Predicación Sagrada

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

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Para que el predicador pueda dar testimonio de Cristo, que es la misión que Jesús asignó a los Apóstoles,"et vos testimonium perhibebitis"...(Joan.15,27) debe poseer ciencia de aquello que ha de ser objeto de su testimonio, debe, por lo tanto, conocer a Cristo en sus misterios y en su mensaje, con un conocimiento vivo y experiencial, cual el que afirmaba Jesús de sí mismo: "Amen, amen dico tibi, quia quod scimus loquimur, et quod vidimus testamur... (Joan. 3,1l). "Et ego quae audivi ab eo haec loquor in mundo" (Joan. 8,26). Sed sicut docuit Me Pater haec loquor" (Joan. 8, 28). "Ego quod vidi apud Patrem meum loquor" (Joan. 8, 38).Pero este conocimiento supone una efusión no vulgar de Dones del Espíritu Santo, en particular de los que radican en la inteligencia, que son el Don de Entendimiento, cuyo objeto es penetrar, profundizar en el don de la fe, el Don de Sabiduría, por el que se juzga rectamente de las cosas divinas; el Don de Ciencia, por el que se juzga rectamente de las cosas creadas; y el Don de Consejo por el que se aplica el recto juicio a las cosas singulares. No menos se necesita el Don de Fortaleza para hacerse indiferente a los criterios humanos. La escasez de este Don hacia exclamar a Sta. Teresa: "Hasta los predicadores van ordenando sus sermones para no descontentar. Buena intención tendrán y la obra lo será, mas así se enmiendan pocos. Mas, ¿cómo no son muchos los que por los sermones dejan los vicios públicos? ¿Sabe que me parece? Porque tienen mucho seso los que los predican. No están sin él, con el gran fuego del amor de Dios como lo estaban los Apóstoles, y así calienta poco esta llama. No digo yo sea tanta como ellos tenían, mas querría fuese más de lo que veo. ¿Sabe vuestra merced en qué debe ir mucho? En tener ya aborrecida la vida y en poca estima la honra; que no se les daba más, a trueque de decir una verdad y sustentarla para gloria de Dios, perderlo todo que ganarlo todo, que, a quien de veras lo tiene todo arriscado por Dios, igualmente lleva lo uno que lo otro". (Libro de la vida, c. XVI, 7). Para alcanzar la abundancia de estos Dones y constante crecimiento de los mismos se requiere una vida de oración bien orientada, pues el Padre dará su Espíritu bueno a los que se lo pidan. Y el que más pida más recibirá.

Sólo la predicaci6n del sacerdote que hace oraci6n es fructuosa. Y lo es en el grado en que se entrega a la oración."Bonus orator sit bonus orator", dijo S. Agustín.

La predicación tiene como fin engendrar la vida de Dios en las mas, pero esta vida es creación exclusiva de Dios, y sólo El puede darla y no los artificios humanos. Y El la da a los que se la piden. Luego la oración y el sacrificio del predicador son "conditio sine qua non" del fruto de la misma. 

Decía el P. Lejeune a unos jóvenes predicadores del Oratorio: "El primer consejo que os doy para predicar bien es orar bien a Dios. El segundo es orar bien a Dio s; el tercero, el cuarto, el décimo, es orar bien a Dios". Claro está que la oración bien hecha conducirá a una vida de sacrificio y abnegación, y hasta al amor al sacrificio y a la cruz.

Escribe el P. Lallemand: "Se mata uno a fuerza de estudiar para hacer bien los sermones, y sin embargo, apenas hace fruto. ¿De dónde proviene esto? De que la predicación es una empresa sobrenatural, lo mismo que la salvación de las almas, que es el fin que se pretende, y es menester que el instrumento sea proporcionado al fin. Ahora bien, no es la ciencia, ni la elocuencia ni los otros talentos humanos lo que nos convierte en instrumentos aptos para procurar la salvación de las almas, sino la santidad de vida y la unión con Dios. La mayor parte de los predicadores tienen bastante ciencia, pero no suficiente devoción ni santidad (Cit. por el P. Plus en "Predicación real e irreal", pag.17)

La esterilidad de la predicación hy que achacarla a falta de vida interior, consiguientemente a falta de celo, que busca decir las cosas más necesarias para la salvación y santificación de las almas, y decirlas de la manera que el pueblo entienda mejor. Cuando no hay vida interior ni celo falta la humildad para partir el pan a los pequeñuelos "parvuli petierunt panem et non erat qui frangeret eis", es decir a falta de hacer una predicación humilde y popular, que supone desprendimiento y pobreza de espíritu. Falla también entonces el sacrificio y entrega que supone la preparación de una predicación densa y nutritiva, basada en la meditación de la Sagrada Escritura. 

No sé si, en general, existe esta conciencia del abuso. Creo que no. Y la causa de esto será la falta de visión que sitúa a la predicación en el segundo lugar para hacer hijos de Dios: “Nos vero orationi et ministerio verbi instantes erimus", dijeron los apóstoles. La falta de celo que fuerza al Párroco a que no se pierda el tiempo precioso en su Parroquia y en vez de evangelizar, azotar el aire con palabras bonitas, manidas, sosas y desangeladas y el dinero, pues esa manera de azotar el aire suele costar cara. ¿Remedio eficaz? Uno por lo que afecta a la persona del propio predicador: vivir la vida interior en la medida en que desee ser eficaz. Esta vida interior bien orientada engendrará las virtudes necesarias para predicar como se debe. Otro por lo que afecta a predicadores extraordinarios que son llamados a las Parroquias. No llamar a los que no ofrezcan las consiguientes garantías. Si todos los resposables de la predicación sintiendo nuestra responsabilidad, utilizáramos este método de criba, pronto terminaría el abuso del ropaje retórico... palabras rebuscadas... frases rimbombantes... períodos oratorios... estilo alambicado... Este deber es, a veces, penoso de cumplir, y expuesto a que le llamen a uno, cuando lo cumple, poco diplomático.

Se predica mucho de communi. La predicación es monótona... se aburren los fieles... y hasta las ovejas. Falta naturalidad en el predicador que declama, no habla.

El porte de algunos predicadores transparenta el sentimiento de responsabilidad en el desempeño del ministerio de la palabra. El de otros, por desgracia, no.

Sinarcas, 27 de mayo de 1955.