Los derechos del hombre son el rostro de su dignidad
Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

Dios es la fuente y la garantía última de estos derechos que, lejos de expresar los caprichos de la voluntad humana, son la representación fiel del valor absoluto y sagrado de toda vida humana. Así lo confiesa la Iglesia católica y lo ratifica su magisterio social. Lamentablemente, nuestro mundo contempla con cierta ironía e incluso escepticismo, la rotundidad con que la algunas organizaciones religiosas se expresan en estas cuestiones. Así sucede en el mundo del derecho y de la política, fuertemente aquejado por la moda del positivismo, como en los círculos intelectuales dominantes, impregnados de relativismo.

Precisamente por ello el hombre coherente ni puede ni debe renunciar a colocar la verdad cristiana sobre el hombre en el justo centro del debate cultural del momento. Por coherencia consigo mismo, por fidelidad al Evangelio de Jesucristo y por amor al hombre, se debe repetir con ahínco que la persona, desde su concepción, no es un objeto de libre disposición sino un sujeto libre y un valor sagrado, que ni el derecho ni la política, ni la ciencia ni la técnica, pueden manipular.