Vuelve el debate de las drogas

Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Parece que vuelven las posibilidades de considerar el consumo de algunas drogas como no delictivo, pero el riesgo de las administraciones públicas es que vean en estas drogas una nueva fuente de ingresos para sus maltrechas finanzas. Hasta ahora los partidarios acentuaban más bien posibles efectos terapéuticos de algunas substancias prohibidas. Pero parece que en California (USA), Estado siempre ávido de novedades, se plantean convocar un referéndum para permitir el consumo libre de la marihuana: calculan recaudar en torno a los mil millones de dólares en impuestos. Los promotores de la iniciativa, como Marijuana Policy Project, argumentan que es menos dañina que el alcohol o el tabaco, que mucha gente apoya la legalización y, sobre todo, puede ser una nueva fuente de ingresos.

Coincide con señales permisivas que vienen de la Administración Obama: el Fiscal General parece decidido a no perseguir a quienes consuman marihuana por motivos médicos fuera de los 14 Estados en que está ya autorizada. En el ámbito federal, el cultivo, posesión y consumo sigue siendo delictivo. Desde luego, de estas posibles legalizaciones no quieren saber nada los jueces, las policías, los médicos ni los militantes pro familia. Aparte del problema en sí, consideran que aumentará la violencia en escuelas y universidades, así como los accidentes de tráfico.

¿Por qué no se reconoce que las experiencias tipo Ámsterdam han sido desastrosas, y el Gobierno holandés trata de reconducirlas? Las drogas reflejan el malestar de la cultura. Son a la vez fruto y causa de la confusión ética y de la desintegración social. Al cabo, está en juego el descubrimiento o redescubrimiento de la dignidad humana, dentro de los grandes proyectos educativos que corresponden a padres y maestros.