, y la manifestación de fe se considera facha, ignorancia, o dogmatismo. Hay que retroceder hasta la cultura paleocristiana en el ambiente pagano para encontrar una situación semejante en la historia europea. La verdad se caricaturiza y falsea. Se pretende imponer unos valores falsos. Y con el señuelo de la autenticidad, la autonomía personal y la libertad, se niega la objetividad de la verdad y del bien. Se impone el individualismo egoísta, el materialismo, el relativismo moral, el cientificismo y el utilitarismo. Se destruyen los fundamentos de la justicia, la libertad, la dignidad, la fraternidad y la solidaridad, y se lamento la pérdida de los valores cuyos pilares se quebrantan. 

Sólo queda la satisfacción de las inclinaciones subjetivas y pasajeras. La idea de una moral personal, más allá de las convicciones mayoritarias o dominantes, o la de la existencia de deberes del hombre para consigo mismo, resulta casi ininteligible o es recibida con sonrisas desdeñosas. Es una cultura ajena al cristianismo y a toda forma de espiritualidad y aún de verdadera cultura superior. El hecho cristiano apenas ocupa lugar en la realidad política y cultural, tanto en la mayoría de los medios de comunicación, como en su influencia en la legislación y en las instituciones. Entre la fe cristiana y la cultura dominante hay un abismo. El reto para los cristianos consiste en la evangelización del ambiente social y en contribuir a propagar no sólo la moral sino una forma religiosa de vida. Pero hay que ser consciente de que no puede convertir a los demás quien no se ha convertido en su raíz personal, cumpliendo la esencia del ser cristiano que es aceptar la verdad, que es Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Cristo no anunció un mero mensaje moral ni menos un programa de reforma política y social, sino un mensaje de salvación, de Vida Eterna, por el cumplimiento del mandato del amor. La fe en Cristo y su mensaje de salvación entraña una nueva cultura y una nueva forma de vida. 

Juan Pablo II describió las consecuencias culturales y sociales del rechazo de la Encarnación: “Cuando se excluye o se niega a Cristo se reduce nuestra visión del sentido de la existencia humana, la esperanza da paso a la desesperación y la alegría a la depresión... Se produce también una profunda desconfianza en la razón y en la capacidad humana de captar la verdad, e incluso se pone en tela de juicio el concepto mismo de verdad... Ya no se aprecia ni se ama la vida; por eso avanza una cierta cultura de la muerte con sus amargos frutos, el aborto y la eutanasia. No se valora ni se ama correctamente el cuerpo y la sexualidad humana; ni siquiera se valora la creación misma, y el fantasma del egoísmo destructor se percibe en el abuso y en la explotación del medio ambiente” (Juan Pablo II Mensaje al Capítulo General de la Orden de Predicadores. Julio 2001). El problema consiste en cómo comunicar la fe en Dios en un mundo que se aleja de Dios.

No hay otra forma de enseñar una forma de vida que por el ejemplo. La educación, y la evangelización es una forma de educación, no es posible sin la ejemplaridad. No puede extrañar que se produzcan erosiones en la difusión del mensaje evangélico como consecuencia de la falta de coherencia y ejemplaridad de quienes lo difunden y enseñan. Una cosa es la verdad de la fe y otra la coherencia de las personas. No es posible la evangelización sin la coherencia entre fe y vida de quienes la emprenden. Los cristianos tenemos una seria responsabilidad en este proceso de alejamiento de Dios. 

JUAN BAUTISTA ES EL LAZO CON EL NUEVO TESTAMENTO

Juan Bautista, Profeta al estilo de los del Antiguo Testamento, lazo de unión entre el Antiguo y el Nuevo, con el espíritu de Elías y la palabra de fuego de Pablo. Con el mismo valor que el uno y el otro será mártir de su deber y pregonero del reino; y rodará su cabeza, y su cuerpo disminuirá, para que Aquél a quien ha bautizado, crezca al ser elevado en la cruz, y morirá sin haber visto el triunfo del reino que anuncia: "A El le toca crecer; a mí menguar". 

