Las fiestas y la generosidad

Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Una de las más sutiles armas contra las fiesta religiosas que gozan todos, creyentes y agnósticos, es acusarlas de estimular el consumo. Con sus remordimientos por el pecado que creen cometer, muchos cristianos de buena voluntad aceptan los improperios contra el gasto, en lugar de rechazarlos recordando que las Navidades son, precisamente el primer ejemplo de liberalidad y generosidad alegre.

No olvidemos también que los Reyes Magos hicieron un largo recorrido, generoso, para adorar al Niño, al que regalaron oro, incienso y mirra. Supongo que con este oro, José y María pudieron pagar el viaje que hicieron seguidamente a Egipto. Con el regalo de las Magos perfumaron el ambiente, hicieron más agradable la vida a los que tenían a su alrededor y pagaron el viaje.

Lo contrario de esa generosidad es Judas, el traidor por dinero, el que afea a María, probablemente la Magdalena, que derramara sobre los pies de Jesús, ya adulto, una esencia de trescientos denarios que, decía, le irían muy bien a los pobres, Jesús salió en defensa de María.

¿No les parece que la hipocresía de los puritanos y de los políticamente correctos exige que la gente no se lo pase bien y en todo caso, si lo hacen, que tengan cargos de conciencia? ¿Desde cuando la Navidad no es para vivir la generosidad a ejemplo de cómo la vivieron Jesús, María y José?