¿Adónde queremos llevar a la familia?
Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Tres recientes informes del Instituto de Política Familiar de España (IPF) ponen en evidencia, con la contundencia y la elocuencia de los datos y de las estadísticas, que la familia no solo no vive sus mejores momentos, sino que es preciso hacer saltar todas las alarmas. ¿Adónde quieren las autoridades y la sociedad llevar a la familia? ¿Adónde la queremos llevar los unos y los otros?

La familia sí que importa y cada vez ha de importar más, máxime precisamente cuando menos parece importar a gobiernos, partidos políticos, opinión pública y ciudadanía. Familia es solo la que se constituye y brota del matrimonio entre un hombre y una mujer. Este es el plan de Dios y el plan de la naturaleza humana. Otras formas –estables u ocasionales– de convivencia en pareja no son ni matrimonio ni familia. Y no podemos darlas por buenas e inevitables.

Sin ánimo alarmista o tremendista, sin trivializar o manipular la realidad, creo que nuestra entera sociedad europea –y en particular, la española– debe hacer examen de conciencia al respecto. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué se quiere hacer, adónde se quiere llevar al matrimonio, a la familia y a la natalidad? ¿Somos conscientes de lo que estos datos (En los últimos treinta años España ha perdido tres millones de jóvenes a pesar de que la población española ha crecido) significan de empobrecimiento general, de pérdida de valores y de preocupantes consecuencias sociales a todos los niveles, incluidos los sectores de la productividad laboral –siempre motor de la economía– y del futuro, por ejemplo, del sistema de pensiones?