Después de su primer encuentro con Jesús, le vio otra vez caminando por la orilla del Jordán. Su cuerpo se estremeció con un amor apasionado, sus ojos se llenaron de compasión y de ternura, y dijo a sus discípulos: "Este es el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo". Discierne bien, él valeroso, pero apasionado, Jesús Cordero lleno de mansedumbre. Dos hermanas de la misma Congregación con caracteres opuestos siempre en conflicto. Acuden a la Superiora. Acusan : -La más áspera: Es que no se le puede decir nada. Parece de papel de seda. La Superiora, acertada: Y usted, papel de lija. Llegó una embajada del Sanedrín de Jerusalén. Se dice que es el Profeta anunciado por Moisés; se murmura que es Elías: Y le preguntan: "¿Eres Elías? - No. ¿Eres el Profeta? -No -¿Eres el Cristo? -No". Esa es la grandeza de su carácter. No es nada. Es la voz que clama en el desierto. La voz recibe la consistencia de la palabra. Sin Palabra , la voz no dice nada. Y, sin embargo, Jesús le llamará profeta, el mayor de los profetas, un nuevo Elías por su espíritu y por su virtud. A sus ojos, no es nada; indigno de desatar su sandalia. 

LA VOZ DEL ESPOSO

Y explica el sentido de su misión, en la imagen del Esposo utilizada por los profetas Oseas, Jeremías, Isaías, y por el Cantar de los Cantares. Jesús será, lo que ha sido Yahvé para el pueblo escogido. Juan sólo es el amigo; pero la gloria de Aquel en quien ha puesto su amor, le hace plenamente feliz: "El amigo ve a su amigo y se goza al oír la voz del Esposo, y por esto mi alegría es perfecta". Es así como Juan, el asceta austero en vestidos y en comida, nos descubre el más tierno y dulce de los atributos de Cristo, el de Esposo. Pero, para recibir al Esposo, hay que vestirse con el traje de boda y por eso proclama la conversión. El prepara el camino del Señor y exige a los hombres que cambien el rumbo de sus vidas, que acepten el misterio de Dios que se acerca, que den frutos dignos de penitencia, pues el Esposo no puede desposarse con los hombres sin la metanoia. Ese es el carisma de Juan, y la necesidad de su mensaje, que la Iglesia ha conservado y perpetuado. Juan empezó asceta y terminó místico. Esto no se hace sin la gracia. La gracia que nos llega por el sacramento de la eucaristía, porque "cuantas veces se renueva sobre al altar el sacrificio de la cruz, en que nuestra Pascua, Cristo, ha sido inmolada, se efectúa la obra de nuestra redención" (LG 3). Juan Bautista, el "tejido en el seno materno por el Señor y Creador, y escogido portentosamente" Salmo 138; "el que saltó de alegría en el vientre de su madre al llegar el Salvador de los hombres", "el mártir que entregó su cabeza por la Verdad”.

JUAN BAUTIZA

Juan los bautizaba en el Jordán, "diciendo que el bautismo era bueno, no tanto para liberar de ciertos pecados [Sto. Tomás, "Summ. Theol.·, III, A.XXXVIII, a. 2 y 3] como para purificar el cuerpo, estando ya el alma limpia de sus corrupciones por la justicia" (Josefo, "Antig.", XVIII, V, VII). Por eso fue apodado "el Bautista" incluso por Cristo, Mt 11,11; por sus propios discípulos, Luc 7, 20; por Herodes, Mat 14, 2; por Herodías, Mt 14, ). Aun así su derecho a bautizar fue cuestionado por algunos (Jn 1, 25); los fariseos y letrados rehusaron someterse a esta ceremonia, porque el bautismo, sólo estaba relacionado con el Mesías (Ez 36, 25; Zac 13, 1, etc.), Elías, y el profeta del que se habla en el Dt 18, 15. La réplica de Juan fue que él había sido "enviado a bautizar con agua" (Jn 1, 33); a esto, el Salvador aportó su testimonio, cuando, declaró que el bautismo de Juan era del cielo (Mc 11, 30). Mientras bautizaba, Juan, para que la gente no pudiera creer "si no sería él el Cristo" (Lc 3, 15), no dejó de insistir: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará en el Espíritu Santo y en el Fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga" (Lc 3, 15,17). Juan quería decir con su bautismo "de fuego", definió claramente su relación con el que había de venir.

