Efecto de una secularidad mal entendida
Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

"El Estado tiene la obligación de preservar la vida. Esta visión es la que primaba hace 15 o 20 años, mientras que ahora, los Gobiernos son víctimas de pensamientos ideológicos y de una visión de la libertad mal entendida", que lleva a "elegir lo que nos destruye" y acaba convirtiéndose en "mero libertinaje".

Y es que hoy se está relacionando la tendencia a ampliar todavía más el aborto con la revolución sexual y la trivialización del sexo que, además de separar la procreación del acto sexual, entiende éste último como un pasatiempo pasajero, del que es necesario evitar las 'malas consecuencias'.

Según la visión de la Iglesia, en cambio, la sexualidad es la expresión máxima del amor entre dos personas de sexo opuesto y esa expresión máxima significa la donación total y absoluta de una persona a la otra. Una persona con otra para siempre. Y a eso se le llama matrimonio, que a su vez, es el origen de la familia. Así de sencillo.

Por eso, me parece a mí, jugar con la sexualidad es jugar con la fuente de la vida, y por tanto destruir la familia, que es la fuente de la sociedad y, en último término, destruir también la sociedad. En resumen, una ley como ésta atenta contra la misma sociedad, al contrario de lo que debería ser la primera prioridad de cualquier Gobierno, es decir, construir el bien común. En este caso, en cambio, "se está construyendo el mal común".