Al convocar el Año Sacerdotal

Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Estamos a punto de acabar el Año Sacerdotal y me ha parecido interesante recordar el acto, ahora hará un año de la proclamación. En vísperas de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el Vaticano hizo pública la carta del Papa en la que convocaba el Año Sacerdotal, destinado a “promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo”.

Se trataba de una iniciativa querida por Benedicto XVI en coincidencia con 150° aniversario del “dies natalis” del santo Cura de Ars, Juan B María Vianney, patrono de los párrocos, fallecido el 4 de agosto de 1859.

Ante situaciones de abandono y deserción lo más conveniente para la Iglesia no es tanto resaltar escrupulosamente las debilidades de sus ministros, cuanto renovar el reconocimiento gozoso de la grandeza del don de Dios, plasmado en espléndidas figuras de Pastores generosos, directores espirituales clarividentes y pacientes. En este sentido, la enseñanza y el ejemplo de san Juan B María Vianney pueden ofrecer un punto de referencia significativo”.

Al final de su carta el Papa reafirmaba que “con su ferviente vida de oración y su apasionado amor a Jesús crucificado, Juan María Vianney alimentó su entrega cotidiana sin reservas a Dios y a la Iglesia”. Por esta razón el Santo Padre deseaba “que su ejemplo fomente en los sacerdotes el testimonio de unidad con el Obispo, entre ellos y con los laicos, tan necesario hoy como siempre”. Mientras no dudaba en afirmar que “a pesar del mal que hay en el mundo, conservan siempre su actualidad las palabras de Cristo a sus discípulos en el Cenáculo: “En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33). La fe en el Maestro divino nos da la fuerza para mirar con confianza el futuro. “Queridos sacerdotes –escribía Benedicto XVI al final de su carta y antes de impartirles su bendición apostólica–, Cristo cuenta con vosotros. A ejemplo del santo Cura de Ars, dejaos conquistar por Él y seréis también vosotros, en el mundo de hoy, mensajeros de esperanza, reconciliación y paz”. Como en la vida del santo cura de Ars, el demonio tampoco ha dejado de enredar durante este año.