EN EL JORDAN

El escenario del ministerio del Precursor era el valle del Jordán (Luc 3, 3), el desierto (Mc 1, 4). En Betania (Jn 1, 28) "al otro lado del Jordán" (Jn 1, 28).. Jesús vino de Galilea al Jordán a ser bautizado por él. Puede preguntarse, "el que no cometió pecado" (I Ped, 2, 22) buscaría "el bautismo de conversión para el perdón de los pecados" de Juan (Luc 3, 3). Los Padres de la Iglesia responden que ésta fue la ocasión prevista por el Padre en que Jesús iba a manifestarse ante el mundo como Hijo de Dios; además, al someterse a él, Jesús sancionaba el bautismo de Juan. "Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?" (Mat 3, 14). Estas palabras, que implican que Juan conocía a Jesús, están en aparente contradicción con una ulterior declaración de Juan registrada en el Cuarto Evangelio: "Yo no le conocía" (Jn 1, 33). La mayor parte de los intérpretes toman esto como que el Precursor tenía alguna intuición de que Jesús fuera el Mesías: indican ésta como la razón por la que Juan al principio rehusó bautizarlo; pero la manifestación celestial , unos momentos después, cambió esta intuición en conocimiento perfecto: "Respondióle Jesús: Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos...Y una voz que venía de los cielos dijo: Este es mi hijo muy amado, en quien me complazco" (Mt 3, 15).

¿POR QUÉ BAUTIZAS?

Tras su bautismo, mientras Jesús estaba predicando por las ciudades de Galilea, yendo a Judea sólo para las fiestas, Juan continuó su ministerio en el valle del Jordán. "Los judíos enviaron sacerdotes y levitas a preguntarle: ¿Quién eres tú? Él confesó, y no negó; confesó: Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: ¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías? Él dijo: No lo soy ¿Eres tú el profeta? Respondió: No. Entonces le dijeron: ¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo? Dijo él: Yo soy la voz que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías" (Jn 1, 19-23). Juan negó ser el profeta Elías, a quien los judíos estaban esperando (Mt 17, 10; Mc 9, 10). Ni lo admitió Jesús, aunque sus palabras a sus discípulos parecen a primera vista señalar ese camino, "Ciertamente Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo, que Elías ha venido ya" (Mt 17, 11; Mc 9, 11). Mateo señala que "los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista" (Mt 17, 13). Esto era lo mismo que decir, "Elías no va a venir en forma humana." Pero al hablar a la multitud, Jesús explicó que llamaba a Juan Elías en sentido figurado: "Si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga" (Mt 11, 14). Esto había sido anticipado por el ángel cuando, al anunciar a Zacarías el nacimiento de Juan, predijo que el niño precedería al Señor "con el espíritu y el poder de Elías" (Lc 1, 17). "Al siguiente día vio a Jesús venir hacia él y dijo: He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: Viene un hombre detrás de mí, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo...pero he venido a bautizar con agua para que él sea manifestado a Israel...Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y doy testimonio de que este es el Hijo de Dios" (Juan 1, 20).

Entre los muchos oyentes que rodeaban a San Juan, algunos, más conmovidos por su doctrina, permanecieron con él, formando un grupo de discípulos. A estos exhortaba a ayunar (Mc 2, 18), a estos enseñaba formas especiales de oración (Lc 5, 33; 11, 1).Eran según la literatura pseudo-clementina , unos treinta (Hom. ii, 23). Entre ellos estaba Andrés de Betsaida de Galilea (Jn,1, 44). Un día, cuando Jesús pasaba a lo lejos, Juan le señaló y repitió: "He ahí el Cordero de Dios". Entonces Andrés, con otro discípulo de Juan, al oír esto, siguieron a Jesús (Jn 1, 36). El relato de la vocación de Andrés y Simón difiere materialmente del que encontramos en Mateo, Marcos y Lucas; aunque puede percibirse que Lucas, en particular, narra de tal manera el encuentro de los dos hermanos con el Salvador, que podemos deducir que ya lo conocían. Ahora bien, puesto que el Cuarto Evangelio no dice que Andrés y su compañero dejaran en el acto sus ocupaciones para dedicarse exclusivamente al Evangelio o a su preparación, no hay discordancia absoluta entre la narración de los tres primeros Evangelios y el de San Juan.

El Precursor aparece de nuevo en escena, y aún está predicando y bautizando a orillas del Jordán (Jn 3, 23). Jesús había reunido a su alrededor un séquito de discípulos, y vino "a Judea; y allí se estaba con ellos y bautizaba" (Jn 3) - "aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus discípulos" (Jn 4, 2) - "Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca del valor de ambos bautismos. Los discípulos de Juan fueron a él: "Rabbí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, aquel de quien diste testimonio, está bautizando y todos se van con él" (Jn 3, 26). Indudablemente querían decir que Jesús debería ceder ante Juan que le había recomendado, y que, al bautizar, estaba usurpando los derechos de Juan. "Juan respondió: Nadie puede arrogarse nada si no se le ha dado del cielo. Vosotros mismos sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él. El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud. Es preciso que él crezca y que yo disminuya. El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos: da testimonio de lo que ha visto y oído" (Jn 3, 27).

