Sometidas a una nueva forma de esclavitud.

Autor: Jesús Domingo Martínez 

 

Con motivo de la jornada mundial para la erradicación de la violencia contra las mujeres, la Conferencia Episcopal Española, a través de sus Comisiones de Pastoral Social y Migraciones, junto a Caritas, Confer y Justicia y Paz, hicieron público un informe escalofriante. Con el título “Trata de personas con fines de explotación sexual”, las cuatro instituciones citadas certifican que más de 21 millones de personas, de las cuales casi quince millones son mujeres, viven sometidas a esta nueva forma de esclavitud.

Estas cifras adquieren un significado especial. Y ello es así porque la crisis económica mundial convierte a la población más vulnerable, mujeres y niños, en las víctimas más directamente afectadas por la explotación sexual. Los índices de prostitución aumentan de manera considerable en el interior de los países más desarrollados y sus víctimas son mujeres inmigrantes que, sometidas a condiciones de violencia, son incapaces de vivir en libertad. Estos datos, sumados al incremento de las migraciones y al fenómeno de la globalización, obligan a tomarse en serio una nueva forma de esclavitud que debe ser combatida jurídica y políticamente.

Desgraciadamente, los movimientos oficiales nos hablan de violencia de género, de ideología de género, de efectos del machismo, pero nos niegan estas cifras y no ofrecen salidas honrosas a las que se ven abocadas dicha esclavitud, que poco tienen que ver con lo que quiere oír una sociedad bien estante.