Eso es preocupación y dedicación por el Sida
Autor: Jesús Domingo Martínez

 

 

De las palabras del Papa, en el avión que le llevaba a África, sobre los preservativos se deduce que efectivamente la Iglesia está toda allí, con los que sufren, de todas las palabras no sólo de las que se han utilizado contra él. El amor al prójimo, enraizado en el amor a Dios, es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial, porque la naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en la triple tarea del anuncio de la Palabra, la celebración de los sacramentos y el servicio de la caridad.

Habría que recordar a todos aquellos que han utilizado, después de mal interpretarlas, las palabras del papa que para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia. Por eso es tan importante la cercanía con los que sufren y el consuelo a las víctimas, porque más allá de la imprescindible colaboración económica, las víctimas, en este caso del Sida, necesitan atenciones, muchos de ellos abandonados y responder a preguntas que humanamente se hacen ante la abrumadora presencia del mal. Y todo eso no se logra única ni principalmente con dinero, ni con unas gomas, los infectados necesitan algo más.

No disponemos de espacio para enumerar los múltiples casos en los que se muestra claro lo que decimos, pero si me parece conveniente comentar uno que conozco bien. En Terrades, población del Alt Empordà en la provincia de Girona, hay un centro de atención a enfermos avanzados de sida, lo han montado y lo atienden la Hermanas de la Caridad de Santa Ana. No hay ninguno más en una de las provincias con mayor nivel de vida de toda España. Eso es preocupación y dedicación por el Sida y no el repartir condones, que, nos guste o no, sólo consigue que aumente el número de infectados.