HERODES ANTIPAS

Perea y Galilea formaban la tetrarquía de Herodes Antipas. Este, hijo de Herodes el Grande, se había casado, por razones políticas, con la hija de Aretas , rey de los nabateos. Pero durante una visita a Roma, se enamoró de su sobrina Herodías, esposa de su hermanastro Filipo (hijo de Mariamne la joven), y la indujo a venirse a Galilea. Juan se atrevió a reprochar al tetrarca su adulterio público. Herodes, influido por Herodías, "envió a prender a Juan y le encadenó en prisión". Josefo nos cuenta que,"Como se apiñaban alrededor de Juan grandes multitudes, Herodes sintió miedo de que abusara de su autoridad moral sobre ellas para incitarlas a la rebelión, lo que harían si se lo mandaba; por tanto para evitar posibles sucesos, quitó de en medio al peligroso predicador... y lo encarceló en Maqueronte" ("Antig.", XVIII, v, 2). Herodías alimentaba un amargo odio contra Juan. "Herodías le aborrecía y quería quitarle la vida" (Mc 6,19). Aunque Herodes al principio compartía su deseo, "temía a la gente porque le tenían por profeta" (Mt 14, 5). Después de un tiempo este resentimiento de Herodes parece haberse reducido, pues, según Mc 6, 19,20, escuchaba a Juan con gusto e hizo muchas cosas a sugerencia de él. 

Juan, en su prisión, era asistido por sus discípulos, que le mantenían en contacto con los acontecimientos. Así se enteró de las maravillas efectuadas por Jesús. La fe de Juan no vacilaba lo más mínimo. Algunos de sus discípulos, sin embargo, no estaban convencidos por sus palabras de que Jesús era el Mesías. Por consiguiente, los envió a Jesús, mandándoles decir: "Juan el Bautista nos ha enviado para que te digamos: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro? (Y en aquel momento curó a muchos [del pueblo] de sus enfermedades y dolencias y malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos.) Y les respondió: Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva ; ¡y dichoso aquel que no se escandalice de mí!" (Lc 7,20; Mt 11, 3-6).

¿UNA CAÑA AGITADA POR EL VIENTO?

Dijo Jesús: " ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?" -"¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre vestido con ropas elegantes? Los que visten magníficamente y viven con molicie están en los palacios. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os lo aseguro, y más que un profeta. Este es de quien está escrito: He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, el cual te preparará por delante el camino. Os digo: Entre los nacidos de mujer no hay ninguno más grande que Juan el Bautista" (Lc 7, 24-28). Y a continuación, Jesús señaló la inconsistencia del mundo en sus opiniones tanto sobre él como sobre su precursor: "Ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: Tiene un demonio. Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: Ahí tenéis a un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores. Y la sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos" (Lc 7, 33-35).

EL BAILE DE SALOME

San Juan languideció durante algún tiempo en Maqueronte, pero la ira de Herodías , a diferencia de la de Herodes , nunca disminuyó: aguardaba su oportunidad. Esta llegó en la fiesta de cumpleaños que Herodes, según la moda romana , dio a los "magnates, a los tribunos, y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, Josefo da su nombre: Salomé, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey dijo entonces a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré...Salió la muchacha y preguntó a su madre: ¿Qué voy a pedir? Y ella le contestó: La cabeza de Juan el Bautista. Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan... y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre" (Mc 6, 21-28). Así ocurrió que la muerte del más grande "entre los nacidos de mujer" fue el premio otorgado a una bailarina, el peaje exigido por un juramento imprudente, criminalmente mantenido dice San Agustín. Incluso los judíos se conmovieron por una ejecución tan injustificable, y atribuyeron a la venganza divina la derrota sufrida después por Herodes a manos de Aretas, su legítimo suegro (Josefo, loc. cit). Los discípulos de Juan, al enterarse de su muerte, "vinieron a recoger el cuerpo y le dieron sepultura" (Mc 6, 29), "luego fueron a informar a Jesús" (Mt 14, 12).

