¿Por qué les molesta la Iglesia?

Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Ante el manejo que torticeramente se ha hecho, contra la Iglesia, y contra Benedicto XVI más directamente, con los casos de pederastia cabe preguntarse: ¿Y qué pretenden? Unos, quizá los menos porque hablan desde su desazón personal y su propia historia, derruir la institución del celibato sacerdotal.

Otros, los más, y sobre todo los más peligrosos, buscan descalificar públicamente cualquier autoridad de la Iglesia Católica y de su Pastor. ¿Para qué? Para que su voz deje de ser la referencia, punto de apoyo y confirmación de verdad, de millones de personas en todo el mundo.

¿Y por qué les molesta esa voz? Porque propone precisamente lo contrario de lo que sostienen la mayoría de los agitadores, promotores y voceros de la campaña. Porque el modelo de persona, de sociedad, de familia, de comportamientos, de valores, que defiende la Iglesia les crispa y desenmascara, descalifica su propia conducta íntima, y son un muro levantado frente a solapados objetivos de controlar las conciencias y las sociedades.

No se nos olvida que las primeras denuncias de pederastia en Estados Unidos, que además correspondían a episodios ocurridos dos, tres y cuatro décadas antes, y en bastantes casos zanjados judicialmente, coincidieron con la invasión de Irak por Bush padre, y con la molestia que causaba a su Administración que la única voz, la única, que se atrevió a poner reparos y a criticar la iniciativa provenía de los obispos norteamericanos.

Se diseñó ese artilugio mediático, los casos de pederastia, muy bien trabado y ampliamente secundado, para quitar altavoces a la Iglesia en Norteamérica. Ahora estamos en lo mismo.