ECOS DE SU VOZ

La duradera impresión dejada por el Precursor sobre los que estuvieron bajo su influencia no se puede ilustrar mejor que mencionando el temor que sobrecogió a Herodes cuando oyó las maravillas obradas por Jesús, quien, en su opinión, no era sino Juan el Bautista vuelto a la vida (Mt 14, 1,2,etc.). La influencia del Precursor no murió con él. Fue de largo alcance, además, como sabemos por He18, 25; 19, 3, donde encontramos que prosélitos en Éfeso habían recibido de Apolo y otros el bautismo de Juan. Además los primeros autores cristianos hablan de una secta que tomaba su nombre de Juan y se atenía sólo a su bautismo. El lugar de su sepultura ha sido fijado por una antigua tradición en Sebaste (Samaria). Pero si hay algo de verdad en la afirmación de Josefo , de que Juan fue ejecutado en Maqueronte, es difícil comprender por qué fue enterrado tan lejos de la fortaleza herodiana. Aun así, es perfectamente posible que, en una fecha posterior, sus sagrados restos fueran llevados a Sebaste. En cualquier caso, hacia mediados del Siglo IV, su tumba era venerada allí, como sabemos por el testimonio de Rufino y Teodoreto. Estos autores añaden que el santuario fue profanado en tiempos de Juliano el Apóstata en el año 362, siendo parcialmente quemados los huesos. Una parte de las reliquias rescatadas fueron llevadas a Jerusalén, luego a Alejandría; y fueron depositadas en la magnífica basílica dedicada al Precursor en el sitio del templo de Serapis. La tumba de Sebaste continuó siendo visitada por peregrinos, y San Jerónimo aporta testimonio de los milagros allí obrados. Algunas de las reliquias fueron devueltas a Sebaste. Lo que sucedió con la cabeza del Precursor es difícil de determinar. Nicéforo (I, IX) y Metarastes dicen que Herodías la enterró en la fortaleza de Maqueronte; otros insisten en que fue enterrada en el palacio de Herodes en Jerusalén; allí fue encontrada durante el reinado de Constantino, y de allí secretamente llevada a Emesa, en Fenicia, dónde se ocultó, hasta que se manifestó por revelación en el año 453. 

“TÚ CIÑETE LOS LOMOS, PONTE EN PIE Y DILES LO QUE YO TE MANDO” (JEREMÍAS 1,17)

La semejanza de Juan Bautista con Jeremías es muy clara. Por eso la liturgia lee hoy al profeta. Jeremías, como Juan, elegido en el seno materno antes de nacer: “Antes de formarte en el vientre te escogí, antes de salir del seno materno te consagré y te nombré profeta” le ha dicho claramente el Señor. También Juan fue elegido y anunciado a su padre Zacarías como profeta: “Y tú, niño, serás profeta del Altísimo”, decimos cada día en el Benedictus, refiriéndonos a Juan.

El profeta no lo es porque predice acontecimientos futuros, que a veces también, sino porque sean futuros o presentes los dice en nombre de otro, de Dios. Porque se trata de hablar, Jeremías objeta que no sabe hablar. Pero Dios le dice que hablará por él, que estará con él, que pondrá las palabras suyas en su boca. ¿Cómo, sino, podrá hacer frente a tantos enemigos que le van a odiar a muerte?

Es lo mismo que le va a ocurrir a Juan Bautista frente a los poderosos de este mundo, a quienes tiene que decir lo que Dios le manda, sin tenerles miedo. “El que dice las verdades, pierde las amistades”. Por miedo a perder las amistades, y los puestos, se callan muchas verdades, sobre todo cuando afectan esas verdades a los que tienen el poder de postergarte, de enviarte al ostracismo, de dejar que se pudra ahí en ese ambiente hostil el que tuvo la osadía, la valentía, de decir lo que era necesario para el bien de la comunidad, de la sociedad. En la democracia es esencial la libertad de expresar la opinión propia, pero ¿dónde existe esa verdadera democracia? El poder tiene el poder de acallar ese derecho fundamental. ¿Quién se atreve a decirle al rey que está desnudo? Sólo un loco o un libre, totalmente libre. Y a Juan Bautista le costó la cabeza. Anunciaba a Cristo, de quien era precursor, que también pagaría con su muerte la libertad de anunciar la Verdad-El era la Verdad-que era Hijo de Dios. Pero antes de decir esta suprema verdad, había pronunciado ante los poderosos de Israel, todos aquellos “piropos” con que les descalificaba y les condenaba y por los que aceleraban la hora de su cruz.